Como hemos venido anunciando desde estas páginas, el próximo día 26 de junio, España celebra las segundas elecciones para elegir nuevo Parlamento y nuevo gobierno. Los resultados de las votaciones en las pasadas elecciones de diciembre no dieron mayoría a ningún partido, y aunque el partido actualmente en el gobierno, el Partido Popular (PP) consiguió ser el más votado, no pudo obtener ningún pacto para conseguir que su candidato, el actual presidente en funciones, Mariano Rajoy, pudiera formar gobierno contando únicamente con los votos de sus miembros. Para ello hubiera sido necesario pactar con otros, pero el resto de partidos, tanto del centro, Partido Socialista Obrero Español (PSOE), como de la nueva derecha, Ciudadanos, (C,s), se negaron a lograr pacto alguno con un partido salpicado por la corrupción en sus altos dirigentes, altos cargos y ex ministros.
Ni siquiera la unión de escaños entre PSOE y C,s, que se planteó como segunda alternativa a la formación de un gobierno presidido por el líder socialista, desbancando al PP, logró sacar adelante la investidura del líder socialista. Matemáticamente ese pacto entre ambos estaba desde sus inicios condenado al fracaso, aunque en su concepción, si el PSOE no contaba con el apoyo de Podemos para conseguir una mayoría simple, al menos pensaba que, con tal de evitar que el PP siguiera gobernando, suponían que Podemos se abstendría. Lograrían de esa manera más “síes” que “noes”. Pero no fue así. Podemos veía que la única solución para un “gobierno de cambio” y de izquierdas realmente pasaba por un pacto con su partido; contando con su apoyo Pedro Sánchez, líder socialista, podía haber sido el nuevo presidente de España, pero ponía una serie de condiciones -de las que ya hemos hablado aquí como “líneas rojas”-, que se negaba a aceptar el PSOE por influencia del pacto con Ciudadanos. Se sometía el PSOE por su anterior compromiso a un partido con cuyo apoyo no llegaba a ninguna parte, pero cuya renuncia al pacto adquirido le resultaba ya imposible. Al no conseguir, como digo, la abstención de Podemos, sino la negativa en la votación de investidura, el líder del PSOE no logró siquiera la mayoría simple.
Podemos estaba dispuesto a formar un gobierno con el PSOE, pero C,s se oponía. Pedro Sánchez, por tanto, se vio en la encrucijada de que aunque no contaba con el apoyo de Podemos, debía correr el riesgo por si en última instancia Podemos daba marcha atrás y se abstenía, en lugar de votar “no”, junto al PP, como venían anunciando.
Todos se echaban la culpa
Así hasta ahora; de nuevo el ciudadano español debe acudir a las urnas el próximo día 26 de junio. Todos los partidos cargaron las tintas al grupo emergente de Pablo Iglesias por no llegar a ningún acuerdo. Y en su momento, presentando los grandes medios de comunicación, proclives a defender a los grandes partidos, la situación como un fracaso, Podemos bajó en la intención de voto de los españoles, situándole algunas encuestas en el cuarto puesto, incluso por detrás de Ciudadanos, que parecía en principio el beneficiario por su afán de diálogo y su intención de pactar para lograr nuevo gobierno.
Hay que tener en cuenta que a las elecciones no solamente concurren estos cuatro partidos, PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, además de los regionales y autonómicos, con poca fuerza en algunos casos a nivel nacional, sino que también hay otros muchos, y algunos, aunque de ámbito regional, como pueden ser los catalanes, vascos o gallegos, gozan de cierta fuerza que en un momento determinado pueden inclinar la balanza a un lado u otro, si logran un pacto con el partido que se vea como posible ganador, con cuyos votos, tanto positivos como de abstención, sumaría mayoría.
Otro factor a tener en cuenta en las próximas elecciones es el recuento no tanto de los escaños, resultado de la anterior votación, cuanto de los votantes y la cantidad de votos, que sumados, los de signo izquierdista -y por tanto afines a las propuestas de Podemos-, la cantidad es mayor en su totalidad que la derecha, incluido el C,s junto al PP. Porque en España, debido a que las votaciones se rigen a la hora de repartir los escaños por la proporcional, según distrito, Ley D,Hont, en muchos casos no se corresponden los votos con los escaños, saliendo siempre favorecidos los partidos que cuentan con mayoría. Un partido, como por ejemplo, Izquierda Unida (IU), que obtuvo casi un millón de votos en las elecciones de diciembre, no pudo repartirse más que un par de escaños; tal cantidad de votos no se tradujo, debido al mecanismo de esta ley, sino en un par de diputados o escaños, mientras que otros, con 300.000 votos, pueden adquirir el doble a la hora de repartir los escaños. (Para una mayor comprensión remito al lector a Wikipedia).
