El desconcierto ganó las filas opositoras, a tal punto que se desenfocan y atacan a un ministro haciendo de ese ataque su principal propuesta. Exageradas atribuciones para quienes se postulan al mayor cargo que puede aspirar un ciudadano uruguayo. Hacer de la expulsión de un Ministro su principal consigna, deja en claro la pobreza argumental de quien debe proponer antes que criticar. Más aún si lo que promueve son medidas que ya se aplican gracias a la gestión de quien quieren echar. Incoherente discurso en el que abundan manejando un diálogo de sordos al que pocos -muy pocos- someten para desenmascarar como corresponde. Son escasos los interlocutores que confrontan sus propuestas y retrucan afirmando que fue Bonomi el que hizo lo que ninguno antes se animó cuando estuvo en el gobierno.
¿A quién defienden?
A esta altura ya parece un exceso escénico seguir arengando contra una persona en lugar de hacer foco en lo que proponen. Particularmente en propuestas sustantivas de gestión, de lo que se proponen hacer en el hipotético caso de acceder al gobierno. Seguir exponiendo que su principal propuesta es sacar un Ministro, además de ser de una pobreza argumental sin parangón, denota una falta de conocimiento absoluto de la realidad. Encima, dando muestras de un autismo tal que le hacen ignorar cómo lee la población cada una de sus salidas que siguen planchándolos en un piso que se aproxima más al 10% y bajando, que a subir algún escalón más en la intención de voto.
Me pregunto: ¿a quién defienden? Porque, lejos de defender a la gente, se ponen a destruir la gestión de quien aplicó lo que no se animaron o no pudieron cuando fueron gobierno. Querer sacar a Bonomi implica -de forma directa o indirecta- apoyar a quienes no estuvieron de acuerdo con los cambios, aquellos que hacían de la corrupción su principal fuente de ingreso. También implica no apoyar una gestión que modernizó la fuerza policial, dotándole de instrumentos para combatir una delincuencia que no paró de crecer ni de adecuarse a los tiempos modernos. Entonces sigo preguntándome ¿a quién defienden?
Nos queda claro que prefieren de Ministro alguien como Guillermo Maciel, que registra en su haber el logro (¿?) de haber adquirido “las latas” cuando ejerciera como Director General de Secretaría de Guillermo Stirling. Espacio que fuera felizmente clausurado por Bonomi dejando atrás un símbolo de la más retrógrada e indignante gestión de la realidad penitenciaria nacional. No solo no tienen propuestas, tampoco tienen candidatos confiables para encabezar una cartera que requiere de gente dispuesta a tomar decisiones que trasciendan su gestión y nos garanticen resultados. Y en materia de gestión carcelaria ¡vaya si se han dado resultados! Negarlos es tapar el sol con las manos, acción que igualmente siguen practicando sin temor al ridículo.
Ganamos «con» Bonomi
Esa disputa por el espacio más reaccionario les está llevando a distanciarse del grueso de la opinión pública, rescatando espacios mediáticos (un bastión que aún mantiene la derecha uruguaya), dándoles visibilidad haciendo creer que esa es una opinión dominante. Si se lo creen estarán cometiendo un grave error de apreciación por cuanto por más que lo sigan repitiendo, la realidad es la misma siempre y no porque ellos repitan hasta el hartazgo sus consignas contrarias a Bonomi, dejarán de ejecutarse las medidas que hizo de su gestión la más destacada desde el advenimiento de la democracia. Gestión que reconocen otros y no precisamente quien esto escribe.
“Algunos en este debate que a veces bordea el absurdo dicen que nunca hubo 14 mil rapiñas al año como ahora. Está bien que lo usen en campaña porque en política vale todo, pero a cualquiera que haya estado siguiendo este tema en las últimas décadas el comentario suena risible y linda con la deshonestidad intelectual.
