Los dilemas existenciales de un tiempo histórico gobernado por la frivolidad, la vacuidad intelectual y la incertidumbre constituyen el desafiante disparador temático de “Hombre irracional”, el nuevo film del irreverente cineasta neoyorquino Woody Allen.
Este es el cuadragésimo quinto largometraje del icónico realizador cinematográfico, quien, en casi medio siglo de prolífica carrera artística, ha logrado atesorar una producción que se desmarca del cine de industria por su originalidad y su casi siempre superlativo vuelo reflexivo.
En su extensa trayectoria, Woody Allen se ha mofado despiadadamente de una sociedad cuyos valores cuestiona, mediante un discurso irreverente, agudo e incisivo.
Mixturando la comedia de humor negro con el drama, Allen retrata en clave crítica la condición humana, con sus miserias, sus grandezas, sus manías, sus fobias y sus patologías colectivas.
Aunque “Hombre irracional” está lejos de ser una de las obras mayores de su ya extensa filmografía, igualmente condensa su impronta ácidamente crítica y demoledora. No en vano Abe Lucas (Joaquín Phonix), el protagonista de esta delirante parodia, es un depresivo crónico que se refugia en el alcohol y en su soledad para administrar sus más íntimos conflictos.
Docente de filosofía, este hombre maduro procesa sus propios duelos, en un medio social impregnado por la frivolidad propia de la pequeña burguesía.
En ese contexto, su desafío es ingresar a un campus universitario, donde impartirá su cátedra a jóvenes de alta clase media no demasiado habituados a las lucubraciones inteligentes.
Tanto sus clases como sus libros y artículos académicos-que destilan un profundo desencanto- atraen la atención de personas convencionales, para quienes el nuevo profesor es una suerte de excéntrico. En esa cualidad reside el atractivo y la admiración que despierta el educador, quien revoluciona particularmente las hormonas femeninas y genera toda suerte de rumores y fantasías eróticas.
Virtualmente quebrado por la depresión, la dependencia del alcohol y la impotencia sexual, este peculiar personaje –que padece una pesadillesca sequía creativa-afronta el momento tal vez más complejo de su vida.
Empero, la relación con Jill (Emma Stone), una joven estudiante que tiene un novio bastante inmaduro y desabrido, se transformará en una suerte de resurrección que le permitirá comenzar a emerger de su abismo emocional.
El vínculo, que de amistad deviene con el tiempo en romance, operará un radical cambio cualitativo en la oscura existencia del docente.
No obstante, una circunstancia fortuita será la que le otorgará un nuevo sentido a su vida y la posibilidad de transformarse en una especie de ángel redentor. En ese contexto, el film muta de comedia romántica bastante edulcorada en una sórdida intriga policial, cuando el protagonista adopta la decisión de perpetrar un asesinado para reparar una presunta injusticia.
Aunque esa circunstancia le genera un agobiante dilema moral, el asume que ese acto delictivo tiene un componente ético que le permitirá reconciliarse consigo mismo.
Empero, esa secuencia de hechos consumados de génesis multicausal deviene inexorablemente en una encrucijada, que pondrá al protagonista frente a otro gran dilema.
Mediante un libreto que abunda en referencias filosóficas a pensadores de la talla de Heidegger, Dostoievski, Freud y Sartre, entre otros, Woody Allen manipula con su reconocida sapiencia las cuerdas del absurdo.
Por supuesto, en el discurso de los personajes subyace el humor verbal con doble sentido y una vitriólica mirada sobre una clase social bastante amoral, que se alimenta recurrentemente de la mentira, la apariencia y la simulación.
En ese contexto, una de las interpelantes reflexiones es si el fin justifica los medios y también algunas conductas ilegales y reñidas con la moral y las “buenas costumbres”.
“Hombre irracional” destila ácida ironía, acorde con la impronta creativa de un realizador que ha sabido construir un perfil artístico siempre iconoclasta. Como es habitual, hay fuertes invocaciones a lo intelectual o seudo-intelectual, en un minucioso retrato de una fauna social insatisfecha que encubre su propia mediocridad.
Tampoco faltan las habituales disquisiciones sobre el sexo como ritualización, mera praxis carnal o hasta ejercicio de emancipación espiritual.
La potente actuación protagónica de Joaquín Phonix, en un papel ideal para el despliegue de sus reconocidas cualidades histriónicas, coadyuva a transformar a esta película en una plausible propuesta cinematográfica, en una cartelera en la cual no abunda la calidad.
Hombre irracional (Irrational man). Estados Unidos 2015. Dirección y guión: Woody Allen. Producción: Letty Aronson, Stephen Tenenbaum y Edward Walson. Fotografía: Darius Khondji. Arte: Carl Sprague. Vestuario: Suzy Benzinger. Reparto: Joaquin Phoenix, Meredith Hagner, Emma Stone, Parker Posey, Jamie Blackley, Ethan Phillips y Sophie von Haselberg.
(Publicada en Revista Onda Digital)
Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario
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