Ganó Orsi, ganó el Frente Amplio, ganó Uruguay y ganó la democracia.
Luego de las elecciones del 24 de noviembre, Uruguay vuelve al camino del país para todas y todos.
En los últimos 20 años con la victoria actual de la izquierda, interrumpido solamente por un período de gobierno de derecha, la población rectifica con el voto, «estampa sobre sello», que quiere un país democrático, laico, de izquierda y progresista. El país del respeto, fraterno y con proyección a futuro. Conjugar la vida, los sueños y la política con alegría. Un país artiguista.
Por encima de los errores y horrores en la gestión política y económica del gobierno actual de derecha, liderado por Dr. Luis Lacalle Pou, junto a sus aliados políticos, todos reunidos bajo la química de la Coalición Multicolor (Republicana), además de no ser fieles a las formas y éticas del «buen arte de gobernar», la victoria del Frente Amplio estuvo construida y sustentada sobre la base de 3 grandes pilares que confluyeron entre sí, con sinergia positiva y constructiva.
1) La elaboración del Programa del FA con Presidencia de Cr. Álvaro García y Dr. Ricardo Ehrlich, donde el Frente Amplio por medio del ciclo de «FA te escucha», durante los años 2022 y 2023 volvió acercarse a la población y al territorio.
La fuerza política pudo «dar la cara» a la derrota del año 2019 y hacer «terapia», resolver sus reproches y dolores internos con la población, acumular esfuerzos y volver a tener confianza en sí mismo.
Luego para pasar a una siguiente etapa de intercambios con todas las organizaciones sociales, sindicales, empresariales y del agro tal como indica en su página web. «Diálogos por Uruguay» permitió presentar las propuestas programáticas de la fuerza política.
2) Todo este proceso no hubiera sido posible sin un jugador que ordenara la cancha, amainara los desánimos y ansiedades, manejara los tiempos, saber cuándo defender y cuándo atacar y/o contragolpear.
La figura y el accionar del Presidente del Frente Amplio Fernando Pereira durante todo su liderazgo es fundamental resaltar, es para sacarse el sombrero y aplaudir de pie realmente. Supo alinear a toda la izquierda detrás de él, direccionarla, soportar los embates y presión de la derecha cuando tuvo que posicionar a la fuerza de izquierda en el debate público.
3) Personalmente, quiero rescatar como principal motor de la victoria a la militancia frenteamplista. Cada persona, desde su lugar, capacidad y organizado en el territorio, hizo todo el esfuerzo posible para alcanzar la victoria.
No fueron 5 años fáciles ni sencillos, soportando las injusticias e incapacidades del gobierno, la corrupción y los mecanismos de blindaje de los sectores más poderosos de la prensa y la utilización del aparato estatal con la pata del poder arriba, blindando en lo posible los derrapes, maniobras y choques del Poder Ejecutivo actual y demás representantes del gobierno de la Coalición Multicolor (Republicana).
La militancia y la población supo mantener la calma. Como ya lo ha demostrado y defendido anteriormente, siempre el único camino en la política son las vías democráticas, el poder del voto.
El voto es libre y soberano, hoy en día, en este mundo, el amor y el voto son Revolución.
«Orsi es un origami».
Hubo un día que escribí «Orsi es un origami». Así fue, así es.
Él durante la campaña se fue desplegando de menos a más como una estructura flexible hasta alcanzar la madurez a tiempo de una forma deseada.
Hasta la elección de octubre, no sé si por su condición de profesor y/o estrategia política, se dedicó a escuchar más al «salón» que entrar en intercambio y discusiones banales donde muchas veces el disparador es el odio y la desinformación proveniente de la infraestructura de los sectores conservadores.
Yamandú Orsi sin perder la línea y el respeto como corresponde, si queremos construir un país en paz, moderno con justicia social entre todas y todos, cuando tuvo que salir a ganar al otro día del 27 de octubre, salió, tomó la cinta de capitán que tanto se le pedía, cumplió y ganó.
Sorteó no solo la infame fake news sino también los varios anzuelos que le tiraron a lo largo de la campaña electoral. No mordió, nunca fue pez ni quiso ser pescado. Fue él, ahora es el Presidente de la República, bien ganado.
Entre derrotado, perdedor y ganadores.
El derrotado fue el Presidente Dr. Luis Lacalle Pou pero el que perdió fue el Dr. Julio María Sanguinetti, que siendo el gestor principal e ideólogo de la Coalición Multicolor (Republicana), desde la primera victoria a Presidencia del FA del año 2004, no pudo repertir 2 veces seguida un gobierno de derecha. No pudo ni puede establecer su contra-reforma conservadora que tanto anhela y añora.
Su objetivo principal de reunir a toda la derecha bajo un mismo bloque con sentimientos anti-frenteamplistas solo con el objetivo y la ilusión de no permitir el acceso y avance de la izquierda en las esferas altas del poder y del gobierno en Uruguay, rotundamente, no lo logró.
La democracia y el Frente Amplio nuevamente vuelven a ganar sobre él. Junto a Manini Ríos, ¡chim-pum, fuera!.
Es importante destacar que el que nos ganó a todos fue Mujica. En esta campaña y a lo largo de todo el proceso actual fue el menos conservador, abrió la cancha, dejó crecer y jugar. Aunque no lo votes es indiscutible su capacidad, recursos y estrategias políticas que son eficientes e inagotables para alcanzar sus intereses.
Seregni festeja por la victoria pero está desvelado tomando pastillas porque varios de sus semejantes siguen insistiendo como clavos únicos algunas sillas de poder. Espera que la votación de octubre se los haya dejado bien claro. Hay que abrir la cancha y construir liderazgo de brazos abiertos.
En Uruguay ganó el país, no el odio.
En este próximo gobierno del FA, los dirigentes y cargos asignados no se olviden que gobiernan para el pueblo por el Uruguay que necesitamos, construimos y queremos para hoy y las futuras generaciones.
Un pueblo camina hacia adelante si su gobierno es de oídos y brazos abiertos.
El Programa del FA es lo que votamos, no es un punto de contacto a veces sí y otras veces no. Los «Cisnes Negros» van aparecer pero son casos puntuales a gobernar sin perder la ética, la cordura y la ruta hacia el faro que ilumina.
Por Andrés Legnani
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