El 25, sobre la costa de San Luis, larga Tabaré Vázquez su carrera hacia el tercer gobierno nacional del Frente Amplio. El desafío es inmenso, pues solo un nuevo gobierno progresista permitirá que el Uruguay de la frustración se transforme solo en un dato histórico que sirva como referente para que algo similar no vuelva a ocurrir en el país.
Hoy hay amplios sectores de la sociedad y de la economía que sienten en el aire la posibilidad de que los orientales del río Uruguay se transformen en una sociedad de la que se pueda sentir el sano orgullo de pertenecer a ella. Los éxitos de los gobiernos de Vázquez y Mujica están mostrando esa posibilidad, que no es certeza.
En esta primera etapa –elecciones internas– Vázquez y Constanza Moreira tienen la responsabilidad de confirmar que el FA es la primera fuerza del país y, al mismo tiempo, que lograron conmover a la ciudadanía y por eso la incorporaron a la práctica política.
El desafío, en ese sentido, es inmenso, en tanto la desmovilización de la izquierda es notoria. Un ejemplo de ello es la poca presencia de los comités de base en la actividad diaria, a la vez que aún no se ha resuelto cómo va a ser el relacionamiento de la estructura política con las redes frenteamplistas.
Luego vendrá el gran combate con los partidos tradicionales, particularmente con los blancos, para saber quién se queda con la Presidencia de la República.
La aspiración de la izquierda es ganar los comicios nacionales, pero a la vez conservando las mayorías parlamentarias con la intención de que el proceso de cambios no se detenga o sufra un retroceso.
Hay que saber que a la izquierda no le alcanza con ganar en lo nacional, sino que tiene que lograr el mayor número de herramientas institucionales para llevar adelante el programa progresista: el Poder Ejecutivo y Parlamento son dos de esas herramientas clave, pero no las únicas. Sabiendo, además, que seguramente el Congreso de Intendentes seguirá siendo mayoritariamente blanco, como hueso de bagual.
Si Montevideo, Canelones, Maldonado, Rocha y Artigas dejan de ser mayoritariamente de izquierda, a Vázquez, desde la Presidencia de la República, se le va a complicar la gestión. Por eso, ganar las batallas del Río de la Plata se le vuelve trascendente al Frente Amplio.
Y es un buen comienzo que todo arranque por la Ruta Líber Seregni.
Por Raúl Legnani
*Maestro y periodista
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