Despedida: Una estación de transbordo

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He llegado al puerto de transbordo. Un largo recorrido termina aquí. Punto de partida de otro. De aquí se puede seguir en casi todas las direcciones. Hay que buscar el lugar de partida para del próximo destino. No hay que abandonar el barco, solo cambiarle algo el rumbo. Son otras metas, otra etapa. Cargo valija liviana para lo que resta del viaje.

A esta altura de la vida, me arrepiento más de lo que dejé de hacer que de lo que hice. Y trato de recuperar el tiempo. No pierdo de vista que se va haciendo escaso.

En 46 años han pasado muchas cosas. Recuerdo con particular detalle una: un día el director de un importante medio nacional me disparó en una reunión: –¡A los comunistas no les doy trabajo! Una afirmación totalmente ajena al tema de nuestra reunión.

Queridos amigos,
Los plazos se han ido cumpliendo y como les comenté término con este artículo mi colaboración de 46 años con el Semanario “Universidad” de Costa Rica, origen de mis artículos semanales que Uds. acogieron generosamente en sus páginas. A partir de mañana estoy de vacaciones y el 1 de marzo me pensiono. No  creo que abandone de todo el periodismo, pero una etapa se cierra. El artículo de esta semana –como también les había anunciado– es en clave local, costarricense. De todos modos se los envío.
Hasta pronto, un gran abrazo, muchas gracias,
Gilberto

– Estimado amigo nuestro agradecimiento permanente por tus imprescindibles artículos, que publicamos cada semana en La ONDA digital, junto a nuestros lectores te vamos a extrañar. Lo mejor para ti en esta nueva etapa.
Roberto Pereira

De “comunista” se sentía él con derecho a calificar a cualquiera que no compartiera sus criterios. Arbitrariamente, siempre a partir de un punto de vista particularmente conservador.

Lo de dar trabajo (o no) era su derecho. Para eso lo tenían en el cargo.

Cualquiera que hubiese oído la conversación (no había, en este caso, más testigos) podría pensar que yo le había pedido algún día trabajo.

Hoy, cuando concluyo una jornada ya larga, puedo decir que no tuve nunca, ni que cambiar de ideas, ni pedirle trabajo para sobrevivir.
No deja de ser un privilegio en esta profesión.

La importancia del Semanario

Una de las razones de esta independencia es el trabajo en el Semanario “Universidad”. Tengo la impresión de que no siempre, ni la sociedad costarricense (ni las autoridades universitarias) perciben su importancia.

Pero el Semanario es responsable de un aire de libertad que sopla siempre desde sus páginas, cuando el país se juega cartas decisivas para su orden (o su desorden) político.

Eso no se debe solo a su personal. Se debe a un cierto espacio que los sectores más conservadores no han podido cerrar, pese a que han invertido, en algunos momentos, grandes recursos para intentarlo.

Ningún ejemplo más ilustrativo de este proceso que la formidable lucha contra el TLC y la privatización de las telecomunicaciones y los seguros que le adosaron (y terminaron imponiendo), en una de las campañas más infames de la historia política reciente del país.

Políticos incapaces de ver más allá de sus propias narices, voraces, se dispusieron a asaltar pilares económicos fundamentales, indispensables para construir un país viable, sin las contradicciones que se han ido profundizando con el éxito de sus iniciativas.

Fue en el Semanario “Universidad” donde alguna mirada atenta pensó que encontraría eco (como lo encontró) para divulgar un Memorando en el que se proponía “estimular el miedo” entre los costarricenses.

Para eso el documento sugería medidas falsas, miserables, como “utilizar intensivamente testimoniales de gente muy sencilla y en situación precaria, que puede perder el empleo o ya lo perdió como consecuencia de la no aprobación del TLC”.

Jugó el Semanario también papel fundamental en los años en que trataban de usar nuestro territorio como base de operación para los “contras”. Conflicto cuyos efectos desastrosos se manifiestan hoy, como una de sus expresiones más dramáticas, en la interminable caravana de quienes solo tienen, como opción de vida, la migración hacia el norte.

En el país, como parte de este proceso, hemos terminado hoy con un gobierno mendaz, sin escrúpulos, que ha avanzado otros pasos en desordenar todo intento de construir un orden social equilibrado, como lo ha mostrado el notable reportaje de “Universidad” de este mes sobre el abuso de las zonas francas.

El Semanario y la Universidad

Como ya lo dije, tengo la impresión de que no siempre las autoridades universitarias valoran en toda su dimensión el papel del Semanario “Universidad” en la vida nacional.

El Semanario no es solo parte del sistema de medios de la Universidad de Costa Rica. Es el único de carácter esencialmente noticioso. Eso lo distingue del trabajo de la radio y del canal de televisión, que tienen otras muchas funciones.

Como tiene una sección de noticias universitarias, con frecuencia las autoridades se sienten incomodadas por ciertas informaciones. Es parte de la siempre tensa relación de los medios con las autoridades. Pero eso no debe hacerles perder de vista el carácter esencial del Semanario para la vida política del país.

Una visión del periodismo

Hoy se habla de periodismo de “datos”. De eso se puede decir por lo menos dos cosas: La primera, es que no hay otro tipo de periodismo que el de “datos”. La segunda es que los “datos” no existen. Es uno el que los crea y, en el caso del periodismo, los transforma en noticias.

Pero, para que ese proceso ocurra, es necesaria una visión del mundo. No hay periodismo, ni historia, sin una visión del mundo. Es esa visión la que crea los “hechos”, la que transforma los acontecimientos en “datos”; y los “datos”, en noticias.

¿Lo hemos hecho todo de la mejor manera en el Semanario? No, no ha sido así. Si lo hubiese sido, la Costa Rica de hoy probablemente no sería lo que uno de los responsables de la situación que vivimos describe como “un país con pobreza y desempleo, cuya economía no está creciendo al ritmo que se necesita”. Lo dice como si no tuviera ninguna responsabilidad en una situación que promete –ahora sí– arreglar. No hay que dejarse engañar…

Me apuro. ¡Llaman! Sale la barca en busca de nuevos destinos.

Por Gilberto Lopes
La ONDA digital (gclopes1948@gmail.com)

 

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