Entrevista con Mario Sagradini
Director del Museo Nacional de Artes Visuales
El pasado jueves 12 de noviembre el Museo Nacional de Artes Visuales inauguró una nueva exposición de su acervo cultural, esto coincide con el proyecto de trabajo que su director Mario Sagradini incorporó como línea rectora, al asumir su cargo el 25 de febrero del 2008. Mario Sagradini que es el segundo director del MNAV en lo que va de la administración del Dr. Tabaré Vázquez, antes lo fue Jacqueline Lacasa, es también un plástico y curador reconocido, que ya tuvo una experiencia desde la Dirección de Cultura en los años 80. Lo que sigue son los aspectos fundamentales del diálogo de La ONDA digital con Sagradini, para conocer cual ha sido su experiencia y el balance desde la dirección del MNVA.
– ¿Esta por completar un año en el cargo?
– Nueve meses, desde el 26 de febrero, sí, casi un año.
– ¿Cuál es la experiencia recogida en este período como director del principal museo del Uruguay?
– Bueno, la experiencia la podemos encarar desde distintos matices: artística, burocrática, económica.
– ¿Su cargo tiene que ver con todo esos frentes?
– Claro, el director, más o menos, coordina todo o tira líneas de trabajo hacia todos los ámbitos. El museo no tiene disponibilidad de muchos funcionarios. Hay 33 personas trabajando, de las cuales 6 son serenos, o sea que cumplen una función nocturna. Por lo que tenemos 27 personas trabajando en tareas diferentes. De alguna manera, hay delegación de funciones y demás en la estructura pero, como director, trato de “meter la cuchara” en muchas cosas. Quizás lo más importante sea la experiencia de la función pública en el sentido de desarrollar las tareas.
Un hecho que al principio yo no había reparado es que el museo – desde enero del 2008 – dejó de ser Unidad Ejecutora y ese es un dato de la realidad, muy importante. Hasta ese momento – toda la etapa de Ángel Kalenberg y la mitad de la etapa de Jacqueline Lacasa – fue Unidad Ejecutora, lo que quiere decir que – internamente – en el museo se resolvían todos los trámites y todas las marchas o todos los procesos. Estaba instalado aquí un grupo de funcionarias financiero-contables, de tesorería y demás, que resolvían todas las cosas, dependiendo siempre del Ministerio de Educación y Cultura. En cambio – desde enero del 2008 – el museo dejó de ser Unidad Ejecutora, pasó a ser dependiente de la Unidad Ejecutora nueva – la Dirección Nacional de Cultura – y todas esos funcionarios que trabajaban acá, pasaron a la Dirección Nacional de Cultura y – ahí – se tramita todo, a la distancia y separado del museo. Con gente que resuelve cosas del museo y de todos los otros organismos que dependen de la Dirección. O sea que hay mucho trabajo y muy diferente.
– Para ese equipo el museo no es la única prioridad…
– Exactamente, es uno de tantos en un organismo que está centralizando muchas cosas. Seguramente de acuerdo a una lógica estructural determinada, pero eso ha hecho que – en el museo – el tiempo pase a ser un elemento más importante que el dinero. Esa es mi visión.
– Pero en estos nueve meses, viendo globalmente su tareas son ¿una experiencia atractiva, es una experiencia positiva? o ¿está usted ya cansado del museo?
– Es una pregunta interesante. Las dos cosas: es atractivo porque es un trabajo creativo – en cierto modo – interesante, se trabaja con “la flor y nata”, en términos generales, del arte nacional y – a veces – puede hasta tener vinculaciones con el extranjero. Pero también es cansador el hecho de tener que calcular un tiempo, una manera que – a veces – es incalculable. O sea, la demora, los vericuetos que – yo creo – que tendrían que ser resueltos de otra manera. Hoy en día no sé decir cómo. No sé si la solución es que vuelva a ser Unidad Ejecutora u otra, pero me parece que hay ciertas cosas que, el museo o la Dirección de Cultura, tendrían que replantearse. Por mí o por quien fuere. No estoy hablando desde lo personal, estoy hablando desde lo institucional.
– Sí, parecería que la experiencia internacional, en otros lugares, es que hay un equipo en donde el Director – en todo caso – tiene que ver con lo macro.
