Días pasados hablábamos con un amigo en nuestras habituales charlas sobre las dificultades del intercambio político. Estamos más habituados a pensar solos que en colectivo. El retroceso de los partidos como lugar natural de esos intercambios, el avance de la virtualidad y de las redes sociales, también marcó una nueva tendencia en la forma de comunicarnos. La comunicación incorporó masividad, velocidad y globalidad a la información y con estos elementos realizamos síntesis, emitimos opinión y las difundimos. La gran Torre de Babel virtual se multiplica en letras, las definiciones van y vienen, los hechos y las opiniones que nos merecen se incorporan al torrente de las ideas y subjetividades que andan por allí.
Justamente en esos recorridos estaba cuando me tropecé con un artículo firmado por Fernando Lopez D´Alessandro, creo que fue en la Diaria donde lo publicó. El título.- “La distensión con Argentina y el kirchnerismo en las dos orillas”. El reciente triunfo de Macri y sus primeros pasos en el gobierno han despertado en las dos orillas revuelo. Es indudable. El articulista evidentemente no emite una opinión ligera, demuestra en el curso del texto manejar información, haber investigado sobre Argentina y sus partidos o por lo menos del peronismo. Pero como siempre con los mismos datos o jerarquizando otros se puede llegar a conclusiones bien distintas.
Si no leí mal, las conclusiones que allí se vierten serían más o menos éstas. Con Macri las relaciones con Uruguay serán mejores. El peronismo es de concepción históricamente expansionista, tiene una raíz “nacionalista católica y filofacista” y el kichnerismo reflotó esos aspectos en su política hacia Uruguay. La expresión más clara fue el puente cerrado de Fray Bentos y la batería de medidas que en nuestra interrelación nos perjudicaron claramente. Finalmente y como frutilla del postre, el artículo se embarca contra la izquierda uruguaya que simpatizaría con las medidas nacionalistas populistas que están agotadas y que son dogmáticas, etc.
Estoy de acuerdo con Fernando López en que las relaciones bilaterales con Argentina mejorarán, ya empezó a verse, hago acuerdo con eso. También creo que hubieran mejorado si hubiera ganado Scioli, el candidato también lo había anunciado. Inclusive recuerdo que hace tiempo, cuando las candidaturas en Argentina se estaban esbozando nuestro querido Paez Vilaró relataba en un reportaje que conversando con Massa, otro candidato peronista, al que el pintor compatriota le asignaba mucha chance para llegar a la presidencia, que las relaciones con Argentina mejorarían. Creo que para analizar las relaciones entre nuestras naciones deben tenerse en cuenta una serie bastante grande elementos, desde la situación interna de cada país hasta el rol de las personalidades, que juegan ¡ y vaya como !
A veces me parece que los uruguayos con nuestros orgullosos ciento setenta y pico de miles de kilómetros de metros cuadrados de territorio, nuestros más de tres millones de habitantes, Artigas y nuestros títulos mundiales futbolísticos sobrevaloramos un poco nuestro rol en el escenario internacional. Convengamos con que para ser tan chiquitos le hemos causado no pocos problemas a los grandotes de nuestros vecinos. Por bondades de la naturaleza, desde que las capitales nacieron, la madre naturaleza nos dotó de un puerto inmejorable en relación al porteño. No es nada despreciable que nuestra plaza financiera fue refugio impositivo y lugar de salida de capitales evadidos del fisco argentino. Casualmente se encontrará en varios apellidos habituales en nuestras costas, páginas de sociales y también en registros bancarios, a los mismos que confrontaron fuertemente con los Kirchner durante todo su gobierno. Ni siquiera mencionaré demasiado esa tendencia inefable de nuestros presidentes (los uruguayos), a ser víctimas del síndrome del micrófono abierto, donde quedaron inmortalizadas algunas joyitas del disparate internacional.
No creo necesariamente en las víctimas y victimarios en nuestras relaciones bilaterales, sino más bien un entramado complejo de relaciones económicas y sociales que en función de distintas coyunturas operan de manera diferente. Inclusive a la hora de atribuir nacionalismos o causas nacionales, levantamos la voz cuando agreden nuestros intereses de circulación pero cruzamos sin ningún pudor cuando el cambio nos favorece a realizar compras en Argentina, y no pensamos en la lesión ocasionada a la producción nacional que conlleva.
Sin pretender ser determinante en una u otra dirección sostengo que el articulista concluye de manera bastante esquemática y hasta diría simplista sobre los sucesos que analiza y también sobre los antecedentes que numera.
El peronismo al que cita como antecedente, el de Perón, el de la década del cuarenta, está ubicado en una Argentina enriquecida por la guerra mundial (igual que Uruguay), con fuerte presencia de Alemania, hasta en capitales y carezco de mayores datos pero no tengo tan claro que la iglesia católica y los peronistas se llevaran muy bien. Néstor Kirchner gana el gobierno en un país devastado, casi sin moneda nacional (baste recordar que cada provincia emitía papeles de intercambio propios, (lecops, patacones, etc.). En mi opinión para Kirchner el puente y la pastera no fue “una causa nacional”, como para nosotros. Fue un conflicto litoral que impulsaron los entrerrianos y que fogonearon los productores rurales de la zona ya que era una herramienta más para confrontar con el gobierno. ¿Qué gobierno podría rechazar las demandas de un pueblo que defiende el medio ambiente? cuando además ni siquiera era su problema fundamental. Se le escapa al articulista que ese mismo gobierno impidió de manera contundente la extensión del conflicto hacia Buenos Aires, cuando la gente de Gualeguaychú intentó bloquear la terminal del puerto se acabó el conflicto y no le permitieron trasladar a la capital la protesta. Esto pretende relativizar la definición de “decisión torpe”. Nos perjudicó a nosotros claro, mucho, por supuesto, la pastera incidió e incide poderosamente en nuestro PBI, pero a los efectos del gobierno argentino, disminuyó sus frentes de batalla, imaginemos por un momento al presidente argentino, reprimiendo compatriotas que defienden intereses nacionales, desalojando el puente. No desde nuestro lugar sino desde el suyo, la verdadera batalla de los Kirchner era contra los intereses rurales, con los productores del campo. No cambia para nada los resultados desde nuestros intereses, pero la decisión fue más política que ideológica, fue más defensiva, de respuesta, que expansionista, por tanto el uso de las caracterizaciones, para los periodos históricos debe abarcar una complejidad mayor para concluir.
Finalmente mencionaré que hablar de peronismo como una continuidad desde Perón a Kirchner es una exageración que omite barbaridades como el feroz proceso de la dictadura en Argentina seguido del proceso neoliberal que entregó de pies y manos al país vecino a las trasnacionales.
Me parece que el tema merece más consideraciones por lo tanto dejo para una nota posterior las afirmaciones del autor sobre la izquierda uruguaya y el kirchnerismo.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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