La adicción al ruido, abre las puertas a otras adicciones, todo sonido impuesto es ruido

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Se realizó en Montevideo la “Semana del Sonido” organizada por la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, a través del Departamento de Ingeniería Ambiental – IMFIA y la Asociación Uruguaya de Acústica. Uruguay vivió esta primera “Semana del Sonido”, un evento internacional que busca sensibilizar a la sociedad sobre la presencia y el impacto del entorno sonoro, inspirada en las iniciativas del especialista Christian Hugonnet fundador de la “Semana del Sonido”, de la cual existe un antecedente cercano el año pasado en Buenos Aires. La ONDA digital diálogo con la Ing. Elizabeth Gonzalez, Presidenta de esta “Semana del Sonido” y docente de la Facultad de Ingeniería- Udelar.

-¿Cuál es la diferencia entre sonido y ruido?
– Como se manejo por parte de la “Defensoría del vecino”; todo sonido impuesto es ruido. En realidad, el asunto es que Christian Hugonnet el especialista frances en estos temas que nos visita y fundador de la “Semana del Sonido”, lo quiere poner en evidencia es el lado positivo del tema, ver la oportunidad que te da lo que suena. Pero yo creo que acá, todavía, estamos uno o dos pasos antes, nos cuesta más ver la oportunidad. Hay muchos que dicen “ruido”, o “ruido y…” y, ojalá, un día digan “sonido”. El objetivo de esto es tratar que la mayor cantidad de gente posible se acerque a enterarse un poco más de cosas sobre el ruido que tenemos alrededor todo el tiempo, o el sonido, y ver todas sus potencialidades y también ver sus riesgos. Y – como en todas las cosas – tratar de hacerse amigo del lado positivo, pero también hacerse conciente y protegerse de los posibles defectos adversos, que son muchos.

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– ¿Cuál es, para la sociedad, el mayor riesgo del “ruido”?
– El consumo de “ruido”. Es decir, el estar expuestos sin ser concientes que estamos expuestos, el que los chiquilines tengan jueguitos que suenan todo el tiempo, el que les compres un peluche que no tenía porqué tener un chifle, porque no lo necesitaba y lo tiene. O sea, en definitiva, todo ese consumo de ruido que tenemos, nos eleva los niveles de secreción hormonal, nos cambia el equilibrio hormonal, nos mantiene en un estado de alerta y nos vuelve adictos al ruido. La adicción al ruido, además, llega un momento (es muy frecuente en la adolescencia), que nos abre las puertas a otras adicciones más complicadas, porque no nos da el nivel de excitación que nos puede producir el ruido. Y en consecuencia – para mí – el mayor riesgo al que estamos expuestos, tiene que ver con ese consumo que hacemos permanentemente de ruido, sin ser concientes de los riesgos que nos ocasiona. En realidad, siempre te hablan de los riesgos para el oído. Pero para mí, eso no es la parte principal, en el sentido que tardan en manifestarse. Lo pero es lo otro. El niño que se acostumbra de chico a dormir en el Shopping, no quiere decir que vaya a tener la misma forma de desarrollarse que un niño que duerme tranquilísimamente en un lugar con el nivel sonoro que tiene que tener. Y los padres te dicen: “No llora. ¡Está bárbaro!” Está bárbaro, sí, que no llore. Pero eso no quiere decir que el organismo no responda. Y hay una gran inconciencia en eso.

– ¿Está comprobado que le hace mal a la salud?
– Le hace mal, está comprobado que le hace mal. Y no por ingenieros, sino que hay estudios médicos. Porque a veces, cuando uno habla de estas cosas, dicen: “¡Ah, bueno! Pero esta tipa es ingeniera y, entonces, es una terrorista ambiental”. Lo que pasa es que te tienes que relacionar con todas las disciplinas y te obliga a estudiar. Aquí hemos tenido una charla muy valiosa sobre “Decibeles y Adicciones” porque la adicción al ruido tiene también que ver luego con otras adicciones y como te as relacionado al inicio de tu vida con los ruidos.

– Porque parecería que la sociedad actual es muy adicta al ruido…
– Totalmente.

– Porque, en los lugares donde se come, hay televisores. En las discotecas, cada vez el ruido es más alto. Hay varias instancias sociales donde el ruido es parte de la fiesta, parte del asunto.
– Si, es parte del asunto y – a tal extremo – que en el evento se comentaba, por quien vino por Argentina, que está todo el mundo tan adicto al ruido que; “Yo llego a casa e, inmediatamente, pongo música. La música que me gusta. Pero podría quedarme en silencio”. Y ese es el tema: somos como sonido dependientes.

– El silencio, ¿no es ruido?
– El silencio-silencio, no existe en la Tierra. Pero, en principio, el silencio – lo que quiere decir – implica ausencia de ruidos que generen sensaciones que uno sea capaz de escuchar. En realidad, hay gente que le molesta lo suficiente el ruido como para que en una instancia de la Defensoría del Vecino, se había generado una agrupación en contra de todos los problemas que había con el Carnaval, que se autodenominaba: “silencios molestos”.