– Sí, pero ese es otro tema, ese es un tema interno del museo. Estoy de acuerdo. Yo creo que la estructura del museo tendría que ser mucho más subdividida en áreas y en equipos. Pero – yo creo – que si esa estructura existiera, el problema que yo mencionaba antes sería igual. El tema es tratar de ver si se pueden resolver los dos, en todo caso. Yo estaba refiriéndome como cosa más cansadora, no al hecho de tener mucho trabajo, sino al tipo de trabajo, que no es sólo para mí, sino para la gente que trabaja y que colabora acá.
– Desde el punto de vista – estrictamente – de las funciones del museo, el museo es una gran plataforma para difundir el arte – para decirlo de una forma básica – desde ese punto de vista, ¿cómo ha sido la experiencia?
– Yo creo que positiva, pero parte de esa experiencia está marcada por lo que decía anteriormente, o sea, quizás en otras situaciones, se podría haber hecho mucho más cosas. Positiva en el sentido de que yo – en este tiempo – he comenzado a conocer al museo desde el punto de vista de su funcionamiento interno – cosa que no conocía – y, a pesar de ir descubriendo cosas por la colaboración de la gente de acá y por cómo está tratado el museo dentro de la estructura de la Dirección Nacional de Cultura, se pueden hacer una serie de actividades que – yo creo – son importantes. Porque como usted decía, el museo tiene que ver con difundir el arte, pero yo agregaría una segunda frase: está encargado de difundir el arte pero – sobre todo – el del acervo del museo, porque por eso es un museo, porque tiene una colección propia.
Entonces, difunde el arte pero – fundamentalmente – basado en la colección propia, lo que había sido dejado un poco dejado de lado anteriormente. En ese proceso de tratar de difundir esa colección propia, ayer se inauguró la última serie de exposiciones de lo que sería el acervo por este año, que son 10 artistas que se están mostrando, seleccionados por 11 personas del medio – que no son específicamente del medio artístico – que son intelectuales pero no son especialistas o críticos o teóricos de arte, sino que son poetas o músicos. Esa me parece que es la parte más positiva: el poder mostrar o presentar el acervo, relacionado con distintas miradas. No sólo con la mirada del Director sino con la mirada de gentes que operan y que – para mí – son maestros de la cultura uruguaya y que seleccionaron, primero artistas y luego la obra de ese artista y después lo presentaron. Algunos, incluso, sin escribir nada. O sea, me parece que esa es la parte positiva, el poder elaborar planes de cómo mostrar el acervo, más allá de que el piso de arriba está o va a estar dedicado a mostrar cosas temporales, a veces del acervo y a veces no del acervo. Exposiciones que vienen de afuera, que son unas cuantas y de las que fallaron unas cuantas que no se concretaron. Y no por problemas nuestros. Algunas que se preveían las tuvimos que pasar para el año que viene, como la de un fotógrafo brasileño muy bueno. Estas son cosas que han pasado en estos meses.
– ¿Usted al asumir el cargo trajo una impronta, trajo un proyecto a este museo?
– Sí, traje un llamado público a interesados que incluía la presentación de un proyecto para el museo. Yo presenté un proyecto elaborado para 12 meses de trabajo, hasta marzo de 2009.
– ¿Cuáles eran los perfiles fundamentales de eso?
– Los perfiles fundamentales eran que el museo estuviera definido como museo, que presentara su acervo, que no fuera solamente un lugar de presentación de obras sino una discusión de obras, el intento de crear un centro de investigación a futuro. O sea, que el museo tuviera un aspecto de investigación y documentación que pudiera servir para discutir el arte que se muestra o el arte de afuera.
Es decir, que no fuera sólo la colocación fetichista de una obra de arte – que es muy importante – sino que también se reflexionase sobre eso, con gente de adentro del museo y de afuera del museo. Y eso incluía también la posibilidad de invitar – que estamos viendo si lo hacemos para diciembre – exposiciones de otros departamentos, que tienen colecciones pequeñas pero – a veces – muy ricas. Entonces, ya está definida una exposición de 30 obras del museo de Salto, curada y seleccionada por Pedro da Cruz – como invitado por el museo – y Paul Bitencourt del museo de Salto que hicieron una especie de selección. La idea era exponerlo en noviembre y se pasó para diciembre y ya está, más o menos, concretado. Es decir, la parte financiera ya está resuelta y falta la parte de papeleo.
