Un gobierno sin sed

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El lunes, el ministro de Medio Ambiente dijo, ante sopa de micrófonos a la salida de Torre Ejecutiva, que había agua potable para 19 días, que se cumplían el 2 de junio. Las veinte propuestas hechas por Carolina Cosse dijo haberlas puesto en carpeta, junto a otra documentación; todo iba a ser estudiada al día siguiente. Ningún apuro.

Antes, cuando Cosse fue la primera en tener iniciativa política ante la crisis e hizo analizar el agua en distintos puntos de la ciudad y lo informó, se le pidió un comentario al presidente Lacalle, quien contestó que los recursos del Antel Arena se podrían haber usado para el suministro de agua. Se ve, por la calidad política de su respuesta, que su asesor de imagen no estaba, y que el problema no le era acuciante.

Cuando Tabaré Vázquez le entregó la presidencia, también le entregó a Lacalle una carpeta con un tema que le definió como urgente: el agua potable. La carpeta es la del proyecto de represa en Casupá, muy adelantado en su tramitación. Pero Lacalle sigue adelante con la idea que anunció en campaña electoral: otro proyecto, en Arazatí, con tres empresas privadas y un conto anual de 369 millones de pesos para OSE.

Ya antes de que asumiera, de la sociedad brotaron movimientos en contra: el 19 de agosto de 2019 vecinos de esa zona de San José se nuclearon en Tucu Tucu, y se le agregaron, entre otras organizaciones sociales, la Federación de Funcionarios de OSE (FFOSE), la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida, Redes-Amigos de la Tierra Uruguay, Hermandad Pro Derechos.

Mientras ellos se movilizaban y argumentaban en contra de sacar agua del Río de la Plata, surgieron otras voces. Se supó que OSE pierde el 50% del agua potable que produce (30%, dice por su parte el ex ministro Adrián Peña) y, a pesar de tener una gerencia especializada en la reducción de agua no contabilizada, este gobierno anunció el traslado de la tarea a la empresa privada. El biólogo y medioambientalista Eduardo Gudynas afirma que tomar agua del Río de la Plata es una propuesta notablemente más compleja y repleta de riesgos ambientales, tales como los episodios de cianobacterias, los metales pesados y las intrusiones salinas.

Y la INDDHH recomendó en setiembre no innovar y no seguir adelante con el proyecto Neptuno. Su pronunciamiento fue que los pedidos de acceso a la información que solicitó el organismo a Presidencia, Ministerio de Ambiente, OSE e Intendencia de San José no fueron respondidos en su totalidad; de continuar con la licitación se estaría dejando en segundo plano “el conjunto del cuerpo normativo internacional y nacional sobre el derecho humano al agua”. Todo fue en vano.

A esto se agrega que el año que viene empezará a funcionar en Argentina una megaobra, el «Sistema Riachuelo», que incluye un colector, una planta de tratamiento y un emisario subacuático de 12 km que verterá al Río de la Plata desechos industriales y aguas cloacales de 4.500.000 personas que habitan en la provincia de Buenos Aires. Y ya se firmaron los contratos para la construcción de un emisario subfluvial de 7 kilómetros y medio que volcará desechos cloacales al Río de la Plata a la altura de la ciudad de Berazategui, al sudeste de la Capital Federal argentina. Con esa polución en las aguas debería lidiar el proyecto que tiene su toma en el Río de la Plata.

Este no es un problema inminente, porque el proyecto Neptuno no es inminente. En la zona donde se emplazaría no hay obra alguna, los movimientos de protesta están calmos, casi convencidos de que Neptuno fue una de las cortinas de humo de este gobierno, y recién el 6 de junio se abrirán los sobres.

La sequía tiene 3,5 años, algún mes mas que este gobierno, pero fue un motivo de preocupación para el gobierno en noviembre, con su ayuda al agro. Los 20 años sin inversión en OSE, que incluyen dos del gobierno de Batlle, los 15 del FA y los de éste, sin que la sequía los alentara a destinarle recursos. Ahora, en estos pocos días, nos enteramos todos de que tenemos un problema, y que no es chico. Pero no sabemos qué se hará con las industrias que utilizan mucha agua, como la pastera de pueblo Centenario, qué pasará con las otras industrias, incluyendo la de la alimentación, que previsiones hay en materia de seguros de paro, abastecimiento importado y más. La situación actual es tal que no es que dudemos ante algunas soluciones urgentes y viables. No es que no veamos la luz al final del túnel. No vemos el túnel.

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