Francia se abre a la derecha

Tiempo de lectura: 2 minutos

El saldo político de las protestas populares iniciadas el 19 de enero en Francia y que continúan intensas pese a la represión, favorecerán al parecer a la extrema derecha, según coinciden diversos analistas políticos de peso, entre ellos los de BBC y Oliver Haynes, de The Guardian, premiado en 2021 por la calidad de su trabajo.

La reforma al régimen jubilatorio impuesta por el presidente Francois Macron no molesta, al menos no mucho, al 27% que lo votó. Macron se presentó a las elecciones como el freno al avance de la derecha, pero la vida cotidiana de los franceses que le ponen el cuerpo al trabajo en definitiva quiere que haya un amanecer de descanso Y eso implica una jubilación sin los dos años más de trabajo hoy reclamados para el retiro.

El inicio de una nota de Haynes es ilustrativo: “Han sido unos meses fantásticos para las ratas de París. A medida que engordaban y se daban un festín con la basura en las calles, los ciudadanos luchaban por tomar un tren y se enfrentaban a la escasez de combustible Los sucesivos paros de los recolectores de basura llenan las calles con el olor acre de la conflictividad social. Mientras tanto, el presidente Emmanuel Macron está desaparecido en acción, escondido en el Palacio del Elíseo o viajando al extranjero. El diario izquierdista Liberation señaló, con precisión, que Macron está cada vez más fuera de contacto con la gente.”

Macron empujó a la democracia francesa a aceptar su voluntad sin que pudiera intervenir el parlamento, y la historia francesa ya tuvo en los 1600 a Luis XIV, el borbón, quien supo establecer “El Estado soy yo”.  Así que los franceses saben de qué se trata; llegado el momento, supieron hacer renunciar a Charles de Gaulle. Hoy, la impopularidad de la reforma de pensiones se suma a la violencia policial, y quien marcha seguro a su jubilación es el propio Macron. Y el ministro del Interior de Macron, Gérald Darmanin, le abona el camino al reproducir la retórica de Donald Trump declarando la guerra al “terrorismo intelectual de extrema izquierda” y amenaza con recortar los subsidios a la ONG Human Rights League, por sus críticas a la violencia policial.

Como era de esperar, los diversos movimientos sociales y sindicales que se oponen a estas reformas cuentan con altos niveles de apoyo. El 68% del público sigue oponiéndose a las reformas y el 67% apoya el movimiento que las impugna, mientras que otro 11% está desconcertado.Pero el saldo político de todo esto lo único que tiene seguro es que excluye a Macron. Sus acciones están complaciendo solo a una minoría, a la que los economistas franceses Bruno Amable y Stefano Palombarini llaman el ‘bloque burgués’. Como signo de los tiempos, el saldo político de la protesta ya no es necesariamente marxista, izquierdista, progresista ni de centro; tal vez haya que buscarlo más hacia la derecha, posiblemente junto a la pared.

Pues mirando todo esto con deleite está la extrema derecha. La izquierda puede obtener algunas ganancias electorales de la crisis, especialmente porque los líderes son sindicatos apoyados por parlamentarios de izquierda. Pero son los del Rassemblement National los que están mejor preparados para aprovechar. Marine Le Pen ha des demonizado con éxito a su partido en los últimos años, y ha hecho que su marca personal de nacionalismo amante de los gatos parezca más suave para los votantes, y al efecto extendió su retórica a todo el espectro. Sin embargo, las peligrosas implicancias de una victoria de la extrema derecha siguen siendo claras; al menos para los politólogos.

 

 

 

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.