El herbicida más usado del mundo

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Bruselas pospone renovar la autorización para usar el glifosato ante la oposición de varios países y los informes contradictorios sobre su inocuidad. El debate sobre el polémico glifosato, el principio activo de la mayoría de los herbicidas químicos usados en el mundo y sobre el que planean dudas sobre sus posibles efectos cancerígenos, se ha reactivado esta semana en varios frentes. El principal ha estado en Bruselas, donde la Comisión Europea tenía que aprobar el martes si renovar o no una nueva autorización para prolongar su uso durante 15 años más; finalmente, la votación se aplazó ante la advertencia de varios países miembros de que su postura iba a ser contraria.

Al mismo tiempo, ciudades como Madrid, Barcelona o comunidades como Extremadura han emprendido su particular guerra contra el glifosato, al prohibir o limitar su uso en espacios públicos ante las sospechas latentes sobre su inocuidad.

El mismo lunes, la víspera de la reunión técnica prevista en Bruselas, el ministro de Agricultura de Italia, Maurizio Martina, advirtió a través de Twitter que iba a dar «una opinión negativa» a la prórroga de la autorización, con lo que este país se sumaba así a Suecia, Francia y Holanda en su posición anti-glifosato. Fuentes comunitarias aseguraron que «todavía hay tiempo» de seguir debatiendo este asunto entre los Estados miembros, ya que el actual permiso no vence hasta finales de junio.

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Pero ¿qué es el glifosato y para qué se utiliza? Está considerado como el ‘herbicida total’, que lo mismo se utiliza para acabar con la maleza en los cultivos agrícolas que para despejar de malas hierbas los jardines públicos, las líneas de ferrocarril o las cunetas de las carreteras. Y es el principio activo del herbicida comercializado por la multinacional Monsanto bajo la denominación Roundup, utilizado mayoritariamente en todo el mundo con un volumen de ventas muy alejado de sus principales competidores. En España, su uso se autorizó en 1974 y, desde entonces, su uso se ha generalizado tanto en cultivos y fincas particulares como en espacios de uso público. Desde 2012, no obstante, está sujeto a restricciones en zonas de acuíferos, campos de deporte, jardines públicos o recintos escolares.

Entonces, ¿de dónde viene ahora la polémica? En marzo del pasado año, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC), organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alertó del potencial cancerígeno de este componente químico, lo que en síntesis se tradujo en su inclusión en la misma categoría que el café o la carne roja. Pero el estudio tuvo una considerable repercusión entre la comunidad científica ya que no fue el trabajo de un solo investigador, sino que debe su autoría a un grupo de 17 expertos que además fue publicado por la prestigiosa revista The Lancet Oncology. Sin embargo, meses después, en noviembre, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria concluyó que «no hay evidencias científicas» del vínculo entre el glifosato y el cáncer.

Sobre la base de esa segunda opinión, la CE propuso autorizar por otros 15 años el glifosato, ante la inminente extinción del permiso vigente. Sin embargo, varias organizaciones ecologistas han recordado que, a raíz de las advertencias de la OMS, la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) se ha comprometido a hacer un estudio en profundidad sobre los efectos del glifosato en la salud humana, un trabajo que no concluirá hasta finales de 2017. «Mientras haya una opinión científica discordante, el glifosato no debería ser aprobado para su uso en la UE», sostiene Franziska Achterberg, de la oficina europea de Greenpeace. «Conceder una nueva autorización ahora, deprisa y corriendo, sin esperar a esta evaluación, sería como tirarse de paracaídas sin antes revisar el equipo», insiste la activista.

La postura que iba a mantener España en la votación aplazada en Bruselas es una incógnita. La víspera del debate, Greenpeace entregó a la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, 90.000 firmas para forzar su voto contrario a la autorización (ya llevan recogidas más de 96.000). Con esta polémica de fondo, el área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid anunciaba también esta semana que dejará de utilizar paulatinamente el glifosato para el control de las malas hierbas en los parques y zonas verdes de la ciudad, siguiendo así la estela de Barcelona que en diciembre se comprometió a erradicar en el plazo máximo de un año el uso de este herbicida. «Si bien en el momento actual su utilización está permitida a nivel europeo, las últimas consideraciones al respecto de su probable efecto cancerígeno avoca a la consideración del principio de prevención», sostiene un informe encargado por el gobierno de Manuela Carmena a Madrid Salud.

Y este mismo jueves era la Asamblea de Extremadura la que sumaba a esta corriente en contra al aprobar en pleno una propuesta por la que se insta a la Junta a prohibir el uso de herbicidas químicos «para usos que no sean agrarios en espacios de uso público». La propuesta, presentada por Podemos a instancias de Ecologistas en Acción, contó con el apoyo de PSOE y Ciudadanos, mientras que el PP se abstuvo.

María José Tomé Fuente: Diario El Correo de Bilbao
Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y máster en Periodismo de El Correo.

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