El ABC de la comida

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En la actual sociedad de la información, todos tenemos acceso ilimitado a las temáticas sobre la alimentación a través de los distintos medios audiovisuales.

Simultáneamente, vivir en una gran ciudad como Montevideo trae consigo la posibilidad de disponer de gran variedad de alimentos en expendios de todo tipo diseminados en el espacio urbano. Pero la saturación de información y amplia oferta de bienes conlleva la necesidad de una selección atinada, tanto de los contenidos de los medios, como de la promoción y oferta en el «mercado» y sus lugares físicos.

LUIS arquitecto

Criterios y método
Que no nos dañen, que nos hagan bien, que nos gusten, que podamos conseguirlos y pagarlos son las condiciones en que he basado un método simple para tener presente los alimentos incluidos en esos criterios. Sobre todo con los gustos, pues con la variedad de productos disponible en un mundo conectado físicamente, nadie tendría que verse obligado a comer algo que no le place, salvo causas de fuerza mayor. Agrego otra condición individual a tener en cuentan en el consumo por el organismo que es la metabolización. Todos asimilamos diferente y esa personal característica debe también participar en la elección. Tanto como no obligarnos a comer lo que no nos gusta, deberíamos no comer lo que no nos «cae» bien aunque nos guste. El método, basado en una doble memorización, con el alfabeto y la de cada letra con el nombre de alimentos consiste en seguir un listado preferencial. Fundamentando mi elección, en la «a» memorizo las arvejas por su contenido de hierro y las almendras por su positiva incidencia en la memoria. A modo de ejemplo, agrego algunas elecciones en mi listado:

a: arvejas, almendras
b: bananas
c: clara de huevo
d: dátiles
k: kiwi
m: miel
r: rúcala
v: vino

Acotaciones varias
La «dieta del abecedario» es personalizada y armada por uno mismo aunque incluya alimentos provenientes de consejos y prescripciones médicas. Como pueden apreciar, excluyo los básicos obvios como el arroz, las pastas o la polenta. La idea es tener presente los preferentes, asociados a la subjetividad de cada paladar y atendiendo al menos la primera condición: que no me dañen. Cuando logramos incorporar esta memorización usando el listado como rutina, tenemos automatizado el control sobre los alimentos a que accedemos e ingerimos….para toda la vida!

El listado no tiene por qué ser fijo, su integración es dinámica, cambiando o incorporando elementos a partir del tiempo, el lugar del globo y la circunstancia que nos toca vivir, en tanto se cumplan nuestros parámetros de elección. Su adopción es válida a cualquier edad, siempre estaremos a tiempo de alimentarnos adecuada y también, por qué no, gratamente. Es obvio que cuanto más jóvenes mejor, atendiendo aquel sabio dicho anónimo: «si cuidas de tu estómago durante los primeros cincuenta años, él cuidará de ti en los siguientes». Los mayores, no amparados por la Ley sobre alimentación recién aprobada, cuyo amplio marco se traducirá seguramente en una reglamentación no más que indicativa, debemos procurarnos el conocimiento sobre lo que nos conviene ingerir para unir alimentación y bienestar en un eficiente desarrollo de las actividades vitales.

En lo que a mí respecta, con este método, he incorporado voluntariamente, sin presiones, sin mayor esfuerzo, casi sin proponérmelo, un hábito saludable que me hace la vida más grata, incluso practicando deporte a una edad en la que no es habitual.

Por el arquitecto Luis Fabre

La ONDA digital

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