Una plaza y muchas plazas

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Si la “Plaza 33” ya no es lo que era, la sociedad tampoco. La evolución de la sociedad y sus necesidades parece divergente con la de plazas como “la 33”.

En nuestra tradición, la “Plaza 33” fue el centro de la  ciudad y de la ciudadanía desde la fundación de la Villa de San José. Como en todas las herencias españolas, la iglesia y los principales edificios con las actividades sociales más destacadas, se concentraban en las plazas principales de cada pueblo. Natural punto de encuentro, paseo obligado y escenario privilegiado para la cultura local.

Como centro social donde se reproduce la cultura, quienes vivimos aquí, hemos trepado de niñas en los leones de la plaza, asistimos a fiestas con la Banda Municipal tocando la música de fondo, nos sacamos fotos en los bancos verdes y tomamos mate en el “banco de los bobos”. Hasta hace poco tiempo se observaba a los más veteranos reunidos comentando las novedades del día y sin duda, observando a transeúntes sin perder detalle para llevar los comentarios actuales a su barrio. La música de la plaza, los recreos de la escuela y el placero gritándonos que no podíamos pisar el césped, también son parte de nuestra memoria colectiva.

Por los espacios públicos como la Plaza pasa la vida en las ciudades del interior. En ellas generamos muchas de nuestras relaciones creando sentido de comunidad y pertenencia. Creo que mirar por las plazas de las ciudades del departamento es parte importante de las políticas públicas que desarrolla todo gobierno departamental. El proceso debe ser incluyente y participativo.

Hoy, la “Plaza” 33 luce descuidada: no cuenta con la limpieza necesaria y las reparaciones se hacen esperar mucho. ¿Por qué está tan sucia nos preguntamos a veces cuando atravesamos por alguna de las diagonales? Hay mugre impregnada en las baldosas y en los bancos. Además, los bancos son escasos y en ocasiones están en malas condiciones. Entiendo que los actos vandálicos rompen implementos de la plaza y hasta dejan marcas en el monumento, pero esto debe ser tratado desde una política integral de espacios públicos: su acondicionamiento, mantenimiento y mecanismos educativos y persuasivos para cuidar el espacio que tenemos.

La poda de los árboles es otro capítulo -en la plaza 33 y en varios otros puntos- que se llevó a la Junta con poco éxito. ¿Cómo se realiza la poda? ¿Cuáles son los criterios técnicos? Las opiniones son encontradas. ¿No habrá criterios técnico- científicos para escuchar?

Los perros sueltos y los desmanes que provocan algunos transeúntes hacen que algunas personas, sobre todo las niñas y adolescentes más chicas, se cuestionen si pasan por la plaza o la esquivan en su recorrido. Y si no tienen más remedio que cruzarla, bajan la vista al piso para pasar desapercibidas. ¿Qué relaciones estamos reproduciendo de nuestra comunidad a través de esta plaza?

La iluminación es otro factor de gran importancia que define y configura el espacio público. ¿Cómo es la iluminación de la plaza? ¿Privilegia el espacio donde están las personas o a las calles donde están los vehículos? La posibilidad de estar en las plazas a partir de la hora que cae el sol depende de cómo concibamos la iluminación. Esto tiene que ver con la seguridad ciudadana, tan nombrada por estos días y existen ciudades de muchas partes del mundo que implementan programas de seguridad -ciudades seguras- donde uno de los principales recursos atendidos es el de la iluminación.

Pensemos en otras plazas de la ciudad, en las otras plazas del departamento: en la plaza de Libertad, de Rodríguez, Ituzaingó o Ecilda Paullier. Pensemos en las necesidades urgentes que de espacios públicos tiene Ciudad del Plata, donde sólo hay algunos pocos para su gran extensión urbana. O en Puntas de Valdéz, sin ningún espacio público como una plaza donde reunirse con los amigos.

Hay muchos ejemplos de cómo aprovechar los espacios de las ciudades, los rincones de los barrios para que se vuelvan más abiertos y propicien el intercambio. Ejemplos lejos y muy cerquita como la plaza Walter Etcheverría en Trinidad o la Plaza Líber Seregni en Montevideo. Esos espacios invitan a la ciudadanía a apoderarse de ellos y a generar actividades nuevas, que antes no se hacían en ese lugar. Niños, jóvenes y mayores pueden tener espacio y actividades adecuadas para todos. En una palabra, son lugares donde ejercer y disfrutar ciudadanía.

A veces parecería que en San José nos alcanza la desidia y no nos damos cuenta de que el camino a recorrer para cambiarlo será cada vez más cuesta arriba. Exijamos un poco más a nuestros gobernantes: que nuestras plazas, nuestros parques y nuestros espacios públicos estén en mejores condiciones. La vida moderna nos aísla y encierra, la tendencia hacia lo individual es muy fuerte.  Ejerzamos ciudadanía y no olvidemos que parte importante de la vida de las ciudades pasa por nuestras plazas.

Por Ana Gabriela Fernández
Edila en la Junta Departamental de San José. Actriz egresada de la EMAD y Educadora Social. Doctoranda en estudios de Género en la Universidad de Oviedo. Docente e investigadora en el Programa Género y Cultura de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

 

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