– ¿O sea que su proyecto está en marcha?
– Yo – no sé si decirlo – pero creo que sí, en un porcentaje alto. Podría decir lo que no está en marcha: no está en marcha – porque se fue postergando y no por problema de ellos – la invitación a docentes universitarios o docentes externos al museo, para que alumnos universitarios y de los distintos servicios que ellos manejan, participen de investigaciones en el museo. Aunque sea para la Facultad de Humanidades o para la Escuela de Bellas Artes, pero que se haga el trabajo sobre el material del museo y quede sedimentado, parte en el museo y otra parte en las tareas curriculares de ellos, Historia del Arte en Humanidades o lo que sea. Eso lo conversamos, estamos trabajando pero no se concretó. Y yo pensé que era más rápido. Y algunas exposiciones internacionales que estaban pensadas y previstas, por lo menos tres importantes, y no se han podido concretar.
– Desde el museo, desde su Dirección, que es el rol suyo, ¿hay un diagnóstico del arte uruguayo a nivel nacional? ¿Se puede tener?
– Lo puedo decir como Sagradine, pero no como director. O sea, yo también soy artista y en ese sentido puedo tener mis opiniones, pero como director, no sé…
– Desdoblo en dos mi pregunta, en el sentido de si el cargo, si el rol suyo desde el museo, ¿permite tener un diagnóstico, una cierta perspectiva del conjunto del arte nacional?. Y lo otro es si usted como creador y conocedor la tiene….
– Es una pregunta difícil esa, ¿no? Porque, hay mucha discusión en estos momentos sobre la Cumbia Villera y yo soy de los que creen que la cultura tiene una dimensión antropológica. Pero no sé si el director de un museo, o un museo – ya no hablemos del director – tiene que tener… Es decir, yo creo que el director no tiene que imponer un sello personal al museo – o sea, un sello estético personal, porque personal, va a ser siempre. Pero – la verdad es una duda, no lo estoy diciendo como crítica a nadie – no sé si eso incluye o no opiniones sobre algunas tendencias de funcionamiento en la sociedad. O sea, para explicarlo mejor: el Estado uruguayo tiene reglamentado de cierto modo – y nadie dice que sea antidemocrático – qué es medicina y qué es curandería. Nadie puede operar quirúrgicamente si no tiene determinadas pautas reconocidas por el Estado uruguayo. Y yo no sé si en arte hay que pedir pautas o no. La verdad es que no sé. A veces me parece que sí y a veces que no (risas). La verdad es que no sé, es una duda que tengo y me preocupa más lo de la Unidad Ejecutora que esto.
Yo tengo un diagnóstico del arte uruguayo en términos generales. Por ejemplo: creo que el arte uruguayo – en todas sus épocas – es un arte muy rico y valioso, o valedero, y me parece que esa es una idea que no es mía, que está basada en muchos artistas y no en algunos pocos artistas. Esa idea no está lo suficientemente hecha carne en el imaginario uruguayo. Estamos convencidos que tenemos grandes jugadores de fútbol, o muchos jugadores buenos de fútbol en la historia, pero – me parece que – a nivel del arte, no estamos tan convencidos de eso y que son importantes, no sólo para el Uruguay, sino que son importantes más allá de lo regional.
-¿Eso incluye a los contemporáneos, los más actuales?
– Sí, sí, no todo, obviamente. Me consta además – no por mí, sino por haber participado en eventos internacionales – por los comentarios de la gente. Y eso es independiente de tendencias o de grupos. Me parece que hay una buena cantidad de artista uruguayos contemporáneos, actuales que – como se dice en la jerga – no le “van en saga” a ninguno. Lo que pasa es que yo creo que – donde sí hay problemas – es más en la interpretación teórica o crítica que en la producción de teoría.
