“Si nos hubieran dicho que treinta años después seríamos parte
de esto que hoy vemos, no lo hubiéramos creído”
Fernando Santullo
El 29 de agosto, a sala llena, se presentó El Peyote Asesino en un concierto aniversario por 30 años ininterrumpidos de trayectoria musical en la sala del Museo del Carnaval.
El público, mayoritariamente masculino, de edades entre los 40 y los 60 años, cantó, saltó y aplaudió a rabiar cada uno de los temas que hicieron arriba del escenario, con una euforia pocas veces vista.
Primero salió a escena, como teloneros, la banda paraguaya “Villagrán” (antes conocida como “Villagrán Bolaños”, que de ese modo homenajeaban a Carlos Villagrán, quien actuaba como Quico en “El chavo del 8”, y a Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, quien actuó como el Chavo del 8 y también el personaje principal en “El chapulín colorado”, y, de ese modo, tiende un puente con “El peyote Asesino” en cuanto a la influencia mexicana. En especial el grupo paraguayo tiene un influjo de Molotov sobre todo en sus primeros dos discos). La estética musical de esta banda tiene muchos puntos en común con El Peyote Asesino, sobre todo en una exploración musical constante, donde, al decir del cantante Micky González Merlo, “cada tema tiene sus propias reglas” (Revista Pausa, 18/9/2023). Sus letras llaman la atención por la denuncia social y política sobre su país, y en la ocasión tocaron un repertorio que repasó doce años de vigencia musical en tierras guaraníes.
Y después, ante el alboroto general, la banda, integrada en la actualidad por Fernando Santullo en voz, Juan Campodónico en guitarra, Carlos Casacuberta en guitarra y voz, Pepe Canedo en la batería, Matías Rada en guitarra y voz, Bruno Tortorella en teclado y voz, y Nacho Correa en bajo (que sustituye a Daniel Benia), hicieron un repaso de varios temas que son, a esta altura, íconos musicales de toda una generación, canciones del disco Terraja y Serial, entre otros.
Para esta ocasión la voz principal de “Villagrán”, Micky González, cantó una canción con el Peyote, así como el bajista de “La Vela Puerca”, Nico “Mandril” Lieutier, y el primer batero del Peyote y batero de “Níquel”, Roberto Rodino, subieron al escenario y los acompañaron en algunos temas.
La emoción estuvo a flor de piel, y el calor del local ahuyentó los últimos restos del crudo invierno uruguayo. Es que, después de todo, 30 años de trayectoria musical merecían un homenaje a la altura como el que tuvo este concierto.
Un evento, singular, entonces, que será recordado por mucho tiempo como un hito musical en la historia artística de nuestro país.
Por Sergio Schvarz
Fotos de Matilde Campodónico
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