¡Presente! \ 28 Marcha del Silencio

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Las plazas del país amanecieron con margaritas plantadas.

Por la avenida 18 de julio de la ciudad de Montevideo, e incluso por las veredas, un verdadero río humano amenazó desbordar los sentimientos. Fue una impresionante movilización por la Verdad, la Justicia, la Memoria y contra el Terrorismo de Estado. Tan grande fue que cuando la cabeza de la misma estaba llegando al destino, la Plaza Libertad, la cola de la misma esperaba aún para salir, en la plazoleta ubicada en Rivera y Jackson.

Alrededor de doce cuadras con miles de marchantes que no quieren hacer lugar al olvido y recuerdan a aquellos que lucharon por un futuro mejor para todos y encontraron una dictadura de corte cívico-militar que encarceló, torturó y vejó a 1 de cada 100 uruguayos entre 1973 y 1985, y que hizo desaparecer a casi 200 uruguayos y uruguayas, condenó al exilio a miles de compatriotas y catalogó en categorías de fe democrática a los ciudadanos según sus ideas.

Además, esa dictadura militar se coaligó con los sectores económicos más reaccionarios, aquellos que son funcionales a las trasnacionales, al capital financiero y a ciertos sectores productivos (vinculados a la exportación de materias primas y la importación de bienes suntuarios e insumos sobre todo para el agro), para que tuvieran todas las condiciones favorables a su desarrollo y enriquecimiento.

El milagro chileno del neoliberalismo, plan económico que se introdujo desde el Departamento de Estado de Estados Unidos bajo la premisa de los Chicago Boy´s y con la ayuda del plan Cóndor, que quiso erradicar toda respuesta sindical o política para que aquellos sectores tuvieran vía libre, también aterrizó en nuestro país. Con la conducción económica del contador Vegh Villegas y su triste culminación en el episodio del quiebre de “La tablita” (1982), demuestra claramente quienes se beneficiaron con ese modelo de país y quienes se perjudicaron.

No creo que todos los que participaron de la marcha del 20 de mayo supieran de estas cosas. Es probable que no, o a medias. Lo que sí sabían, y saben, es respecto a algunas cosas que han hecho ruido últimamente en torno al tema de la violación de los derechos humanos en la última dictadura.

La misa que se efectuó el 18 de mayo, por el Aniversario del Ejército, mostró a una Iglesia Católica aliada a la cúpula militar expresada políticamente. Ya desde el año 2016 se había realizado la primera de estas misas, incluso con el actual cabildante Guido Manini Ríos siendo comandante en jefe del Ejército. Es indudable que esta conjunción no es más que para fortalecer el papel de la iglesia y del ejército, que quieren seguir afirmándose en la defensa de lo que, para ellos, son valores tradicionales, verbigracia: tradición, familia y propiedad. Lo cierto es que la Iglesia Católica valida y respalda el discurso protagónico de los militares, haciéndose eco de una narrativa de buenos y malos, de tirios y troyanos. Y apoya la tesis “sanguinetista” de los “dos demonios”.

Además, busca afirmarse en torno al rol de ambas instituciones durante la hispanidad y en la formación del Estado uruguayo, por lo que su proyecto, de larga data, hoy muestra un capítulo más que pasa, indudablemente, por el papel de la curia durante la dictadura que, salvo algunos ejemplos, fue funcional a la dictadura.

Otro elemento que distorsionó la realización de la macha fue, en días anteriores, el anuncio de que por medio de un proyecto de ley, que fue presentado al Parlamento, hacer posible el acceso universal de los documentos relativos al pasado reciente. La idea nació en agosto del año 2022 y el actual ministro de Defensa, Javier García, es el padre de la criatura.

Los cuestionamientos efectuados por el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, van en el sentido de que “los archivos tienen cuestiones con las que hay que ser cuidadosos. Sobre todo tienen información personal de aquellos que fueron víctimas del Terrorismo de Estado”. A esas víctimas “hay que cuidarlas, no exponerlas, dando ese material a la Justicia. Al mismo tiempo hay que cuidar a quienes fueron víctimas y pueden ser otra vez revictimizados”. Se violentaría, así, de hecho, la intimidad de las familias.

En la práctica, la teoría ideológica de los “dos demonios” encontró respuesta en el proyecto de reparación a las víctimas de la guerrilla, equiparando, falsamente, a un poder mayor, el del Estado, con el de una organización surgida de la vida civil. También hubo organizaciones terroristas de derecha, que produjeron víctimas que no son contempladas en este proyecto, como el Escuadrón de la Muerte y la Juventud Uruguaya de Pie.

Este proyecto (Ley 157554) plantea una reparación moral y patrimonial a alrededor de 70 personas, con indemnizaciones por única vez de hasta 150 mil dólares para las víctimas o familiares de las víctimas (causahabientes), 100 mil dólares para aquellos que hayan resultado incapacitados y 50 mil dólares para los que sufrieron privación de libertad entre 1962 y 1976, además de la creación de monumentos en homenaje. Lo absurdo del proyecto es que muchas de esas víctimas o sus familiares ya fueron reparados parcial o totalmente, como afirma el diputado Mariano Tucci. “”Se vuelve a reparar a gente que ya fuera reparada en el propio proceso civil militar”, dijo. Claramente este proyecto tiene una intención revisionista y hemipléjica, puesto que otros actores, como ya hemos dicho (grupos paramilitares de derecha) no son contemplados.

