Viva México

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México era un país donde las noticias predominantes eran sobre violencia y una desigualdad que calaba generaciones y futuro. y corrupción como constante en el ejercicio del poder por parte del Estado. «La mordida» se replicaba naturalmente en toda la sociedad. La realidad más impactante era sobre racismo y machismo. La perspectiva era que todo seguiría igual. Pues algo pasó hace menos de siete años, porque estos temas siguen en la realidad pero paso a paso van siendo atemperados.

La corriente cambió a partir de que un veterano político, maestro de profesión, encontró las propuestas políticamente viables y los modos convincentes para que el cambio se viera posible, y tras dos postulaciones a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador logró en 2018 nada menos que el 55% de los votos; el mayor caudal electoral de la historia mexicana. De ahí en más, su nombre pasó a ser el de sus iniciales: AMLO. La fuerza política creada en 2011, Movimiento de Regeneración Nacional, pasó a ser Morena, y se alió con fuerzas afines, agrupados en la coalición Sigamos Haciendo Historia. No sólo ganó, sino que obtuvo una mayoría imbatible de dos tercios.

Su partido gobernante, Morena, no solo obtuvo la presidencia, sino que, junto con sus socios de la coalición Sigamos Haciendo Historia, centró su mensaje en la profunda desigualdad del país y obtuvo una supermayoría de dos tercios en la Cámara de Diputados. Es más, la extrema derecha ni siquiera pudo presentar candidato.

Es interesante las razones por las que la derecha era inviable. Eduardo Verástegui, actor convertido en activista y productor de Sound of Freedom , el sorprendente éxito de taquilla sobre un agente federal estadounidense que desmanteló una red de tráfico de menores en Colombia, intentó llevar la política trumpiana a México, pero ni siquiera logró reunir las firmas necesarias para presentarse como independiente. En lugar de desarrollar una política de extrema derecha mexicana, Verástegui intentó trasplantar un sabor claramente estadounidense, cargado de Dios, armas e individualismo. No arraigó, según expresa contundencia el periodista de The Guardian Thomas Graham.

El éxito de Morena en la construcción de un movimiento de izquierda se debió a su enfoque en la justicia socioeconómica. López Obrador desarrolló una narrativa populista simple y contundente, argumentando que el país había sido capturado por élites corruptas, incluyendo a los antiguos partidos políticos y sus socios comerciales nacionales y transnacionales. Esto resuena en la población mexicana, un país palpablemente desigual donde aproximadamente el 27% de los ingresos corresponden al 1% más rico.

López Obrador prometió cambiar eso. Su carisma y su larga trayectoria en México lo convirtieron en un vehículo convincente para su mensaje, que recalcó en viajes a cada rincón del país y en las mañaneras, conferencias de prensa diarias. Este instrumento fue la oposición adecuada al poder de la prensa sistémica, y el presidente parado a primera hora de la mañana durante una hora o cosa así hablando y contestando a periodistas sin importar el alcance del medio para el que trabajaban, se transformó rápidamente en la manera de fijar la agenda noticiosa del día. En esas mañanas, día tras día anunciaba los logros de su gobierno y arremetía contra sus críticos. Todos los gobiernos anteriores del período neoliberal fueron criticados con argumentos, y así dio forma a una nueva etapa en la historia del país, que llamó «la cuarta transformación». El mensaje de Morena se difundió a través de las redes sociales y estatales, creando una especie de culto a la personalidad en torno a López Obrador.

Y cumplió. El gobierno de López Obrador duplicó el salario mínimo en términos reales, a la vez que expandió los programas sociales y las transferencias monetarias para jubilados y jóvenes, entre otros. Reprimió la práctica de subcontratar trabajadores para evitar el pago de prestaciones y legisló que los contratos sindicales se sometieran a votación democrática. Y centró proyectos de infraestructura en el sur, históricamente marginado, construyendo trenes y una nueva refinería de petróleo. Entre 2018 y 2022, el porcentaje de la población en situación de pobreza se redujo de aproximadamente el 42 % al 36 %.

Durante su gobierno se destacaron principalmente, la implementación de una política social que sentará las bases de un estado de bienestar, lo que dio como resultado la disminución, por primera vez en décadas, de los niveles de pobreza; el sostenimiento de la estabilidad macroeconómica en sus principales indicadores (crecimiento del PIB, tipo de cambio, ingreso, consumo, tasa de inflación, tasa de desempleo, balanza comercial, reservas internacionales e inversión extranjera), a pesar de las previsiones menores o las coyunturas internas y externas; y la habilitación de obras de infraestructura que generarían nuevos polos de desarrollo.

Por el contrario, tuvo pocos resultados favorables en salud y seguridad; por un lado los dos sistemas de asistencia sanitaria creados en su gobierno, no concretaron el plan de cobertura universal en atención y tratamientos, sobresaliendo sólo la recuperación de parte de la infraestructura abandonada de los sexenios anteriores y la campaña de vacunación en la pandemia de COVID-19; por otro lado, si bien se revirtió la tendencia alcista de la tasa de homicidios y se redujo la incidencia de varios delitos de alto impacto, la violencia focalizada en algunas zonas del país, continuó en los niveles de la década anterior.

La Constitución mexicana limita los mandatos presidenciales a un solo mandato. Pero esta vez, Claudia Sheinbaum, aliada cercana de López Obrador, obtuvo el 60% de los votos. Su victoria evocó el apogeo de la «marea rosa» en América Latina, cuando líderes de izquierda como Hugo Chávez y Evo Morales fueron reelegidos para un segundo mandato con más votos que sus victorias iniciales.

Hoy, en las mañaneras se puede escuchar una y otra vez a Sheinbaum alabando las banderas mexicanas, la capacidad de su pueblo, dando cuenta de sus conversaciones con Donald Trump y el estado de las negociaciones por los aranceles y las razones que asisten a la posición del país. Y más. La transparencia demuestra ser un instrumento muy poderoso ante un pueblo que sabe que lo han engañado una y otra vez. En poco tiempo, Sheinbaum se erigió como una estadista de fuste que deja siempre la impresión de decir las cosas como son.

 

 

 

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