“El tiempo sin libros”

Tiempo de lectura: 6 minutos

A propósito de “El tiempo sin libros”

Pausa. Escribo.

dice el “fatiga” que la Tercera Especial está desde el 69…Caballero desde Noruega insiste que fue después del abuso…los 3 o 4 del abuso que ya enganchamos en el grupo dicen que no, que desde el 68…”

Retomo. Pienso.

Fernando Gallardo

Habrá que escribir. Habrá que reescribir. Habrá que recordar y escribir para que exista todo nuevamente. Un papelito… en el ómnibus, en el baño… (bueno, está bien: en el celu) una fecha, la requisa, la celda, la comida, las visitas…El “Queque” tiene escrita una cronología precisa, exhaustiva, en capítulos breves y ágiles. El primer capítulo son las primeras impresiones sensoriales que nos causaba el Penal de Punta Carretas. El olor inconfundible, los ruidos…

“Él existe si yo lo recuerdo”, dice en el programa que nos dieron a la entrada del teatro.

Pausa. Escribo.

“en ese Shopping hubo una cárcel y mi padre estuvo preso allí”- le dijo la hija del flaco Caballero a una dramaturga noruega, Lene Therese Teigen. ¿Sabían, che? Cecilia se llama, la gurisa. El sábado fuimos con el “garza” a ver la obra que hizo la tal Teigen. Nos hicieron un guiño.  Por ahí en un parlamento dicen que en el Shopping no hay ni un letrero que recuerde la cárcel… y el Iván Solarich soltó un “bueno, parece que ahora si lo van a poner” y no nos miró pero sí. Y con el “garza” nos junamos atravesando miradas por el escenario que queda entre dos filas”

Retomo. Pienso.

El shopping tapó todo. El shopping está escondiendo lo que pasó. Siempre se esconde lo que pasó. No me acuerdo de muchas cosas. Es como no tener libros, ¿no? Hay que contar. Hay que escuchar. Hay que escribir.

Pausa. Escribo.

“me sacaron en enero de 1976, fue el teniente Alvez, para llevarme a la máquina en el cuartel de 33, me acuerdo que dicen que Martin Ponce de León vio cuando me ataban como matambre y como me tiraban como bolsa de papas a la camioneta Chevrolet verde, que dijo en el 23 que yo no volvía, así como me llevaron difícil que vuelva, y me fui con el trueno de todo un penal golpeando rejas y cacerolas y puertas de acero de celdas, y me ahogaron en el submarino y el médico Hugo Días Agrelo (lo voy a escribir especialmente Hugo Días con ese o con zeta Agrelo, capaz que con dos l) me dijo como gran cosa te reviví… hijo de puta… pero volví al tiempo, pero volví, y no podía subir las escaleras hasta la Tercera Especial, y justo subían del recreo y me ayudaron los compañeros, me ayudaron y yo lo único que quería decir eran dos cosas que salvé el examen, camaradas, y que volví para devolverles su trueno…”

Retomo. Pienso.

Estuvo bueno. Formar el grupo y a los pocos días ya éramos más de cien. Y yo que pasé de paso, si se quiere, por Punta Carretas, leo y releo mil historias que se van desgranando. ¡Desde el 68! Nos saludamos entre todos, recordamos quienes habitaban nuestras celdas, las bromas pesadas a los nuevos, los flauteos…nos contamos cuando y como murieron los que ya no recordarán nada.

“La memoria se reconstruye con lo que vos te vas contando y con lo que otros te van contando”- dice la Cecilia, la gurisa del flaco Caballero, la que dirige la obra que fuimos a ver. “Yo tenía cinco años cuando vi a mi padre y lo rechacé, claro, lo consideré un abandono”. ”Me contaron, yo no me acuerdo”.

“¿Qué debemos recordar y por qué”- dice el programa? – “¿Qué debemos olvidar y por qué?” ¡Y la loca olvidó que rechazó al flaco, su padre!

Pausa. Escribo.

“nos estaban dando en la DNII ahí en Paraguay y Maldonado, cuando aflojó un poco podíamos pedir para ir al baño, yo tenía una camiseta blanca y pantalones blancos y hasta mi capucha era blanca, y soy flaco y alto y de patas largas y finas…pasé por arriba de todos los compañeros con mis zancadas y alguien dijo en falsete ahí va una garza, tá, la quedé, soy el “garza” para toda la vida” – cuenta el “garza”, imbatible al basquetbol en el patio 23 del Penal. Otro bueno era el pájaro Vilaró y otro Jaime Perez…bueno: había otros…habrá que escribirlo también para no olvidar…bueno, en realidad me parece que el pájaro era medio tronco…no sé”

Retomo. Pienso.

