Hay en curso en nuestro país una falacia de falsa oposición que, mientras actores políticos que llevan adelante tales acciones, en realidad intentan de una forma u otra forzar a la centralidad del Poder a negociar – léase en buen romance conquistar mayores parcelas de poder.
Vale aclarar que no estamos denunciando acciones ni subversivas ni coercitivas. Apenas intentamos llevar luz al hecho preocupante de que a menos de 60 días del cambio de mando, los dos partidos asociados de mayor peso político continúan tirándole tarascones a la carcasa del poder que administra el Presidente.
Y decimos más: Hay en curso una falacia de falsa oposición que por detrás de las arengas patrióticas dichas públicamente, lo que hay en curso un claro intento por conquistar más poder, lo que acarrearía, lógicamente, una merma en el poder del Presidente…
La falacia antes mencionada consiste en buscar instalar una bizantina y mediática discusión respecto de dónde provendrá una parte importante de los fondos para solventar los gastos derivados de la pandemia y sus terribles secuelas en la economía de nuestro pueblo.
Lo que alegan los detractores del Presidente, respecto del capitalismo global es tan burdo y falaz que alcanzaría con promover un par de reuniones de trabajo de la gente de Goldman Sachs en Montevideo con Cabildo Abierto. Así podrán abandonar ese discurso de ultraderecha trasnochado y sesentista.
Da verguenza ajena que a estas alturas del siglo XXI sigan desgajando al Capital global como si fuera una naranja, siendo que está todo interconectado por innumerables modos de inversión/especulación.
En fin, por si esto fuera poco, resulta bochornoso, por naif y fuera de todo análisis serio hablar de tomar dinero de la banca internacional… Seriedad, por favor. En el Uruguay no hay filial alguna de la banca internacional y sí sociedades anónimas uruguayas…
Mienten. Esconden. Uno queriendo proteger lo recibido; otro luchando por lo bajo y entre bambalinas por ganar espacios de poder a como de lugar. El tercero parece que observa pero, en realidad, mueve sus fichas, en tanto que los dos restantes aplauden alejados de esa mesa a la que miran desde sus lugares, sobre la alfombra.
Mientras eso ocurre para la tribuna, lo que realmente está en juego en los entresijos del poder es ni más ni menos si la libertad de la que hoy gozamos caerá ante gavillas depredadoras que parecen descreer de las virtudes de la democracia participativa y republicana.
Si esta gente logra su propósito el Uruguay habrá ingresado en su peor y más duradera noche.
La democracia por la que tanto se luchó, perderá sustancia y sentido. Tendremos votaciones, decoradas seis meses antes, o menos, con una mala escenografía, incapaz de tapar la barbarie.
Perderemos, también, la mayor nutriente de una democracia igualitaria y respetuosa de la dignidad del otro: la vigencia plena de los derechos humanos, hoy tan natural como el aire que respiramos. La lucha, siempre difícil, pasaría a ser una quimera y las marchas de los días 20, posiblemente prohibidas. Se instalaría, así, un clima de irritación, hostigamiento y crispación.
Para enfrentar este aciego presente está nuestro Presidente, solo en la colina del poder, puesto que el tercer integrante de la mesa chica – a quien no pocos ciudadanos aun confían en él – nosotros preferimos, tomar prudente distancia, obsequiándole un respetuoso pero distante silencio cívico…
Memoria, Verdad y Justicia. No nos podemos olvidar que él le faltó una vez a nuestro pueblo y nadie puede asegurar no lo vuelva a hacer.
Prosigamos.
Respecto del Presidente debemos decirlo: nos separan diferencias de grado, en lo político, con el ciudadano Lacalle Pou.
