La mayoría de los argentinos tiene clara percepción que se está viviendo un fin de ciclo. Para algunos, los K, una “década ganada”. Para otros, los que pensamos distinto, creemos que será una década perdida, difícil de olvidar, y de remediar, no sólo por aquello que se perdió en el aquí y el ahora, sino por las oportunidades que brindó un mundo, a través de una década histórica, de viento de cola a favor de países como la Argentina.
Sería redundante explayarnos sobre las posibilidades que el inicio del siglo XXI brindó, en materia de precios de comodities, de tasas de interés casi nulas, de afluencia casi impúdica de capitales deseosos de invertir, de posibilidades expandidas del comercio, a partir del boom de países, entre otros, asiáticos, y algunos sudamericanos, caso Brasil. Todo eso generó en buena parte de los países emergentes, un clima económico, que, por sobre las distintas ideologías, se volcaron a ese tablero internacional, para insertarse y generar desarrollos locales de magnitud impensada décadas atrás. Véase simplemente los casos, no ya del sudeste asiático, sino de Chile, Perú, Colombia, Uruguay, Paraguay, y hasta Bolivia, que pese a un gobierno autoproclamado ultraprogresista, desarrolló políticas para incorporarse en esa corriente mundial que propiciaba el crecimiento.
Opuestamente, y aquí una de las principales contradicciones de la década “ganada”, en la Argentina aun se sigue proclamando que ¡“el mundo se nos vino encima”!, con el objetivo de justificar un modo de gobierno a contracorriente de la mayoría de naciones, a excepción de Venezuela, que tuvo como meta la acumulación de poder político para perpetuarse, a través de mecanismos de cooptación, de políticas demagógicas y omitiendo toda visión de futuro. La cuestión consistía en distribuir, primero lo acumulado, y luego tratando de acceder a las distintas alcancías (llámese fondos de las AFJP o a las reservas del Banco Central.) Era tener para distribuir. Generar no era prioridad. Y así el famoso crecimiento a tasas chinas – cimentado en el denostado y combatido “yuyito verde” que fue la soja- paso a ser historia, hasta encontrar a la Argentina, en el inicio del irremediable fin de ciclo K, en uno de los peores escenarios que los economistas dibujan, la recesión con inflación, esta última, alimentada desde hace ya varios años por los desaciertos de la política económica, y la primera por la omisión de todo intento de incentivar la inversión, aquella que hace al crecimiento sustentable y duradero.
Y así los dos últimos años del ciclo K auguran un difícil panorama no sólo económico, sino político y social para el Gobierno.
Se agudiza el destape por denuncias de corrupción, narcotráfico, inseguridad, contradicciones, con el Gobierno más preocupado por el relato (sea el propio o aquello que informan los medios) que por los hechos.
Las denuncias de corrupción, se multiplican, pese a un intento de asalto a la justicia, a través de designaciones apuradas a magistrados amigos, y desplazamientos brutales a aquellos que no lo son.
Y la sociedad expresa ya cada vez con mayor vehemencia su reclamo múltiple, poniendo en el ápice de su larga lista de quejas, los temas de inflación que cercenan su poder de compra, y de inseguridad, que tornan a la Argentina un país difícil de ser vivido.
Un clima de malhumor social, alimentado por la población que siente que el deterioro de su poder de compra es cada vez más veloz, al que se suma actualmente la angustia ante los cierres o suspensiones, actuales o previsibles, de las fuentes de trabajo, producto de la recesión.
Ante la agudización de la problemática económica el Gobierno, apela una vez más a su doble discurso: declama un ideologismo progresista, y se encuentra ante la imperiosa necesidad de aplicar medidas ortodoxas, que a esta altura de los acontecimientos, llegan inevitablemente tarde.
Y así se pueden registrar en el repertorio oficial una devaluación hasta hace poco denostada, incrementos muy fuertes de la tasa de interés, aumentos de tarifas en servicios, disminución de subsidios, y la piedra basal de la mayor contradicción a su política: disminuir el salario real para que, vía disminución del consumo, se pueda – intento inútil- frenar la inflación.
Lamentablemente para el país, y también para el Gobierno, salir del ensueño populista-distribucionista-antiinversiòn, no tiene un espacio temporal en la actualidad. Es tarde. El daño realizado al cuerpo económico del país es muy profundo y ya la medicina no puede producir efectos.
En otra de sus contradicciones, el Gobierno ahora intenta, sin decirlo en voz muy alta, acercamientos a los centros financieros internacionales, arreglando el tema REPSOL, otrora injuriado, acercándose al Club de París, y al mismísimo y satanizado FMI.
