Europa con el alma en un hilo | EEUU conduce al mundo a otro desastre…

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 / Es realmente curioso como buena parte de la “elite” europea olvidó las guerras reales. Incluyendo “la drôle de guerre” (la guerra al pedo) que tuvo lugar desde el 3 de septiembre 1939 al 10 de mayo 1940, con la declaración de guerra Gran-Bretaña y Francia a Alemania, con motivo de su invasión de Bélgica y de los Países-Bajos. La llamaron así, “la guerra al pedo”, en razón de la inacción de los galos y los británicos ante la derrota de Polonia.

Lo que vino después, con la guerra de verdad, es de todos conocido: se llamó II Guerra Mundial y provocó decenas de millones de muertos en toda Europa.

Al inicio, los partidarios de la paz fueron tratados como enemigos de la patria y llamados del nombre del puerco. Al escribir esto soy consciente de que podría ser mi caso ahora. Soy pacífico. No veo razones para otra guerra mundial, si no es la voluntad yanqui de reforzar su dominación imperial sobre el mundo. Los tan razonables demócratas -a través de los años- han probado ser los peores enemigos de la Humanidad. Los republicanos no les van a la zaga. Peste y cólera. Escoge.

Lo demencial del periodo que vivimos ahora es el descaro con el que la prensa europea, al servicio de los peores intereses financieros, miente y disimula estimulando el odio pre-fabricado hacia los presuntos enemigos.

Hay un conocido proverbio que reza: “La primera víctima de una guerra es la verdad”. La sentencia, atribuida al senador yanqui Hiram Johnson, puede aplicarse a los periodos pre y post guerra. La prensa, la radio y la TV operan como amplificadores del engaño.

¿Recuerdas las semanas previas a la destrucción de Irak? La payasada del Secretario de Estado yanqui Colin Powell ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con un frasquito lleno de meado de gato fue impagable. La propia ONU señala:

El 5 de febrero de 2003, el secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, se dirigió al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para justificar la invasión estadounidense de Iraq al mes siguiente. Afirmó que el presidente iraquí, Sadam Husein, y su régimen ocultaban armas de destrucción masiva. Powell declaró posteriormente que lamentaba estas declaraciones.

Perdone la muerte del niño…

Jean-Paul Marthoz, profesor de periodismo en la Universidad de Lovaina, escribe en su libro El Imperio de la Mentira:

“A las armas de destrucción masiva irakíes, inexistentes, correspondieron las armas yanquis de desinformación masiva, muy reales. La administración Bush, secundada por el gobierno laborista de Tony Blair en el Reino-Unido, fundó sus argumentos en tesis que nada sostenía. A pesar de la ausencia de pruebas, la maquina gubernamental de hacer ruido, apoyada por los medios neo-conservadores y ampliamente difundida por la gran prensa, logró convencer a la mayoría de la opinión pública yanqui.

Era una receta para el desastre y la prensa del Imperio, en su gran mayoría, no cumplió su misión, escogiendo por el contrario servir de estenógrafo del poder y seguir el humor revanchista y belicoso de la opinión pública.”

¿Alguna vez la prensa yanqui y occidental reconoció haber participado en una gran operación de desinformación, de manipulación y de mentira a gran escala? Hoy por la mañana los titulares del diario El País (Madrid) me tiraron de espaldas, mira ver:

Un gran desafío para las democracias

La era de la desinformación

La UE último escudo contra las noticias falsas

La tormenta perfecta de la desinformación desafía a las democracias

No hay una bala de plata contra la desinformación

En tan encomiable batalla El País cree oportuno desenterrar y enrolar a Angela Merkel (que en Alemania ya nadie se se banca). La ex primer ministro alemana abre su alma:

“Estoy preocupada, tenemos que cuidar la libertad”

Si la prensa europea no participase masivamente en la campaña de propaganda iniciada con ocasión de la crisis en Ucrania cualquier hijo de vecino se dejaría engañar.