Pero hay dos cuestiones centrales que nos aproximan:
1. Es nuestro Presidente y a su mando nos colocamos ante la más leve sospecha o atisbo de riesgo institucional.
2. Nos consta que el hombre es un demócrata a carta cabal.
En este particular contexto nos atrevemos a agregar que la soledad que rodea al Presidente – por su talante democrático – es respecto de sus contertulios políticos en la “colina”. Elevación que antes que real es simbólica.
Con tal imagen hemos querido ilustrar los efectos que la embriaguez que el poder provoca en los espíritus livianos.
Mareados, entonces, con los “vapores del poder”, estos individuos creen pisar más arriba, cuando solo patalean cual criaturas en sus sillitas, mientras aguardan que sus alcahuetes oficien de institutrices.
Abajo, en la llanura de lo real, el pueblo oriental seguros estamos de que el pueblo oriental siempre dirá “presente”, cuando se trata de defender nuestro digno sistema democrático, perfectible por supuesto, pero del que no renunciaremos bajando la cabeza ni adormilando nuestra conciencia. T\
Tenga por cierto nuestro Presidente que al menor aleteo de los caranchos, nuestro pueblo se hará presente a su lado.
Lo hará con sus mujeres, sus hombres y toda otra persona que ostente tan dignamente como los otros, su propia y respetable orientación sexual.
A poco de culminar, una breve pero enfática mención a la Justicia.

Esa dama de cuyo arbitrio un pueblo aguarda se pronuncie, mientras una sarta de seres viles, uniformados y civiles, continúan haciendo lo indecible para mantenerla alejada del lugar de la Verdad, porque nada quieren saber ni con esta, ni con aquella, ni mucho menos con la Memoria.
Pero, veamos, nosotros somos de la idea que en la vida no se tiene ni una victoria total, tampoco hay una derrota total ni, mucho menos, una huida total. Razón por la cual tenemos la clara convicción que no pocas veces, en lo profundo de la noche, estos canallas canallas despiertan sobresaltados y sudorosos.
Quizá su inconsciente les hizo vivir la forma de morir que les dieron a sus indefensas víctimas: uno creyó atragantarse con agua del océano; otro despertó sobresaltado con cal en sus ojos y boca; otro gritó pidiendo piedad para que cesara en sus oídos el silbido de las balas con las que asesinó a tantos, otros desgraciados sintieron gangrenarse y caer a su pene con el cual vejó a hombres y mujeres…
Nosotros pedimos y manifestamos por Memoria, Verdad y Justicia, para nuestros adentros sabemos será difícil lograrlo.
Ellos, temerosos de ser escuchados, gritan sin voz pidiendo Paz; una paz – lo saben – que JAMÁS les llegará ni de cerca.
En suma, quienes acechan tras las cortinas del doble discurso, tanto en lo económico, como en lo legal y normativo, victimizándose de inmediato, como si todo resultado adverso de la Justicia para con ellos fuera, en realidad, una acción vil dirigida a cercenar sus libertades políticas.
Así es como laboran en procura de debilitar las instituciones de un Estado de derecho, ejemplo en la región.
Seres carentes de espiritualidad que ponen de manifiesto la presencia en sí mismos de un gélido vacío existencial.
Viven queriendo lo imposible: que el pasado, puntualmente el dictatorial, sea el futuro. Y que, así, en lugar de la Justicia, campee la (IN)justicia que de ese período trágico de la vida del Uruguay. Dicho sea de paso, apalancados los uniformados por civiles de su misma catadura moral.
A modo de culminación de estas reflexiones, hacemos nuestras las últimas palabras de la Proclama del Obelisco, en 1983, proferidas por el gran Alberto Candeau quien con su incomparable voz:
“Compatriotas, proclamemos bien alto y todos juntos, para que nuestro grito rasgue el firmamento y resuene de un confín a otro del terruño, de modo que ningún sordo de esos que no quiere oír diga que no lo escuchó:¡Viva la Patria! ¡Viva la Libertad! ¡Viva la República! ¡Viva la Democracia!»
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Por Héctor Valle
Investigador social y periodista
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