La nueva democracia que surgió después de la dictadura en nuestro país, cobró nuevos bríos. Los partidos políticos sufrieron transformaciones profundas, a partir de la última reforma constitucional. Fue así que las elecciones internas de cada colectividad política les dieron nuevos empujes al democratismo, no solo porque promovieron recambios en las direcciones partidarias, sino porque también se abrieron espacios para la elaboración programática.
Es en este marco de transformaciones institucionales, que el país ha entrado en la actual campaña electoral con la colectividad política fortalecida. Hoy todos los uruguayos sabemos bien quien es quien en cada partido político y a dónde apuntan las intenciones de sus dirigentes.
En este sentido tenemos por delante un cuadro político que en caso de llegar a un balotaje, va a obligar a la ciudadanía a optar entre políticas claramente de derecha y propuestas progresistas que se manifiestan en el Frente Amplio, quien expone un programa acordado en su propia interna.
De esta forma el debate no se reduce a una simple lucha por los cargos de poder sino que los trasciende. Sin desconocerlos.
La propia Constitución de la República abre varias alternativas: para llegar al gobierno se puede hacer teniendo mayorías parlamentarias o no, lo que hace extremadamente interesante el escenario por el “asalto” al gobierno.
Es lógico afirmar que el que gane necesita mayorías parlamentarias para poder aplicar su programa hasta sus últimas consecuencias, pero también hay que saber que si esas mayorías no nacen de las urnas, se pueden lograr desde el parlamento, lo que no será sencillo.
Si gana el Frente Amplio con mayorías parlamentarias lo más seguro es que el país entrará en una estabilidad trascendente, que le permitirá soñar si pesadillas.
Si eso no ocurre hay varias posibilidades. Una de ellas es que la derecha encabezada por Lacalle Pou y Bordaberry se pongan de sombrero al movimiento social uruguayo, tal como ocurrió en la época de la presidencia de Jorge Pacheco Areco. Más desestabilización, por cierto.
Si el FA gana sin mayorías puede pasar que quede aislado, lo que sería dramático para nuestra democracia, pero también puede ocurrir que el Frente gane aliados en filas de los dos viejos partidos históricos, lo que provocaría la fractura de ellos. Si esto pasara estaríamos ante un nuevo cuadro político, trascendente para la cultura política del país.
De todas las opciones señaladas el camino más sereno y firme es que el Frente Amplio gane con mayorías parlamentarias, entre muchas razones porque en el mundo complejo que vivimos hoy no hay lugar para las aventuras, ni para sociedades que no entiendan que la serenidad y la paz social y política son imprescindibles para llegar a buen puerto.
Pase lo que pase, se expresen como se expresen los uruguayos en las próximas elecciones nacionales, lo que importa es que no haya lugar para confrontaciones interpartidarias con carácter grave.
Por Raúl Legnani
Maestro y Periodista
Urumex80@gmal.com
La ONDA digital Nº 686 (Síganos en Twitter y facebook)
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.
Otros artículos del mismo autor:
- Entrevista realizada por Raúl Legnani al Dr. Enrique Tarigo sobre las elecciones de 1980 durante la Dictadura
- «Lacalle Show» | Nicolás Centurión, Raúl Legnani: en tiempos distintos
- Doctor René Favaloro | Cuando El Cóndor no pudo con el «by-pass solidario»
- Jesús se murió y se fue al Cerro
- Jorge, el ciudadano