Marzo 2021
Los y las integrantes del Institut Pasteur de Montevideo queremos expresar nuestra profunda preocupación por el reciente anuncio de recortes en el presupuesto de la ANII que tendrán un impacto muy negativo en la ciencia y tecnología nacionales, provocando un rápido retroceso en un proceso que ha llevado muchos años construir. Entendemos que el uso eficiente de los recursos es fundamental, tanto más en situaciones de crisis como las que nos ha generado la pandemia de covid-19. Sin embargo, ser eficientes no es dejar de invertir.
Desde 2007, y en relativamente poco tiempo, la ANII ha tenido un impacto muy positivo en la construcción de un sistema científico nacional. Sin desconocer sus carencias y desaciertos, que también han sido motivo de críticas de parte de la comunidad científica, la ANII ha contribuido sustancialmente a la formación de investigadores, la incorporación de nuevas tecnologías y la inversión en proyectos de investigación estratégicos. Estos aportes han sido especialmente importantes considerando que el sistema científico ha sido muy desatendido históricamente en Uruguay, una constatación ampliamente reconocida.
Para ponerlo en el contexto internacional, los países desarrollados y en vías de desarrollo invierten una porción de su PBI, nunca menor a 2% (algunos llegan a 4%) de manera sostenida, inclusive en momentos de crisis. Uruguay nunca superó 0.5%. Cabe resaltar que gobiernos anteriores tampoco han cumplido la promesa de llegar a 1% del PBI en inversión para Ciencia, Tecnología e Innovación. Ahora, no obstante, la preocupación no es por la falta de avance, sino por el recorte de fondos, que ya eran escasos.
Para dimensionar las consecuencias de los recortes, y solo considerando el rubro de equipamiento, la ANII pasará de contar con 750.000 dólares anuales para adquirir equipos en todas las áreas del país, a solo 90.000 dólares anuales. Cualquier equipo de vanguardia en cualquier ámbito de investigación (microscopía, citometría, espectrometría) supera 300.000 dólares, lo que significa que Uruguay no podrá comprar ningún equipo el próximo año. Y otro ejemplo: solo un equipo RT-PCR, clave a la hora del diagnóstico de covid-19, cuesta alrededor de 100.000 dólares.
Los sistemas científicos en todos los países implican una inversión clave del estado. Haciendo una analogía ilustrativa, la inversión en educación primaria o en seguridad pública, no producen una renta inmediata, que permitiría que las escuelas o la policía se auto-financien. Con ciencia de calidad, el producto que obtenemos es conocimiento nuevo, de potencial aplicación para resolver problemas de nuestra sociedad. Un sistema científico sólido es así un bien del país, más allá de divisiones partidarias. Aún más, los países desarrollados usan ciencia, tecnología e innovación como motor central de su crecimiento económico sustentable. La inversión y administración correcta de esta inversión es parte central de la política de estado y trasciende las autoridades de turno.
Por todo lo anterior, nos sumamos al reclamo de la comunidad científica toda, que desde una diversidad de instituciones académicas y no académicas propone dejar sin efecto estos recortes, y aportar soluciones para fortalecer y no debilitar nuestra ciencia.
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