Brasil le gana a su pasado. Así, está sorteando una tempestad y está sabiendo hallar en sí mismo los modos y los tiempos para sortear tamaña tormenta.
En esta oportunidad, diríamos que histórica, ni siquiera los fuertes desequilibrios internos, ni tampoco los vientos externos que en su contra siguen soplando, han podido mellar en el espíritu democrático ni de su pueblo ni tampoco en el de las mentes sensatas que indudablemente existen a ambos márgenes de su espectro político y empresarial y sindical.
El camino que parece haberse elegido es el único posible para intentar salir adelante. Será, ciertamente, difícil, pero debe intentarse. Los factores externos, por su parte, son netamente desfavorables.
Salgamos, por un momento, de nuestras fronteras y miremos algo del vasto mundo.
El poder económico global
El centro del poder financiero mundial, desde sus diversos nodos, no ha querido encarar una solución a la crisis del 2008 y todo sigue su curso por la vía vectorial y hasta casual. El único objetivo claro, pero menor, es la codicia, la angurria por más y mayores beneficios. Así, por lo menos, lo deja en claro ni más ni menos que Martin Wolf, principal columnista en economía del periódico inglés Financial Times.
Wolf, afirmó, en entrevista brindada al colega brasileño Robinson Borges, del periódico Valor Econômico, que es muy probable que haya una nueva crisis, por lo menos similar a la del año 2008, porque las salidas que los países de mayor renta encontraron para enfrentarla no son sustentables.
Martin Wolf dijo algo impensable para su línea de pensamiento tan sólo unos años atrás: Lo que posiblemente sea aún más perturbador es la capacidad del sector financiero de usar su dinero y su poder de lobby para obtener regulaciones flojas que él mismo quería y quiere. Esto no terminó. Al contrario, la resistencia contra la regulación después de la crisis financiera demuestra que aun permanece con nosotros en alto grado. Esta es una de las razones por las cuales otras crisis sobrevendrán.
China juega sus fichas
El gigante asiático al que, con buen criterio, Henry Kissinger definió como una Civilización, antes que como una Nación, en el pasado reciente ha sufrido una baja en su operativa de comercio exterior, unida a un desempeño más restringido de su economía, mirada en su globalidad.
Ante este magro desempeño, China movió sus fichas en el tablero global. Así condujo una devaluación de su moneda, el yuan, con relación al dólar estadounidense, en 3 fases que totalizan un 5,5 por ciento.
Con ello, China aplica una más que clara política agresiva de salida de sus productos al sumarle a los fuertes subsidios para su producción básica, el proceso devaluatorio visto hasta el presente.
Pero, si miramos más profundamente, quizá podríamos encontrarnos con que en realidad el gigante asiático esté padeciendo mayores problemas internos de los que está dispuesto a revelar.
Toda esta movida china traerá consecuencias directas y no menores a otros países, y grupos de países, como los de América del Sur, llevándonos a una caída aun mayor de nuestras exportaciones de productos primarios.
Alemania se traslada al Brasil
Esta semana, precisamente el día 19 de agosto, arribará una mega delegación alemana al Brasil. Con su canciller Angela Merkel a la cabeza, la acompañarán 13 (trece) ministros y un séquito de funcionarios y empresarios, en una visita de 2 días a la nación norteña.
Vale indicar que hay en el Brasil 1.400 (mil cuatrocientas) empresas con base alemana que, en su conjunto, emplean a unos 250.000 (doscientos cincuenta mil) empleados brasileños, moviendo, globalmente US$ 21.000:000.000 (veintiún mil millones de dólares) en transacciones por años que, evidentemente, ambas parten quieren incrementar.
Brasil, líder global
El señor Thomas Countryman, secretario adjunto de Estado norteamericano para el Desarme y la No Proliferación de Armas Nucleares, se hizo presente en Brasilia para continuar con el interés de los EE.UU. en que el Brasil ratifique el Protocolo Adicional del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP).
Con el clásico pragmatismo norteamericano, el señor Countryman no dejó pasar la ocasión para remarcar que su país ve al Brasil como a un líder global, en especial en el sector de ciencia atómica, considerando, a su vez, al programa brasileño en la materia como, y citamos, un ejemplo para el mundo.
Brasil, capacidad de sus reservas en petróleo
Digamos, a cuenta de inventario, que el Brasil tiene en su llamado PRE-SAL marítimo, una capacidad estimada y por lo bajo que, a modo de ejemplo, significa cubrir las necesidades actuales de petróleo y gas de todos los países del mundo por más de cinco años. Esta información es tal, o sea, no es producto de un desequilibrio emocional sino fiel reflejo de estudios serios llevados a cabo por institutos especialmente dedicados a estas cuestiones.
Ahora bien, sin disimular la grosera corrupción constatada en el aquí y ahora de la nación hermana, pero instalada desde hace decenios, es dable presumir el “interés” externo por PETROBRAS… Lo que, visto desde dentro sea del Brasil como de América del Sur significa la ventaja estratégica más significativa que atesora la nación hermana, después de sus gentes, sus culturas y su diversidad productiva.
Ya cerca de finalizar digamos que el periódico Financial Times acaba de informar que JP Morgan retiró al Brasil de la lista de los cinco países con mayor dependencia de la inversión extranjera.
Todo esto lleva a una primera y elemental conclusión: Nosotros, la región, el continente sudamericano en su conjunto precisa del Brasil país que, por su parte, está conteste en la importancia estratégica que le da el pertenecer a América del Sur.
Esta complementariedad se sustenta en un eje que lejos de perder vigencia, acrecienta cada vez más su trascendencia. Hablamos, claro está, del eje MERCOSUR-UNASUR.
Toda voz que indique lo contrario es, cómo decirlo… un grito inaudible en el vasto y complejo mar de la geopolítica mundial.
Por: Héctor Valle
Historiador y geopolítico uruguayo
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