– ¿Cómo lo toman los jóvenes estos temas?, ¿hay expectativa por formarse en estos temas?
Ahí aparece una cosa un poco curiosa, ha venido gente joven de Ciencias de la Comunicación, de la Escuela Universitaria de Música… ¿Con qué se encuentran? Muchos de ellos, cuando nos preguntan qué se puede estudiar y dónde se estudia, nos encontramos que tenemos muy pocas opciones. En realidad, en las universidades privadas hay alguna cosa y nosotros – en las carreras que se imparten en Ingeniería de la Udelar– tenemos muy poquito de estos temas. Entonces en general, los muchachos que entran no tienen más remedio que estudiar estos temas, ahí empiezan a descubrir un mundo que les resulta sumamente atractivo. Y cuando te preguntan: “¿Por qué no tenemos esto en la carrera?”. La pregunta está buenísima.

– ¿Quizás los medios de comunicación y otras instancias, no toman lo suficiente este tema?
Posiblemente lo que sucede, es que no se tiene conciencia del riesgo que toda la sociedad tiene, en el sentido que se genere el efecto que se llama “pérdida de solidaridad”. Que así se le defina al tema de la respuesta que uno tiene por vivir en un entorno ruidoso. Yo creo que si – directamente desde las cabezas políticas – llegaran a ver ese tema y pudiéramos proyectar lo que sería nuestra sociedad en una próxima crisis (que ojalá no llegue, pero que podemos tener) y donde estemos – además – con un alto consumo de ruido, la agresividad que ya se genera en un período crítico para la sociedad (por no mencionar que, actualmente, estamos en un momento en donde uno ve que en todo el mundo hay una eclosión de agresividad impresionante), seguramente podríamos fomentar mucho esfuerzo aislado que se está haciendo, para tratar de promover que desde los más chicos, no sólo que sepan del riesgo del ruido, sino que disfruten el tener bajos niveles de sonido en su entorno. Que se acostumbren a escuchar música melódica en vez de rítmica, porque la rítmica genera mucho más rápido la secreción de adrenalina, es mucho más adictiva. Que se acostumbren a aprender música por pauta, por partitura, antes de los 13 años. Los franceses ya estudiaron hace años que eso desarrolla y facilita el aprendizaje de la física y de las matemáticas, desarrolla la “inteligencia lógica”. Que seamos concientes de todas esas cosas, como sociedad, yo creo que sería el camino. Pero me parece que estamos muy, pero muy lejos. Porque muchas veces tenemos demasiadas cosas urgentes y no podemos – quizás – plantearnos cosas que puedan llegar a dar sus frutos en tanto tiempo, como podría ser una sociedad más solidaria que, de repente, la veríamos dentro de un lote de años.

– En una escala de 1 a 10, Uruguay – con respecto al resto del mundo -, ¿cómo está en este tema?
– Por lo poco que yo puedo conocer por la vivencia en el asunto de “niveles sonoros”, me va a sesgar las respuestas. Porque una cosa es lo que uno lee en el número y otra cosa es lo que pudo escuchar. Pero yo creo que separaría lo que son las culturas latinas, por un lado, y el resto. Las culturas latinas, creo que sólo nos podemos comparar entre nosotros. Porque no creo que le puedas explicar a un suizo porqué, un domingo de tardecita, sale una cuerda de tambores. No lo entenderían, ¿no? Entonces, hay una parte que es cultural. No creo que los latinos pudiéramos vivir en una forma más silenciosa, salvo que fuéramos concientes. Y ahí, el ejemplo es España, que viene luchando hace años contra el tema del ruido y – realmente – han logrado cosas. Pero sus vecinos italianos – por ejemplo – son una sociedad hiper ruidosa. Nosotros acá, en Uruguay, creo que por ser un país pequeño y por tener – más allá que nos vemos super invadidos por tantos vehículos y todo lo demás – no tenemos tantos problemas como en otros lugares. Es decir, los problemas que tenemos, son problemas locales: la queja por la discoteca, la queja por el vecino, la queja – eventualmente – por la obra en construcción. Pero si uno se fija, no hay una queja masiva por los ruidos del tránsito o por otras cosas por el estilo. En ese sentido, yo creo que – todavía – andamos bastante mejor que en otros lados. No hemos tenido que encarar – por ejemplo – soluciones como las barreras acústicas para las carreteras, lo cual me parece de lo más destacable, porque muestra que – en cierta medida – no han sido necesarias porque se han podido establecer ciertas restricciones a las cosas que se van a instalar en cada lado. Ahora, creo también que si tuviéramos una mejor normativa, nos iría muchísimo mejor. Porque se podrían plantear – con mucha más fuerza – los temas de ordenamiento, de exigencias, que muchas veces quedan librados a lo que son los estudios de impacto ambiental que se hacen de emprendimiento a emprendimiento. Y esos son para emprendimientos grandes que, como tales, son muy controlados. Cuando en realidad, a veces, no es el emprendimiento gigante, sino el montón de poquitos que hacen mucho ruido, pero que – cada uno en sí mismo – no es pasible de tanto control.

– ¿Queda algo que mis preguntas no hayan tomado y que tu quieras subrayar o agregar?
– No, creo que tocaste todo. Sólo una invitación a que los lectores de LA ONDA digital, piensen y se informen sobre este tema.

Elizabeth Gonzalez
Ingeniera uruguaya

La ONDA digital

 

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