Otro aspecto es el proyecto de prisión domiciliaria para mayores de 65 años, a iniciativa de Cabildo Abierto, que de ese modo demuestra su total connivencia con aquellos militares que están detenidos por violaciones a los Derechos Humanos en la cárcel de Domingo Arena.

Por más volteretas que quieran dar, es bien claro a lo que apuntan: el relativizar las violaciones a los derechos humanos como “excesos” o, directamente, el negacionismo (por ejemplo cuestionando la cifra total de detenidos-desaparecidos).

Pero, y acá debemos ser firmes en nuestro planteo, ningún torturador, ningún violador, ningún ladrón, ningún militar, policía o civil, amparado bajo el resguardo del Estado entre 1968 (año de la muerte de Líber Arce) y 1985 en que recuperamos la democracia, merece otra casa que la cárcel, hasta que cumpla la pena que la Justicia dicte.

En el año 2022, se habían realizado algunas charlas en el Liceo Militar defendiendo la actitud de los militares como si la conducción del Estado hubiera sido “un sacrificio en aras de la nación”. Los planes de estudio actuales de los mismos se centran en los movimientos guerrilleros y no profundizan en torno a la dictadura ni, mucho menos, en la Doctrina de la Seguridad Nacional, pergeñada por Estados Unidos, que fue la doctrina que rigió a las fuerzas militares de aquel tiempo.

Un silencio atronador

En setenta y una localidades del país se realizó la marcha del silencio, lo que habla de un reclamo que atraviesa transversalmente al Uruguay. Y se marcha en silencio porque no hay necesidad de decir nada más, salvo ¡Nunca más Terrorismo de Estado! Esa es la consigna que encierra el deseo de cientos de miles de uruguayos, para que se restablezca la verdad y para que los familiares puedan hacer su duelo y cerrar sus heridas. No es por venganza, sino por justicia. Para sacarnos ese lastre de encima y mirar hacia adelante, y sobre todo para que esos tristes hechos no se vuelvan a repetir.

Hubo una serie de actividades que se sucedieron en este día tan emblemático. A primera hora del 20 de mayo, organizada por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUU), se realizó una Guardia de Honor entre las 7 y las 9 de la mañana en las escalinatas de la sede de la Universidad de la República.

En el Cementerio del Buceo algunos integrantes del Partido Nacional, sobre todo de su ala más moderada, hicieron un homenaje al Toba Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini, que contó con su viuda, Matilde Rodríguez de Larreta, su hijo Juan Pablo, la vicepresidenta del país, Beatriz Argimón y el senador Jorge Gandini.

En el Cementerio Central, mientras tanto, se le hizo un homenaje a Zelmar Michelini donde participó su hijo Rafael Michelini, quien dijo, entre otras cosas, que estaba a favor de la digitalización de los documentos vinculados a la dictadura pero también hizo hincapié en tener precaución al tratar temas íntimos que podrían estar relacionados, ya que la divulgación de información falsa podría perjudicar el prestigio de las personas eventualmente mencionadas.

En el Mirador del Cerro, la intendenta de Montevideo, ingeniera Carolina Cosse, junto al equipo de gobierno departamental, junto a la organización de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos y Crisol (asociación que nuclea a ex presos políticos), rindió homenaje a las personas detenidas desaparecidas durante la última dictadura.

También en algunas ciudades de Europa y de otros países se plantaron margaritas.

Es claro que hay quienes dicen que durante los gobiernos del Frente Amplio, entre 2004 y 2019, no se hizo nada sobre los Derechos Humanos, pero esto no es cierto.

En el año 2005 aparecieron los restos de Ubagésner Chavez Sosa y del escribano Fernando Miranda, en el año 2011 se recuperaron los restos del maestro Julio Castro, en 2012 de Ricardo Blanco Valiente y en el año 2019 se encontraron los restos de Eduardo Bleier. Y todo esto fue posible porque durante esos gobiernos se hizo lo posible para encontrar información veraz de lugares de enterramiento, muchas veces sorteando los escollos de informaciones o pistas falsas.

Además, en ese período se encontraron los llamados archivos Berrutti, que aún debemos desclasificar totalmente, y pudimos enterarnos, con azoro, de declaraciones de torturadores que con total desparpajo banalizaron el tratamiento dado a los detenidos, como quedó en evidencia en los Tribunales de Honor para los agentes (militares) que violaron los derechos humanos.

A decir verdad, en Uruguay ya hay una tercera generación que busca a los desaparecidos. Los nietos de aquellos que fueron secuestrados de sus casas o lugares habituales y llevados a centros clandestinos de tortura y muerte, tanto en Argentina como en Uruguay, e incluso Paraguay, son quienes retoman el reclamo por Verdad y Justicia.

Así que, junto a Ignacio Errandonea, integrante de Madres y Familiares de Detenidos-Desaparecidos, podemos decir que “más tarde o más temprano los vamos a encontrar”.

¡Presentes!

Por Sergio Schvarz
Periodista -escritor

 

 

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