Pero aquí también las contradicciones intrínsecas del Gobierno le impiden ejercitar una acción efectiva: arreglo pero no arreglo, me acerco pero no tanto, etc. Esto, a excepción del acuerdo con Repsol, lleva a la perpetuación de los problemas, a través del amago de soluciones que por estas vías, nunca habrán de llegar.
Y el fatigado lector se preguntará porqué se contradicen recorriendo caminos antes renegados. Y es porque la necesidad tiene cara de hereje y algunos, en el elenco gobernante, habrán caído en la cuenta que con el dislate que produjeron en las reservas del país, la Argentina necesita salir del aislamiento internacional, otrora orgullosamente proclamado, porque: “se está quedando sin plata”’¡ o mejor dicho “con pocos dólares”, y por otra parte, la inflación crea estragos crecientes.
Si el presente no es promisorio, el futuro, en estas circunstancias, no es mejor, aun cuando no es augurable, gracias a la década histórica mundial (y no a la década ganada K), un fin de ciclo de catástrofe.
El problema central de la economía ya se está transfiriendo en distintas etapas a los gobiernos por venir, que deberán lidiar con la solución de los acuerdos tipo Repsol (pagar lo comprometido), con futuros ajustes monumentales de tarifas y saneamiento de cuentas públicas, y con otro problema no menor: restablecer en el concierto internacional la confianza en el país.
La economía actual
En un marco impregnado por el coeficiente desorbitado de inflación, actual y también la expectable en un futuro próximo, algunos datos de la economía, convalidan el panorama reseñado líneas arriba.
Tipo de cambio, déficit fiscal y otras cuestiones.
Los pronósticos para la economía argentina de la mayoría de las consultoras privadas locales coinciden en que si bien hasta el Mundial de fútbol podría mantenerse la actual estabilidad cambiaria y la calma en los mercados financieros, no ocurrirá lo mismo a posteriori. Que, obviamente, no está determinada por los resultados deportivos, sino por el final del período de mayores ingresos de dólares de la buena cosecha de soja con precios internacionales más altos y de recursos fiscales por retenciones. (1)
Parece inevitable una suba del déficit fiscal en la segunda mitad del año debido al impacto del medio aguinaldo, los subsidios a la energía y los ajustes de salarios y jubilaciones, frente a una presión tributaria record que ya alcanzó sus aparentes límites máximos, en cuyo caso obligaría al Banco Central a redoblar la emisión para financiarlo y a posteriori, absorber el exceso de pesos si busca evitar que los mismos alimenten los precios o el dólar “blue”.
Hasta ahora los avances para contener la suba del gasto público han sido mínimos.
Si bien está pendiente el incremento de tarifas de energía eléctrica, que se aplicaría a partir de septiembre para no superponerlo con las fuertes subas en gas y agua, el impacto fiscal tampoco sería significativo ya que abarcaría sólo un cuatrimestre de 2014.
La situación fiscal también es apremiante en la mayoría de las provincias, cuyo déficit conjunto para este año se calcula en alrededor de 45.000 millones de pesos, una cifra que torna insignificante la prórroga trimestral de vencimientos y condonación de deudas con la Nación (por 2800 millones) que acaba de anunciar pomposamente la Presidente por cadena nacional.
Por su parte, el intento del gobierno de contrarrestar la caída de actividad y promover inversiones con créditos subsidiados por 10.000 millones de pesos, tiene sus limitaciones sea por su monto o porque la elección de proyectos en «sectores estratégicos» o «actividades innovadoras» estará a cargo de un comité de seis funcionarios encabezados por Axel Kicillof. Y porque cada vez que aumenta un gasto no se recorta otro. El fútbol tendrá mayor impacto fiscal en 2015: con la ampliación en 50% del número de clubes y partidos del futuro campeonato ampliado de primera división, subirá otro tanto el gasto de Fútbol para Todos, que este año tenía asignada una partida de 1500 millones de pesos en un presupuesto que, con la mayor inflación y recesión, volvió a ser letra muerta. (2)
El tipo de cambio terminaría el año cerca de los $ 9,83, según el promedio publicado por LatinFocus Consensus Forecast, que esconde importantes diferencias, ya que para el banco Credit Suisse llegaría a $ 11 y para el BBVA Francés a $ 10,30, mientras que para LCG quedaría en $ 9,22 y para Oxford Economics, en $ 9,01. En tanto, para fines de 2015, lo ven en promedio, en $ 12,64, según el informe de FocusEconomics.
