Una buena dosis de democracia

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                                                           Bajar y no subir
El zapatismo no aspira a la toma del poder porque sabe que el poder proviene del pueblo.
Hacer comunidad es poner los saberes y las técnicas al servicio de la sociedad,
aceptar que la construcción de poder popular es siempre
más importante que la obtención de poder político.
(tercer principio zapatista de los 7 del buen gobierno)

 

Estuve en la rendición de cuentas del Municipio B.

La alcaldesa Silvana Pisano y todo su equipo expusieron su gestión, objetivos y concreción de los mismos. Más allá de las áreas diversas donde se gestionó y gestiona me interesó sobre todo porque es el tercer nivel de gobierno, un gobierno que podríamos decir de cercanía a la población, el nivel de gobierno donde las necesidades  y problemas de los vecinos exigen soluciones  concretas.

Creo que desde su constitución en 1993 han ido incorporándose al quehacer ciudadano, con participación diversa y aún hoy son bastante desconocidos por la población en general.

El sano interés político por incorporar a la ciudadanía a la solución concreta de sus problemas a la participación es tal vez uno de los grandes desafíos frente al individualismo creciente, la “costumbre del usufructo y el reclamo”

“Ceder poder es crear espacios mixtos, comisiones administradoras, espacios de gestión asociada. Que las personas sean  parte de las acciones y no meros depositarios de información”(Silvana Pisano)

Por estos días la democracia parece sufrir de desprestigio creciente. Desde la vieja democracia ateniense a la adjetivación de la democracia como liberal (al respecto escribe un muy interesante  libro Garcia Linera) ,las distintas formas de ejercerla buscando caminos de felicidad y libertad se han visto castigadas por la incapacidad de prosperidad y equidad de las formas políticas de ejercerla.

Quienes vivimos y padecimos las dictaduras, la represión, la absoluta falta de libertad y que festejamos la superación de esos períodos con los logros democráticos asistimos sorprendidos al florecimiento y aceptación de opiniones reaccionarias, homofóbicas, discriminatorias. Una vuelta atrás en el pensamiento y la acción con multitudes que aceptan y difunden esa manera de pensar y vivir. Siempre este vaivén del pensamiento se produce, me parece, cuando percibimos que nuestro “estilo de vida está cuestionado”, cuando el temor a perder a lo que accedemos nos lleva a resignar libertad, audacia o simplemente rebeldía.

Marx decía que la clase obrera era la clase revolucionaria porque solamente tenía sus cadenas para perder. Pues bien el sistema en el que vivimos encontró a través del consumo “en niveles” que todos tengamos “que perder” y que frente al peligro a retroceder nos aferremos a ello.

La gigantesca acumulación de riqueza en muy pocas manos sin embargo ha abierto una distancia sideral de dominación, los medios de comunicación y difusión de ideas y el formidable poder bélico persuaden a la gente, a los pueblos, a las sociedades que nada puede ser cambiado ,”solo lo posible” y que esto no es mucho.

Los intelectuales de izquierda, los progresistas buscan encontrarle un adjetivo a”la democracia” que caracterice, combine o defina un proyecto de cambio que contemple a más gente pero que no supere el marco conocido de democracia.

Pero lejos de aquella democracia ateniense directa y de plaza, la  de nuestros días siempre tiene un horizonte corto y siempre se tropieza con límites donde las inequidades jamás terminan pudiendo ser saldadas. El colectivismo socialista queda sepultado en montones de adjetivos que califican algunas experiencias históricas, totalitarismo, igualitarismo, estatismo burocrático y más.

Mientras que en el bando liberal y privilegiado, la palabra libertad, abstracta, bella y etérea se usa hasta el abuso. Se adjetiva hasta con el concepto responsable, así mismo, la libertad responsable pretende ser categoría no sé si filosófica pero si concepto que califique este tiempo.

Mientras el caudal informativo con una enorme miscelánea violenta mezcla drones explotando, bandas que ajustan sus cuentas, varones que matan, golpean o abusan de mujeres naturalizando la muerte y donde claramente las víctimas reciben la peor parte de la libertad, asistimos a una invitación impuesta a ser espectadores  pasivos y asi poder disfrutar de la libertad buena.

Creo indefectiblemente que poco podremos esperar del tiempo donde los poderosos globales nos sigan dando dosis “de democracia envasada”.

Los desastres devastadores ambientales, la producción desenfrenada y creciente, los focos bélicos donde se gasta cada vez más dinero, donde cada vez mueren menos soldados y más civiles, gente pacífica que habita en un lugar y tiene la mala suerte de que en algún lugar, en algún escritorio o mesa de trabajo un grupo preclaro definió que allí es importante guerrear.

¿Será que es imposible parar esto?, allá lejos en la sierra lacandona, comunidades de pueblos buscan organizarse, respetándose y cultivando tierra,  forjando comunidad solidaria.

Algo de eso encontré en el municipio B, salvando las distancias, el respeto al ciudadano, la convocatoria a participar de la organización del bien común colectivo.

Siempre en los pueblos radica la enorme sabiduría de encontrar formas de vida más justas, el darle la mano al que está mal o peor. Con menos podemos vivir mejor, si encontramos el camino para que la democracia tenga adjetivos que la califiquen como solidaria, equitativa, donde la educación,  acá que aprendimos a venerar a José Pedro Varela, sea laica, gratuita, obligatoria. ¿Cómo la calificaría? ¿Que adjetivo le pondría?

¿Podría ser una democracia radical? ¿Radicalmente humana tal vez?

Definitivamente esta democracia responsable no me gusta.

Por Walter Martínez

 

 

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