Está allí nomás, latente.

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Espero que la vida democrática tenga más adeptos por la libertad que por el consumo.

Conforme nos alejamos del tiempo de la dictadura los hechos se borronean, se olvidan o bien son sometidos a la lucha política por el relato de aquel tiempo. Las generaciones que van naciendo y creciendo en democracia van perdiendo la percepción de los períodos totalitarios con la ferocidad que conllevaron. Se nos van colando sucesos aparentemente pequeños, intrascendentes, que van abriendo grietas que permiten se vayan instalando casi naturalmente, sin que nos alarmen.

No hace tanto tiempo que el ex presidente Mujica, en un libro, relataba sus experiencias como político y presidente. Del libro varias anécdotas y dichos tuvieron amplia repercusión. Sin embargo pasó casi desapercibido el relato de Mujica donde cuenta como un militar se “coló” en su casa burlando la custodia presidencial y le hizo entrega de un video que en su momento tuvo cierta trascendencia. Ni más ni menos, un militar llegó al mismísimo Presidente de la República para dejarle un video amenazante sin que su custodia se enterara.

Hace días nomás, fueron robados documentos que formaban parte de la búsqueda de los detenidos desaparecidos en la dictadura, con enorme profesionalidad, sin romper ni dejar huellas, entraron, se llevaron documentos y dejaron fotos y direcciones de las personas que trabajan en dicha oficina. Una clara amenaza, que sin embargo pasa desaparecida.

9-walter-200x230Luego de esto un coronel retirado, presidente del Círculo Militar, Silva, dice en discurso público que debería realizarse auditoría para controlar el dinero gastado por los organismos de derechos humanos que están realizando las búsquedas en los cuarteles. Si no fuera espeluznante sería caricaturesco. Es en el seno de las FFAA, y en particular de quienes participaron en la barbarie donde se esconden el destino de los desaparecidos y justamente desde allí parten voces reclamando auditorías.

Estos hechos pasan desapercibidos, sin que la sociedad los tome mayoritariamente, minimizando su valor.

La violencia del delito y la presencia creciente del narcotráfico nos aumenta la sensación de inseguridad.

Todos estos componentes van generando un cuadro adverso para la vida y la convivencia democrática pero se instala entre nosotros casi con naturalidad.
Como una clásica receta de la abuela para hacer un bizcochuelo rápido, con los ingredientes típicos, la corrupción, aparece como un mal en ascenso que nos ofende y alarma.

Llega a la política, los partidos son jaqueados además de por la crisis, por la mentada corrupción que parece inevitablemente asociarse al poder.

¿En qué momento se producen estos hechos acumulados? En el preciso instante donde los índices de crecimiento macro económico se enlentecen o detienen. En el preciso instante donde el “derrame” afecta al funcionamiento del el Estado, allí, todos estos acontecimientos se amplifican.

Es lo mismo que la receta del bizcochuelo de la abuela, los períodos autoritarios, represivos, las libertades recortadas se producen cuando se complica el “reparto de la torta”.

Mientras la torta crece, ni la violencia, ni la política, ni la corrupción nos afecta tanto, pero en cuanto se complica el aumento de la riqueza, allí es donde como flores de estación, los problemas se multiplican.

En esos cruces del camino es donde se producen los embotellamientos de reivindicaciones.

¿Cómo se contemplan?, ¿de donde sale el dinero para satisfacer las demandas de cada quién?

También como ingrediente conocido de la receta del bizcochuelo de la abuela cuando hay estancamiento del crecimiento, aumenta la desocupación, el salario pierde valor adquisitivo y aumenta el reclamo de austeridad republicana para el Estado.

En Uruguay, el Estado, abuso más o abuso menos, sigue siendo el mejor distribuidor de la riqueza que hay. Cuanto más grande y más incidencia tiene el Estado en nuestra economía, más trabajo, dinero y servicios reparte.

Tendríamos que preguntarle a los empresarios desideologizados de hoy devenidos en nuevos políticos la preocupación creciente que tienen por “su ineficiencia”.

La transferencia de riqueza a manos privadas ha sido enorme, los patrimonios de los más ricos, se contabilizan por decenas de millones de dólares. En buen romance, a la hora de la famosa recesión, ¿quién pone el dinero para afrontarla?

Allí está escondida la verdadera disputa de estos días. La vida democrática, ¿tendrá la vitalidad para contener y resolver este conflicto o la violencia autoritaria y represiva seguirá ganado espacio?

Por Walter Martinez
Columnista uruguayo

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