Con anterioridad al acto electoral sostuve que una mayoría silenciosa, aún protestando entrecasa y el trabajo, reclamando mejoras y seguridad, votaría al Frente Amplio. No desde la conformidad con la economía, la seguridad social, las libertades sindical y de expresión irrestrictas sino más bien desde una asumida conciencia social con trasfondo ideológico. Si nuestras condiciones de vida son buenas – provistas de igualdad de oportunidades, resguardo de la salud y educación para todos, en el contexto de un Estado cuya transparencia es apreciable para cualquiera que trate con el- la adquisición de conciencia política fue un proceso mas extenso y profundo. Impulsado por las movilizaciones estudiantiles y obreras de los años sesenta siguió desarrollándose en la población y el seno de las organizaciones gremiales y sociales aún en la clandestinidad y el exilio durante la dictadura.
Desde el primero con la Intendencia de Montevideo, los cuarenta años de politización de la izquierda dan renovados frutos, mas enraizados y duraderos que los cosechados durante años por el partido colorado hasta culminar con el “canto del cisne” de Jorge Battle. La adquirida conciencia y lucidez ciudadana han escapado al análisis limitado al contexto electoral de políticos, periodistas, opinadores e incluso politólogos. No escuché a ninguno de ellos siquiera suponer que quien asume la izquierda como sustento ideológico para su vida difícilmente vuelva a votar la derecha.
Configuración actual de la sociedad
Los uruguayos hemos abrazado principios de justicia social y solidaridad como bases de una vida mejor para todos, filosóficamente diferentes a los de la individualidad
sin responsabilidad con el prójimo promovida por la derecha. Los principios incorporados no se explicitan, se actúa en función de ellos.Y eso fue lo que hizo la gente.Sin manifestarse , sin movilizarse, sin agitar, votaron la izquierda sin apoyar la baja de imputabilidad en un contundente mensaje de aquiescencia, parcial con la gestión, total con ideologia.Una postura no solamente encarnada en un candidato sino también por la adscripción a un Programa elaborado colectivamente, producto de acumulación de saberes y experiencias de miles de compatriotas – no necesariamente técnicos- de todo el país. Que el proceso de los gobiernos progresistas iniciado hace 15 años no haya tenido la participación popular que muchos, como el que escribe, hubiéramos querido, no impide reconocer que ese Programa se ha respetado y cumplido.
Algunos se dan cuenta
Sin salirse del reduccionismo electoral, acercándose conceptualmente un poquito a esta poderosa triple relación candidato-programa-votante, un conocido analista reconoce que de verdad se elijen Programas. En tanto, manteniéndose lejos en todo sentido, Lacalle Pou establece como “enamoramiento” lo que lo une a sus planes… y pretende explicar la mayoría silenciosa frentista en primera vuelta porque en el voto primó lo económico!
En Uruguay ya no más se ganan elecciones con costosas campañas mediáticas. Para ganar estas, las anteriores y las por venir, generaciones con relevo trabajan desde hace cuarenta años. Viene a mi memoria el remate del único discurso público que dí en mi vida antes del triunfo de Vázquez: _ “así como nunca nos acostumbramos a perder, nunca nos acostumbraremos a ganar”.
Por el arquitecto Luis Fabre
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