Casi sin excepciones, la prensa de la UE agitó las masas contra Donald Trump, mintiendo de cabo a rabo, prefiriendo al belicoso Biden y a su escudera Kamala. Este par no ha escatimado esfuerzos para poner a la UE de rodillas frente a la potencia del Imperio y utilizarla en su propio beneficio.
Hacia el final de la campaña, tres días antes de la votación, Radio France le dio tribuna a un “periodista” que no dudó en calificar a Trump de “agente del Kremlin y socio de la mafia rusa”.

Toda la prensa europea mintió sosteniendo que la elección se jugaría a unos pocos miles de votos, y repitió hasta el cansancio que Kamala Harris lideraba en las encuestas.

Resultado: el propio diario parisino Le Figaro anunció tras la victoria de Trump que la fila de lameculos europeos del nuevo presidente yanqui no sería sino más larga.

Exactamente lo mismo ocurre con la crisis ucraniana. Las tropas de Zelensky son guerreros inmortales, y los rusos mueren como moscas. Zelensky y sus comanditarios defienden “nuestros valores”. Afirmación tan escandalosa que algún intelectual galo se atrevió a protestar en un canal de TV afirmando que “la UE no está dirigida por criminales corruptos, neonazis y ladrones al servicio de una potencia extranjera”.

Se ve que ese intelectual piensa con sus deseos.

Entretanto, EEUU y sus yanaconas europeos han usado Ucrania como campo de tipo para efectuar tests con la más variada colección de armas de todo tipo. Hasta que Rusia respondió con un misil орешник (avellana en ruso) y las cosas se pusieron color de hormiga.

Interrogado por un periodista en el Canal France 24, el general francés Vincent Desportes, profesor de estrategia militar, responde:

“Llegó el tiempo del realismo, es necesario que alguien me explique qué escenario realista existe que haría que Ucrania pudiese reconquistar hoy día los cuatro oblasts (provincias) de los cuales el Señor Putin dijo que son provincias rusas.”

Periodista: “Militarmente… ¿es imposible?”

Gral. Vincent Desportes: “Es absolutamente imposible. No hay escenario. Entonces, o bien no hacemos nada, y Putin continuará avanzando, él avanza lentamente, pero avanza muy seguramente, o bien, en un momento dado, aprovechamos el impulso y negociamos para salvar lo que aún podemos salvar”.

Periodista: “O sea que Ud, dice que hay que negociar antes de que la situación empeore”.

Gral. Vincent Desportes: “Evidentemente, si no hacemos nada la situación va a empeorar. Los rusos no estarán inmediatamente en Kiev, pero si no hacemos nada estarán ahí dentro de seis meses, o en un año, estarán allí. Y nosotros, europeos, pagaremos aún más la reconstrucción de lo que eventualmente quede de Ucrania. Es tiempo de parar la guerra.”

Por cierto, no todo el mundo comparte la opinión del General Desportes. En Finlandia, Suecia y Noruega, los gobiernos le distribuyen folletos a la población con instrucciones de qué hacer en caso de guerra nuclear:

Nordic neighbours release new advice on surviving war (BBC)

Estos tardíos admiradores del III Reich sueñan con sobrevivir a una guerra nuclear, y actúan en consecuencia. Momento en el que hay que precisar que el neofascismo y el nazismo new wave ya están presentes en buena parte de los gobiernos de la Unión Europea, comenzando por las tan pulcras y alabadas democracias del norte.

La propia UE dispone de un pseudo gobierno designado a dedo, sin ninguna credibilidad democrática. Sendas crisis políticas en Francia y en Alemania debilitan lo poco de estabilidad que tiene este engendro, y contribuyen a fortalecer a los partidarios de lo que hasta ahora aparece como una guerra al pedo (los ucranianos y Ucrania mueren defendiendo los “valores occidentales”), hasta que un paso en falso desate el Armagedón.

En el libro del Apocalipsis los apóstoles proclaman que los hijos de Dios deben prepararse para ese gran suceso: el regreso de Jesús y el fin del mundo.

Las trompetas del Apocalipsis anuncian juicios contra los habitantes de la Tierra (Apoc. 8:13). Al mismo tiempo, son advertencias para conducir a los habitantes de la Tierra al arrepentimiento antes de que sea demasiado tarde.

Mientras tanto… los ateos seculares… ¿qué hacemos?

Por Luis Casado
Fuente: «Editor politika»

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