– Es poca la reflexión teórica o el debate sobre los tema del arte o la creación artística…
– Estamos de acuerdo. Por eso, uno de los intentos que yo decía en el proyecto – que estuvo bastante tiempo colgado en la página web del museo y ahora no sé porqué no está – era que el museo aceitara la posibilidad de producción teórica, crítica…
– Que la estimulara…
– Correcto que la estimulara. ¡Esa es la mejor palabra! De la misma manera que yo creo que la biblioteca del museo es muy importante, es muy buena y necesitaría tener – incluso – otro ámbito físico.
– Uruguay tampoco escapa – en este sentido – de la elaboración sobre el arte, a ciertas tendencias mundiales. Porque hay un debate – relativamente – gris, ¿no? en el mundo. ¿O yo estoy equivocado?
– Yo no sé si hay un debate. Lo que hay en el mundo es fuerzas en pugna – como siempre – es decir, intereses creados… Siempre los hubo. La Escuela de París no es sólo los grandes artistas, es también la importancia de un país que producía el “savoir faire” y tenía el abstraccionismo lírico americano. Yo creo que el problema es cuando se quieren hacer paquetes, ¿no? Me parece que el error es decir: “la pintura está bien, la performance están mal”, o decir que las instalaciones son “maravillosas” y la “pintura de caballete…” Ese tipo de antagonismo…o el abstracto o el figurativo… o torresgarciano sí y no sé qué no… A mí me parece que en todo tipo de esos campos hay excelentes artistas y horrendos artistas. Que no alcanza con la camiseta, hay que ver después cómo juega. Yo cuando me refería a que hay buen nivel, me refería a los que tienen buen nivel. Que son artistas contemporáneos que tienen buen nivel y se pueden nombrar unos cuantos. Pero olvidémonos de Uruguay, pasa en la Argentina, pasa en Brasil. Yo no sé si hay un debate o hay pugnas que están, cada vez más – yo no sé si estoy hablando ahora como director… – cada vez más me parece que están “vanguardizadas” más por teóricos que por artistas. Yo creo que – muchas veces – los artistas hacen su obra y – sobre esa obra – se teoriza, se construyen castillos de naipes…
– Porque los teóricos del arte no han sido – o en muy pocos casos han sido – los artistas, ¿no?
– Los artistas se han hecho manifiestos y eso, pero hay toda una parte que ha desarrollado una actividad paralela que han sido galeristas, marchands, críticos, periodistas, coleccionistas.
– Como director del museo, ¿qué opinión tiene de cómo ensamblar el museo con las otras instancias de presentación del arte, como lo son las galerías o instituciones dedicadas al que hacer artístico?
– Creo que el museo tiene una vinculación directa con la sociedad – digamos – y después con algunos de esos organismos, pero los que tienen que ver con el arte en el sentido más abierto. Pero en el sentido comercial – en el buen sentido, digo – como las galerías o los marchands, creo que el museo no tiene porqué… Sí puede vincularse con estructuras sociales o culturales o ese tipo de cosas. Pero me parece que con las galerías y demás… Ellos tienen su funcionamiento su ámbito de trabajo que no se cruzan con las de el museo.
– ¿Cómo es la relación con los artistas o creadores?
– En nueve meses ha sido mucho mayor la relación con los artistas del acervo que con los exteriores. Han venido, se han presentado, hemos conversado, yo he expuesto a algunos, o porque se me ocurrió a mí o porque sugerían cosas.
– ¿Es una tarea problemática?
– No. Lo que creo es que es problemática en esta coyuntura, en el sentido de que – mi cargo es de confianza política, no es el escalafón “Q”. Entonces, yo lo que he planteado muchas veces – en función de mi proyecto presentado y demás – es de que yo propuse cosas hasta marzo y ahí se verá. Hay ciertas cosas que creo que hay que ver después de marzo, porque no tiene sentido que yo comprometa situaciones – en el buen sentido, ¿no? – no dejar hilos pendientes. Entonces, en algunos casos – que no son muchísimos y no los voy a mencionar – yo lo he planteado y han comprendido el asunto, les pareció razonable. Al menos – por ahora – no han dicho nada negativo en ese sentido. Vamos a esperar a marzo y conversamos. No es ni un sí ni un no.