Crédito
La combinación de devaluación del peso, suba de las tasas de interés y caída de la demanda provocó una parálisis casi total del crédito. El stock de financiaciones al sector privado cayó alrededor de $ 2000 millones en abril, pero el dato más revelador del brusco freno aparece cuando se observa con detenimiento el saldo de nuevos desembolsos netos: los bancos, que en los meses previos a la devaluación venían inyectando en promedio unos $ 10.000 millones por mes en créditos, apenas colocaron en marzo unos $ 10 millones netos. Es decir, el ¡0,1% ! (3)
Actividad económica y destrucción de empleos
Aunque el ministro de Trabajo aseguró que en el primer trimestre del año el empleo se mantuvo «estable» en la Argentina, en sectores con un peso importante en la generación de trabajo, como la construcción, la industria y el comercio, la caída en la actividad ha derivado ya en una destrucción de puestos. Además, cada vez son más las empresas que prevén recortar su dotación de personal en los próximos meses.
En el primer trimestre de este año, según el propio Indec, la cantidad de obreros en la industria manufacturera cayó 1,2% frente al mismo período del año anterior. Fue la segunda baja consecutiva (en el cuarto trimestre de 2013 el empleo fabril se contrajo un leve 0,3%) y la más pronunciada desde el año 2009. (4)
La caída del empleo industrial está directamente relacionada con los malos resultados que el sector viene mostrando en los últimos meses. En marzo, también según el propio Indec, la producción fabril se contrajo 5,9% frente al mismo mes de 2013. Se trató de la octava baja consecutiva y la más fuerte desde la crisis de 2002.
Entre las principales ramas industriales, el sector automotor es el que muestra los peores resultados: su producción se desplomó 14,5% en el primer trimestre. Asimismo, otras ramas importantes, también mostraron resultados negativos en el mismo período.
Expectativas de ocupación
Las preocupaciones de la gente sobre una eventual caída del empleo y de los ingresos familiares alcanzaron niveles muy altos antes de que comenzaran a conocerse las suspensiones en las fábricas de autos, lo que hace prever que el panorama, ante las malas noticias, tenderá a empeorar, según la última medición del índice general de expectativas económicas (IGEE) de la Universidad Católica Argentina y TNS-Gallup.(3)
Las expectativas sobre la economía en general se desplomaron casi 31%. La proporción de los más pesimistas sobre el mercado laboral, que decían que había muy pocos puestos disponibles, pasó del 26% a más del doble.
Comercio exterior
Al igual que el crecimiento económico de 6,2%, la inflación anual de 10,4% y el dólar a $ 6,33, a esta altura del año el superávit comercial de US$ 10.000 millones proyectado por el Gobierno en el presupuesto nacional para 2014 parece un objetivo inalcanzable, o simplemente cifras de ciencia ficción. (5)
En marzo 2014, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la Argentina alcanzó un superávit comercial de apenas US$ 41 millones, 95% menor que los 811 millones registrados en el mismo mes del año anterior. En el acumulado del primer trimestre, el saldo comercial suma US$ 121 millones, 92% menos que en igual período de 2013.
Las estadísticas oficiales de comercio exterior vienen mostrando llamativos deterioros en lo que va del año. Los analistas, sin embargo, no saben si esto responde sólo al mal momento que atraviesa la economía o también a un intento del Gobierno de sincerar las cifras de comercio exterior, que han sido alcanzadas por el manto de duda que cubre ya a los datos de inflación, pobreza y crecimiento del PBI.
Pobreza
La pobreza en la Argentina se ubicó el año 2013 en el 27,5% , según los datos publicados por la Universidad Católica Argentina (UCA), con un aumento de casi un punto respecto del año previo, y marcando la existencia de 11 millones de pobres en el país.
En cambio, el Indec estimaba a mediados del año pasado que la pobreza apenas alcanzaba al 4% de la población y omitió difundir los datos del segundo semestre del año 2013.
El Observatorio de la Deuda Social de la UCA, enfatizó que «la pobreza siguió aumentando debido al proceso recesivo e inflacionario que se vive en la Argentina” agregando que «es probable que con la devaluación y la inflación esto se profundice y se llegue a un pico de pobreza importante en 2014 «. (5)
Mientras que la canasta básica alimentaria del Indec -que fija el umbral de la indigencia- en el cuarto trimestre del año pasado culminó en $ 788, para la UCA ascendió a $ 1982 en el mismo período.
En cuanto a la canasta básica total -que permite medir el nivel de pobreza- para el Indec estaba en $ 1783, mientras que para la UCA se ubicó en $ 4142.
El Gobierno dejó de difundir desde enero 2014 los valores de ambas canastas y no aclaró si las reflotará una vez que tenga la «nueva» medición, cuando salió a justificar el ocultamiento del dato de pobreza del segundo semestre del año pasado.
