Los equilibrios macroeconómicos

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El tema de los equilibrios macroeconómicos tiene cierto grado de consenso en la literatura económica. Yo también los acepto, hay que cuidarlos, pero no en forma dogmática ni de manera fundamentalista. La historia del FMI en la América Latina y en los últimos años en Europa, con sus recetas de ajustes económicos para alcanzar dichos equilibrios, marcan los resultados altamente negativos para sectores de menores ingresos y más vulnerables.

Hace 50 años escribí un libro, junto a Samuel Lichtensztejn, titulado “El FMI y la crisis económica nacional” donde mostramos una crítica muy profunda a las propuestas de dicha institución internacional, centradas en ajustes económicos para alcanzar los equilibrios económicos.

He mantenido esa posición heterodoxa a lo largo de los años y las duras críticas que realicé a las elevadas devaluaciones me han transformado en un crítico permanente de los actuales atrasos cambiarios. Esta nota surge por la propuesta que el Frente Amplio, AlbertoCourielcomo organización política, le presenta al Presidente de la República Tabaré Vázquez, sobre el tema de la rendición de cuentas. En ella se expresa: El FA “es consciente de la necesidad de mantener los equilibrios macroeconómicos los que si no fueran controlados seguramente repercutirían negativamente en la calidad de vida de la población, y especialmente, afectaría desfavorablemente a las personas de menores recursos y a los trabajadores. Por ello ratifica que se continúe con la responsabilidad en el manejo de las cuentas públicas”.

Esta frase, elaborada por el presidente Javier Miranda, nunca fue analizada ni discutida en la Comisión de Programa del FA que preside Constanza Moreira, ni con la rigurosidad necesaria en la Mesa Política.

Pero sí tenemos que admitir que va en la línea del discurso de Tabaré Vázquez el 1 de marzo. En dicha presentación, tomando partes del discurso por parte de Oscar Bottinelli en su artículo del Observador del 11 de marzo, se expresa: “En lo económico estas serán las líneas de acción.

En primer lugar, trabajar fuertemente para no perder el grado inversor; siendo este el activo financiero intangible más importante que tiene Uruguay. (…) En segundo lugar, luchar frontalmente y sin tregua contra la inflación, ya que ésta es una carga pesada para los sectores de la población con ingresos fijos y con menores ingresos. (…) En tercer lugar, en materia del gasto público es necesario, no sólo reafirmar el compromiso asumido en la discusión presupuestal de evitar la persistencia de una “lógica incremental” sino también disminuir los gastos del Estado que no sean prioritarios.

Pero que quede claro. Mantendremos en todo su nivel la inversión comprometida en políticas sociales”.

Se pone como primera prioridad mantener el grado inversor. Éste lo determinan las calificadoras de riesgo, que representan a los acreedores financieros y que exigen ajustes económicos, sustituyendo al FMI en la región, para garantizar el pago de los servicios de la deuda externa. Yo no deseo perder el grado inversor, pero no puede ser primera prioridad. Esta debiera ser el crecimiento y el empleo.

Antes el equilibrio macroeconómico para garantizar el pago de la deuda era el superávit de la balanza comercial. En la actualidad, con la expansión de los movimientos financieros ese desequilibrio se cubre con entradas de capitales. Ahora el énfasis se pone en el déficit fiscal pidiendo un superávit primario- antes del pago de intereses- o el equilibrio fiscal o el descenso del déficit.

La preocupación surge porque el déficit se financia con deuda y quieren asegurarse y garantizar el pago de la misma, como prioridad esencial y exclusiva. No es válido cualquier déficit fiscal, pero en determinadas condiciones específicas, como lo planteaba Keynes, es positivo para asegurar el empleo productivo. También aparecía el déficit fiscal como causa de la inflación.

No hay comprobación empírica de ello. En los últimos años la Unión Europea tuvo elevados déficits fiscales sin inflación. En EE UU la Reserva Federal tiene objetivos antinflacionarios, pero también de mejorar el empleo. Para ello, en todo el período de Obama mantuvieron bajas las tasas de interés, tuvieron elevados déficits fiscales e inclusive expansiones cuantitativas monetarias sin inflación.

El descenso de la inflación en el último mes en Uruguay, el Ministro de Economía y Finanzas se lo atribuye a la política cambiaria. Con ello confirma que esta política se usó para combatir la inflación, afectando la competitividad. A enero de 2017 con respecto a diciembre de 2004 el atraso cambiario es de 47%. ¿Cual será la responsabilidad de este atraso cambiario en el cierre de diversos establecimientos industriales?. Otra vez la prioridad a los equilibrios macroeconómicos y no al empleo.

Miranda se expresa en la misma línea, quasi ortodoxa, del equipo económico. Si hoy el equilibrio macroeconómico es bajar el déficit fiscal con leve crecimiento y sin aumentar impuestos, sería inevitable bajar el gasto público. Si baja la inversión pública se afectará el empleo y aumentará el desempleo. Si baja el gasto social se afectarán las medidas que intentan atender las desigualdades.

También es cierto que estos temas tienen que ver con la ideología predominante en los mercados financieros internacionales y con las relaciones de poder. Los sufrimientos de Grecia son un caso nítido de relaciones de poder por la fuerza de Alemania. América Latina debería unirse para enfrentar a las calificadoras de riesgo, que han otorgado triple A a títulos de empresas que meses después quebraron.

En mis últimos 10 años de actuación parlamentaria bajo los gobiernos del FA, nunca tuve la posibilidad de debatir internamente estos temas, salvo el de la reforma tributaria. El Frente Amplio no puede quedar ajeno a estos temas, que siempre han sido monopolio del equipo económico, con fuerte apoyo de la Presidencia de la República. Probablemente por aquí pasen algunos de los descontentos y desencantos que viven los frenteamplistas.

Privilegiar los equilibrios macroeconómicos es privilegiar los ajustes económicos que terminan afectando a los trabajadores, sectores de menores ingresos y vulnerables. Una cosa es privilegiar, otra no descuidarlos para atender con prioridad al crecimiento y al empleo.

Por Alberto Couriel
Economista y ex senador

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