– Imagino que todos quieren exponer acá. Debe ser – seguramente – un ideal de todo pintor uruguayo, llegar algún día a exponer acá…
– Bueno no lo sé, puede ser. Yo trabajé en la Dirección de Cultura, hace años, como Director de Artes Plásticas. Y ahí lo que pensé, es que: una cosa es querer y otra cosa es cómo se lleva adelante eso. A mi me parecía que un poco el esquema era el del Estadio Centenario y así lo había planteado en aquel momento. O sea, que de alguna manera, hubiera un sistema por el cual la gente pudiera tener su oportunidad de exposición y de la cual, la más importante… Es decir, no cualquiera puede jugar en el Estadio Centenario, pero había toda una posibilidad de exponer en el INJU, en la Sala Vaz Ferreira, en algún otro lugar y en la sala de la Dirección de Cultura. Y a mí me parece que eso le hace bien. No es una manera de discriminar, sino de ir haciendo experiencia. Me parece que no le hace ningún favor a un joven de 18 años que recién empieza, exponer en el Museo Nacional. Por más ganas que tenga. Capaz que estoy equivocado, pero creo que una cosa es la discriminación y otra cosa es la selectividad. Claro que también me pueden decir: “porqué usted selecciona…”
– Lo que sugiere es una escala de valores…
– Claro, a una escala democrática pero – a su vez – con un cierto camino desarrollo del profesionalismo.
– ¿El Estado está previendo tener otra instancia de promoción del la creación artística?
– ¡Eso es lo que faltaba en este diálogo! En realidad, estoy trabajando en una situación diferente a otros colegas anteriores y es que – ahora – la Dirección de Cultura, el Ministerio de Educación y Cultura, está creando el Espacio de Arte Contemporáneo y ese es otro de los espacios que se pueden usar para exponer. Incluso me estaba acordando ahora – que aquí vino gente que se propuso y, racionalmente conversamos y les sugerí exponer en otro lado y salió bien. Como que el tipo de obra coincidía más con el Palacio Taranco que con el museo por ejemplo.
– Sí, la propia denominación – Arte Contemporáneo – implica que allí irán, en primer lugar, aquellos que están creando en estos momentos.
– Si, si. Eso no quiere decir que acá no haya arte contemporáneo… creo que el museo tiene que ser un organismo que discuta, que investigue, que sedimente, y – parte de eso es – confrontar con el Arte Contemporáneo. No como actividad central – porque la actividad central, para mí – tiene que ser la del acervo, pero en el piso de arriba puede haber temporarios o los que vienen de afuera y una parte es posible que se pueda hacer arte contemporáneo. El año que viene va a haber una exposición de un artista contemporáneo alemán que fue propuesto y se va a hacer.
– ¿La dirección de ese nuevo organismo, tiene una cierta coordinación o esta vinculante con la de esta institución?
– No. El Espacio de Arte Contemporáneo – tengo entendido – llamó a concurso y nombró un coordinador artístico, que se llama Fernando Sicco. Paralelo a eso se creó una estructura que se llama: Sistema Nacional de Museos. En ese Sistema Nacional de Museos hay una coordinación de todos los museos – ahora de la Dirección de Cultura- mejor dicho, del MEC, porque hay museos que son del MEC pero no son de la Dirección – y luego se supone que va a ser coordinado también con los otros que no son los del MEC, del Estado, por ahora.
– ¿De este diálogo, queda algo que usted quiera subrayar, decir, ampliar?
– Sí, me gustaría – a pesar de que por ahora es imposible – tener días de 48 hs… (risas)
– ¿Le gustaría que el director del museo – sea usted u otro – en el futuro, tuviera más en los medios de comunicación?
– El director no sé, el museo sí, porque me parece que está por debajo de las posibilidades de aparición o de difusión en los medios. A pesar de que salieron varios artículos, pero…Me parece que sería bueno una mayor difusión, que nos preguntaran más –me parecería bueno que, cada tanto, los medios de difusión se preocuparan por saber. Porque – evidentemente – nosotros tratamos pero no lo logramos del todo. Por ejemplo seria bueno hacer conferencias de prensa y que funcionaran… Ese tipo de cosas: no tanto la presencia del director, sino que los medios – de alguna manera – “pinchen” al museo, no sólo para información, sino para visitas o lo que sea.
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