El tequila es invencible

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 / Lo que espera hoy el mercado de EEUU es que un repentino aumento de los precios de todas las mercancías procedentes de México solo creará una oportunidad para que las organizaciones delictivas introduzcan de contrabando una gama más amplia de productos y amplíen su poder. Eso es lo que sustituirá «el caos de la frontera» actual que invoca Trump para las draconianas medidas que está tomando.

Ya sucedió: las sanciones internacionales hicieron que Rusia dependiera de una flota clandestina de viejos buques petroleros que navegaban sin seguro, y las medidas enérgicas contra las transferencias electrónicas de dinero realizadas por organizaciones criminales impulsaron las criptomonedas. Y es ilustrativo el esfuerzo de Estados Unidos por detener la importación de tequila hace un siglo. Durante la ley seca, la campaña para impedir que los licores mexicanos atravesaran el Río Grande desató la violencia y originó los grupos que podrían considerarse como los primeros cárteles mexicanos. Y además, eso solo hizo que el tequila fuera más popular.

A principios del siglo XX, la frontera entre Estados Unidos y México era en gran medida teórica. En ese entorno, el fabricante de tequila José Cuervo empezó a forjar un imperio centrándose en los bebedores estadounidenses: exhibió sus productos en la Feria Mundial de San Luis, contactó a a la Southern Pacific para que construyera una línea de ferrocarril hasta su destilería en la ciudad de Tequila y, con el tiempo, compró incluso sus propios trenes para penetrar en las líneas revolucionarias de Pancho Villa camino de Texas. Después de que Villa organizara una sangrienta incursión transfronteriza, el general John J. Pershing condujo a unos 10.000 soldados estadounidenses a México en su persecución.

Cuando Alemania se ofreció a aliarse con México y contra Estados Unidos, el presidente Woodrow Wilson respondió entrando en la Primera Guerra Mundial y prohibiendo el comercio con empresas mexicanas con demasiada “influencia alemana”. Como el sobrino y asesor comercial de Cuervo era el cónsul alemán en Guadalajara, su empresa tequilera fue prohibida en 1918. Ese mismo año se construyó el primer tramo de valla fronteriza y poco después se autorizó la creación de una patrulla fronteriza. Con el pretexto de preservar los granos para la alimentación, también se prohibió legalmente la fabricación e importación de todo licor fuerte. El mercado negro se disparó.

Viendo una oportunidad, Cuervo reunió a los propietarios de Sauza y Herradura para formar un sindicato organizado según el modelo cooperativo alemán: el cártel. Transportaba mercancías por ferrocarril a las ciudades fronterizas, donde los contrabandistas llevaban las botellas a pie, en los maleteros de los coches y a través del desierto abierto en monturas de burro y sillas de montar.

Estados Unidos amplió la aplicación de la ley y construyó más vallas en un esfuerzo por bloquear los envíos. Y la incursión del país en la ley seca, en enero de 1920, amplió las prohibiciones de importación y venta a escala nacional. Dos meses después, se encontraron 25.000 botellas de tequila vacías en El Paso, todas con la etiqueta Cuervo y todas de vuelta a México para ser rellenadas y transportadas de nuevo. Estados Unidos tomó medidas aún más enérgicas, sobre todo a lo largo del río Grande, donde la mentalidad de “disparar primero” de los Rangers de Texas provocó enfrentamientos campales por el desierto y la maleza.

En diciembre de 1929, cuando ya estaba por cumplirse la primera década de la ley seca, los redactores de The Washington Herald contabilizaron 1360 muertes “a causa de la violencia oficial”, con algunas de las cifras más altas en El Paso, más que en la Chicago de Al Capone. De hecho, la región fronteriza de Texas representaba por entonces aproximadamente el 8 por ciento de todas las muertes relacionadas con la ley seca en todo el país. El cártel del tequila de Cuervo se desmoronó tras la muerte en 1921 de José Cuervo (los Cuervo eran todos colombianos), lo que llevó la violencia también al lado mexicano de la frontera porque las familias rivalizaban por un mayor control del comercio y se fracturaron en cárteles más pequeños.

Cuervo, Sauza y Herradura siguen siendo algunos de los principales vendedores de tequila del mundo. Más de dos tercios del tequila producido el año pasado se destinaron a Estados Unidos. Es decir, 4500 millones de dólares.

A los fabricantes de tequila les preocupa que los aranceles no solo estrangulen el comercio legítimo, sino que también reaviven el mercado negro. Las marcas que producen productos de primera calidad están especialmente preocupadas: cuanto más caro sea el artículo, mayor será el incentivo de los ladrones para robarlo. Los bandidos tienen en el punto de mira “todo lo que suba de precio”, afirma Guillermo Erickson Sauza, tataranieto del fundador del Tequila Sauza, cuyos productos se venden regularmente a cientos de dólares la botella. En el último año y medio le han secuestrado y robado tres camiones en el lado estadounidense de la frontera y afirma que los aranceles aumentarán “absolutamente” el riesgo de tales robos.

La semana pasada, mientras conducía por la región fronteriza a lo largo del río Grande, donde los contrabandistas de tequila se enfrentaron en su día con los Rangers de Texas, apenas había indicios de caos. Los habitantes de pueblos como Boquillas del Carmen viven tranquilamente junto al río, vendiendo baratijas y tequila a los turistas que entran por el puesto de control oficial. Los cárteles prosperan con el contrabando de migrantes y drogas ilícitas a través de unos pocos corredores fronterizos definidos. Eso podría cambiar drásticamente si las acciones de Trump generan un mercado negro de todos los productos mexicanos. Es posible que sus aranceles ayuden a llenar las arcas del gobierno federal y a financiar sus recortes fiscales, pero también corren el riesgo de volver a sumir la frontera sur de Estados Unidos en el caos, aumentando el contrabando, poniendo dinero en los bolsillos de las bandas y cárteles de ambos lados de la frontera y agravando aún más el ciclo de aplicación de la ley.

Construir un enorme aparato fronterizo no ha funcionado. Hace un siglo no impidió que José Cuervo entrara en Estados Unidos, sino que, al contrario, lo convirtió en un nombre muy conocido. Y la empresa que fundó sigue siendo el mayor fabricante de tequila, bajo la propiedad principal de Juan Beckmann Vidal, nieto del cónsul alemán cuyos vínculos con el extranjero provocaron la primera prohibición estadounidense. Ahora es propietario de apartamentos en la Torre Trump.

 

 

 

 

 

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