Para justificar la no difusión del dato, que estaba programado en la página web del Indec, adujo problemas de «empalme» con el nuevo índice de precios al consumidor nacional que comenzó en enero último, un razonamiento que todos los expertos en estadísticas descartan, dado que en realidad, el dato correspondía al año 2013, cuando aún no había arrancado el nuevo IPCNu, por lo que no existía necesidad técnica de tal empalme.
Uruguay desplaza a la Argentina
La industria lechera uruguaya desplazó a la Argentina como principal exportadora a Brasil, en el marco de un retroceso de las ventas argentinas al principal socio del Mercosur. La pauta importadora brasileña de leche era 60 por ciento de origen argentino y 40 por ciento uruguaya. Actualmente más de la mitad es del Uruguay. (2)
Ranking de miseria
El país culminó en una pésima posición en un «índice de miseria» elaborado por la Universidad Johns Hopkins de EE.UU. (5) La Argentina se ubica en el cuarto peor lugar del mundo en términos de miseria -un concepto que excede el concepto de pobreza-, luego de Venezuela, Irán y Serbia.
El «índice de miseria» fue creado en EE.UU. por el economista Arthur Okun , ampliado por Robert Barro, y continuado en la actualidad por el economista Steve Hanke, de la universidad Johns Hopkins, quien comenzó hace más de una década a aplicarlo a la situación de todo el mundo. Entre los problemas del país, Hanke enumeró la «fuerte intervención en la economía, la debilidad institucional y la inseguridad jurídica», entre otros.
La perspectiva
En un artículo, titulado «El psicodrama de CFK», el semanario inglès The Economist repasa los problemas económicos argentinos (la contracción de la economía, la inflación, la caída de las reservas). El artículo repasa la devaluación de enero, la suba de las tasas de interés, el «intento por contener la inflación», la desaceleración de la economía, el acuerdo con Repsol por YPF, los «nuevos y más creíbles datos de la inflación», los recortes en los subsidios de agua y gas, «y una relación más amigable con Jorge Bergoglio, conocido ahora como papa Francisco».
«Este movimiento vacilante hacia la ortodoxia será el rasgo distintivo del último tramo del mandato de Fernández. No está en su naturaleza ejecutar una vuelta en U…. Hará lo necesario para prevenir que la economía colapse, pero no lo suficiente» para agarrar el toro por las astas. «Esa tarea recaerá en su sucesor”. (6) Del mismo modo, si bien no resulta tarea sencilla dibujar el escenario posible que se muestre a la finalización del ciclo kirchnerista en el año 2015, intentando una aproximación en tal sentido, habría entre los analistas locales algunas conclusiones convergentes: (1)
Lo probable es que no habría de ocurrir un ajuste caótico, sino una transición difícil, con una herencia complicada para la próxima gestión.
Las reservas podrán caer a un ritmo todavía no alarmante en los meses que restan a este gobierno. La cuenta corriente cada vez más negativa y la falta de financiamiento, sumado al peso de compromisos más exigentes de deuda hacen proyectar a algunos analistas, un nivel inferior a 20.000 millones de dólares a fin de 2015.
La tranquilidad cambiaria no está garantizada. Muchos estiman un proceso progresivo devaluatorio.
La suba de la tasa de interés pese a que profundiza la recesión, es posible que se sostenga de modo moderado a tono con la actual política monetaria.
La devaluación esperable del peso, las paritarias, el financiamiento estructural del Banco Central al Tesoro, que se aceleró desde mediados de 2013, el mayor costo de los servicios públicos y la inercia, establecerían un piso en 35% para la inflación del año entrante en el que el PBI podrá caer más de 2%.
En materia de ocupación y empleo, es esperable una suba en la conflictividad laboral, con un desempleo en crecimiento. La inversión bruta de 2015 sería inferior al 20% del PBI, y la inversión externa directa también seguiría cayendo.
El giro hacia cierta ortodoxia, señalado en párrafos anteriores es tardío y ya no puede resolver los problemas más serios que se estaban incubando. Se llegará a fines del 2015 con tres cuestiones muy graves irresueltas en el plano económico: pobreza en 30% de los hogares, inflación entre 35 y 40% y un desequilibrio en energía de magnitud que afectará la dinámica de las cuentas fiscales y externas. Resolver estos tres temas, no excluyentes de otros desafíos, no será una tarea para un sólo período de Gobierno del futuro.
Supone, además, asumir con racionalidad un modelo de política económica, ausente hasta el presente.
Por Pablo Broder
Economista argentino. Su último libro: “El ocaso de la era K”. Editorial Turmalina. Buenos Aires.
Referencias del diario LA NACION de Buenos Aires. Año 2014: (1) 4-5; (2) 3-5; (3) 5-5; (4) 2-5; (5) 26-4; (6) 12-4.
La ONDA digital Nº 671
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.