Terrorismo de Estado y Seguridad

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Como todo lo relacionado a los delitos cotidianos el robo al Jefe de Policía Mario Leyera, con vidrios rotos, huida en moto y custodia en el frente sin enterarse, tuvo amplia cobertura informativa.

Pocos días atrás el sub Secretario del Interior Jorge Vázquez declaró que Uruguay había dejado de ser de interés para el narcotráfico. Mencionó los operativos que desbarataron enormes operaciones de tráfico de drogas. Solo para recordar algún ejemplo menciono el yate anclado en el río Santa Lucía con un cargamento enorme de cocaína. O la operación desbaratada que pretendía adosar al casco de un barco que iba rumbo a Europa media tonelada de droga debajo de la línea de flotación. Digna de las películas de Hollywood, con buzos preparados para la tarea e infraestructura apropiada. Sin pena ni gloria estos hechos fueron sepultados por las nuevas noticias, por los delitos que hacen que la prensa comunique y que los diversos actores políticos y sociales declamen sobre seguridad e inseguridad, sobre medias que faltan o inacciones que sobran.

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Como fotos sin orden cronológico de norte a sur, lo más reciente, la brutal desaparición de los cuarenta y tres estudiantes mexicanos, que no hacen más que exponer la barbaridad del Terrorismo de Estado y la participación del narcotráfico que viene cobrando miles de vidas entre secuestros, muertes y desapariciones.

Podría mencionar actos infinitos de lo que ha hecho en Colombia el narcotráfico, las décadas de confrontación que han estado siendo azuzadas por acciones a veces sin sentido aparente o con horror expreso.

Más cercano, acá nomás en la vecina Argentina, misteriosos desembarcos de grupos farmacéuticos mejicanos, compras de efedrina importada, que además de servir como materia prima para medicamentos se usan para el tráfico internacional de drogas, terminaron con la aparición de tres empresarios jóvenes muertos, con balazos en la cabeza. Crímenes no resueltos con sello indiscutible de mafia organizada. Ajustes de cuentas, balaceras en procesiones religiosas de comunidades en algunas villas, son solo ejemplos de una presencia creciente de narcotráfico en nuestros vecinos.

Cuando Bertolt Brecht alertaba a la humanidad sobre “la perra en celo”, se refería a la ferocidad del fascismo, forma política que adoptó el capital financiero para hacerse del predominio político. Discutimos en América las caracterizaciones de las dictaduras en los setenta ¿Correspondía definir a los golpes de Estado de tal manera?, la ausencia de partidos de masas que respaldara esos procesos, ¿no invalidaba tal denominación? Lo sustantivo de las dictaduras fue la correspondencia con el empoderamiento del capital financiero, la especulación, las deudas externas, el empobrecimiento de los pueblos fue común. La acumulación voraz y veloz de la riqueza solo se logra con violencia y en ausencia de marcos democráticos que lo impidan. La tortura, la muerte, la desaparición, esa que nos horrorizó por sus dimensiones fue solo equiparable al mismo proceso pero de acumulación de riqueza en pocas manos.

Siempre la acumulación desmedida y veloz del dinero tiene violencia implícita y expresa. Los indicadores de ganancias que acumulan las ventas de armas, se expresan en términos de sofisticación de las mismas, capacidad de destrucción y muerte. Los miles de civiles que por el mundo van muriendo en conflictos bélicos que van envueltos en nacionalismos o en religión lo registran los medios de comunicación, pero quien se beneficia detrás de las orgías de destrucción quedan anónimos, son pocos y ganan mucho.

De la misma manera el narcotráfico por las ganancias que obtiene, logra injerencia en los estados, incorporando violencia en las sociedades y corrupción en los gobiernos.

En América el avance democrático con crecimiento económico para la paz, con producción y distribución de la riqueza hacia sectores históricamente postergados va ganando terreno y estabilidad. Gobiernos progresistas y de izquierda son reelegidos por sus pueblos por un reconocimiento claro de esto y por otra parte el Terrorismo de Estado allí donde el narcotráfico se incrustó en el poder provoca la violencia institucional. Donde este poder no alcanzó la cima desarrolla su expansión violenta multiplicando en las sociedades democráticas los delitos.
Por eso creo que a la hora de hablar y medir las políticas de seguridad debería ser un indicador destacado los resultados obtenidos en la lucha contra el narcotráfico. Somos un país pequeño, amable y de fronteras abiertas. La cantidad de presos en Uruguay justamente se ha disparado por la cantidad de procesados por participar en el tráfico de drogas. El Estado uruguayo ha librado con bastante éxito esta lucha, en la misma dirección la democracia uruguaya se ha fortalecido.

Walter Martinez
Columnista uruguayo

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