Si uno agarra el gobierno con 2 mil rapiñas y lo deja con 4, otro agarra al siguiente con 4 y lo deja con 7, otro lo agarra con 7 mil y lo deja con 9.500, otro lo agarra con 9.500 y lo deja con 12 ¿qué le toca al que sigue? Y ahora el argumento es que nunca hubo 14 mil rapiñas. Claro porque para llegar a 14 mil hubo quienes antes colaboraron con que hubieran mil, dos mil, tres mil, cuatro mil, cinco mil, otro puso lo suyo para que llegaran a las seis mil, siete mil, ocho mil, no pudieron con ellas y llegaron a las nueve mil, diez mil, once mil, doce mil, y así. Pero no, parece que lo que dejaron los que manejaron el país en los últimos 30 años es una herencia bendita. ¿Será por eso que la gente, esa que siempre tiene razón, los sacó del poder por dos períodos y todo indica que los mantendrá afuera al menos uno más?
Si la gente tiene razón en querer castigar a la izquierda, ojalá sea por cuestiones tales como la educación o por su inacción en mejorar la infraestructura tras años de bonanza, por mencionar dos debes evidentes del gobierno.
Pero si la castiga por cómo la izquierda manejó la seguridad, será la demostración más patente de lo obvio (por suerte lo obvio puede obviar la demagogia): “ la gente” no siempre tiene la razón, porque lo que muestra la película, no la foto, es que en materia de seguridad, la gestión de este Ministerio del Interior es una de los mejores, sino la mejor, de la era post dictadura.” *
Acaso también es tiempo de recordar otras opiniones sobre la gestión de Bonomi: “Para mí es el mejor ministro del Interior que tuvo el Frente Amplio…” (Senador Jorge Larrañaga a El Observador – 11 de enero de 2012).
Es cierto que ha pasado un tiempo desde esta última afirmación del candidato a vice nacionalista, pero hay que marcar una diferencia entre una y otra opinión. Mientras el primero la mantiene y argumenta basado en ver “la película” y no solo “la foto”, el segundo es rehén de su condición de político y sigue el juego electoral que lo posiciona en una puja por llegar a ser gobierno. Igualmente uno aspiraría que se reconocieran los logros y objetivos que guían una gestión que fue acordada como política de Estado, logrando un acuerdo multipartidario. Acuerdo que fue un plan de obra seguido al pie de la letra (y profundizado) por quien hoy es blanco de todas las críticas.
Ahora se instaló la discusión “Bonomi sí ó Bonomi no”. Bueno, en verdad la disyuntiva es de otros porque para Tabaré Vázquez está más que claro. Los grandes líderes son aquellos que saben ver el bosque antes que el árbol; Tabaré lo está viendo y sabe que en materia de seguridad hubo que dar estos pasos para poder avanzar en el camino. Sabe que quien lideró esos pasos fue Bonomi y su equipo. Sabe también que si el camino es la recompensa -como dijera el Maestro Tabárez- ese camino ya se transitó en este período y la recompensa estará en el próximo con resultados que vendrán, sin duda.
En el anterior gobierno -bajo su mandato- lo puso al frente de la cartera de Trabajo, allí plasmó en poco tiempo una faraónica labor con la reinstalación de los Consejos de Salarios y al final del período, su gestión fue de las más reconocidas. El motor interno que significó la revalorización del salario fue uno de los que impulsó el cambio económico dinamizando un sector de nuestra economía que sufría invariablemente los avatares de ciclos económicos de ajustes fiscales en cada administración anterior al Frente Amplio.
Tabaré lo puso a prueba entonces, pero ahora no necesita de ninguna prueba, pero si así fuere, cuenta con la opinión objetiva de expertos internacionales que avalan el trabajo hecho en la cartera. Expertos que hoy la oposición pone en el tapete sin reaparar que han sido consultores de esta gestión (Sherman, Melguizo, Shane, Bratton, por citar algunos).
También la experiencia internacional fue objeto de consulta y no se esperó el final del período para enterarse, como parece ser la idea de una oposición que necesitó traer a Rodríguez Zapatero para conocer la experiencia española en cárceles mientras que Bonomi la fue a conocer ni bien asumió en 2010 y hoy se aplica en la progresividad del sistema implantado por el INR.
La gestión de Bonomi sentó las bases de los cambios de una realidad que hasta la oposición sabe que vendrán, de allí el desespero por sacar -antes que los resultados se visualicen- “al mejor ministro del interior de los últimos tiempos”, según escribió el periodista Gabriel Pereyra. Por algo será…
*Columna del periodista Gabriel Pereyra
el hombre levantó la mira,
el perro aumentó el ladrido…
Por El Perro Gil
Columnista uruguayo
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