Una maravillosa coincidencia, ¿no? Ese sábado que fuimos a ver “El tiempo sin libros” recorrimos la entrada del shopping con los compañeros de la Comisión pro-Sitio de la Memoria del Penal de Punta Carretas y la arquitecta y vimos dónde y cómo podría llegar a ser aquello. Sería como escribir, pero sobre la ciudad misma. Sería como marcarla. Si. Una marca como las que muchos tenemos. Bueno: todos tenemos. Están expuestas. A veces se ven cuando actuamos. O cuando callamos. O cuando nos dejamos ir muriendo. O cuando escribimos para recordar lo que no queremos recordar.

Pausa. Escribo

“al chómpiras lo volvieron loco en la tortura, se ha pasado los años en el Vilardebó, pero salía y entregaba poemas en los ómnibus, él también escribía en papelitos y marcaba recuerdos…escribía por ejemplo ¿Qué es esa manía de mirar por la escotilla? Las sirenas no vienen cuando uno quierey menos cuando hay tormenta.

Retomo. Pienso.

Estuvo bueno ir al teatro. Pasamos de largo por aquel teatrito. Ni lo vimos. Fue parecido a lo que estamos haciendo ahora con esto del sitio de la memoria. Encontrar una puertita en lo gris y frío y duro. Las veredas y calzadas y edificios y memorias son así. Pero somos persistentes y entramos. Y la obra, genial, nos tragó de un trago o de un bocado. Trago si somos liquido como la historia de Bauman. Capaz que sí. O un bocado sólido y difícil de tragar. Si. Somos duros de tragar los que paseamos las memorias que son de todos, que son de todos. Que son de todos.

Pausa. Escribo

“Nombre? Fernando Ariel Gallardo Castro

¿Cedula de identidad? 1.910.369-7

¿Estado civil? Casado

¿Profesión? Feriante

¿Domicilio?

…y si van y agarran a mi hijo? ¿Y a mi compañera?

¿Domicilio?

…elijo no recordar, uno elige lo que hay que olvidar, “uno recuerda lo que quiere”

Vine a denunciar…declarar… ¿cantar?

Y el juez que me pregunta: ¿Por qué denuncian ahora? Tantos años después…”

Retomo. Pienso.

La gurisa del Caballero, Cecilia, la directora de “El tiempo sin libros” habla del método Meisner. “La importancia del aquí y ahora”. “Lo importante no es lo que estás diciendo sino lo que está pasando de verdad”

En el centro de la doble fila de espectadores las cosas que pasan por ese increíble texto de Teigen, por la dirección, por Ma. Elena Perez, Iván Solarich, Ma. José Lage, Cecilia Martinez y un montón de papelitos marcados de memoria, pasan por nosotros, pasan de verdad, como para conmovernos y derramar, mejillas abajo, recuerdos que quizás no sabíamos que los teníamos. Y hablo de nosotros, los ex presos políticos. Pero qué hay de compañeras o hijas, como Cecilia Caballero, o esa maravillosa platea joven, gente que “no tuvo nada que ver con nada”, también se fueron con memorias, que no sabían que les pertenecían, impresas en el papel sensible de la piel como si fuera una fotografía.

Pausa. Escribo.

Escribe el poeta loco. Debo escribir su nombre, no lo olviden por favor, porque ya se murió. De muerte pero de locura. Pero de tortura.

Azul, azul

de los tiempos

que vendrán

azulando

lo que es negro”

Y el poeta se llamaba, se llama: Julio Sánchez, alias Chómpiras, ex preso político. En el Penal le decían el Burrito Sánchez.Queda escrito.

Retomo. Pienso

“Escribir era un modo de conservar la existencia, de registrar el alma” se puede leer en el boletín.

Pero tal vez tenemos que convivir con otra interrogante mayor, que nos deja “El tiempo sin libros”:

“¿Qué hacemos con todo esto?”

Gracias, gente de teatro.

Gracias, “teatro como futuro”.

Nadie debe dejar de ir a buscar su pedacito de memoria en “El tiempo sin libros”.

 

Por Fernando Gallardo

 

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