La unión de la izquierda. Un panorama distinto
Hasta hace unos días, la opinión general dibujaba un panorama semejante al resultado de las anteriores elecciones, por lo que volveríamos a una encrucijada quizá de nuevo sin salida, o con una solución que no sería precisamente la que desean los ciudadanos. Todo hacía prever que si las cosas no cambiaban, volveríamos a tablas, como en el juego de damas, porque, eso sí ha quedado claro, el bipartidismo se ha acabado en España, y ni ley D,Hont ni otras fuerzas pueden recrearlo, como hasta ahora ha venido sucediendo desde que se implantara la democracia hace cuarenta años. De nuevo planea la sombra de los pactos: quiénes, con quién y cómo. Y su fracaso, a tenor de lo sucedido. Este fracaso en lograr pactos, así como las diferencias entre la concepción de lo que se entiende por gobierno progresista o del cambio, como pregonaban y vuelven a pregonar, C,s y PSOE, vuelve a situar en el punto de mira a Podemos. Son concepciones, alejadas de la idea que implica un gobierno de progreso y de izquierdas, según PSOE y, por supuesto, C,s, difieren. Aunque esta palabra solía evitarse de pronunciar por los líderes de Podemos, que preferían hablar de gobierno simplemente de cambio y de progreso, se va aceptando hoy con mayor razón que anteriormente, entre otras cosas, porque el panorama ha cambiado, como más adelante detallo, y porque prefieren alejarse y dejar en evidencia al PSOE, retratándole como un partido continuista de las políticas de restricciones y austeridad del PP, un partido de poco cambio y poco progreso, situado no tanto a la izquierda, cuanto en el centro, girando hacia la derecha, como ha demostrado al pactar anteriormente con un partido como Ciudadanos, que sin declararse abiertamente de derechas, es a todas luces, como muchos han denominado “la marca blanca del PP”.
Finalmente, hay otro factor que ha cambiado el panorama y que hay que tener muy en cuenta en las próximas elecciones: la coalición que Podemos ha logrado con Izquierda Unida, Equo y otros partidos ecologistas y regionales, situados a la izquierda, que en las anteriores elecciones, por la ley de proporcionalidad de votos-escaños obtuvieron escasa representación en el reparto, como es el caso, al que nos hemos referido unas líneas más arriba, de IU. Juntos, todos estos partidos, que hasta hoy eran minoritarios, concurrirán a las elecciones del 26-J; un factor que puede resultar significativo. La suma de sus votos sería una inyección importante de fuerza para Podemos. Ya han sacado su logotipo, en el que se incluyen dentro del círculo de color morado de Podemos todos esos pequeños partidos, pero manteniendo sus logotipos e iniciales, y haciendo la campaña cada un por su cuenta. En sus mítines no se mezclarán, cada líder acudirá por su cuenta sin contar con la compañía o comparecencia de otros, aunque vayan luego en la misma papeleta.
Puede ser un importante cambio en el panorama electoral. Así lo han percibido los demás partidos, cuya alarma se ha hecho de notar sobre todo en los dos grandes, PP y PSOE, de la que ha salido favorecido Podemos. Esta coalición ha marcado el índice de las encuestas volcando los anteriores datos de intención de voto, dando las últimas a Podemos, si no como ganador, al menos como el segundo partido más votado a mucha distancia del PSOE y del resto, casi equiparado al PP.
En estos días arranca la campaña electoral, que no será tan intensa como la anterior, pues prácticamente está todo dicho por todos los partidos, y el ciudadano, sin duda, está mucho mejor informado que hace medio año en las anteriores. Seguro que a la hora de votar lo hará con mayor criterio y mayor información. Habrá que contar además con el calor, que en este Hemisferio en esa fecha es el comienzo del verano y de las vacaciones para muchos, y también que, al ser domingo, mucha gente se traslada a la playa o la montaña con la ilusión del tiempo bueno que invita a salir. Puede que repercuta en un aumento de la abstención. En España, de siempre, la abstención favorece a la derecha, sobre todo al PP, cuyos votantes son convencidos y fieles. Ya se verá. De nuevo, como en toda encrucijada, la incertidumbre es la reina.
Por Ramón Hdez de Ávila
Crónica de nuestro corresponsal en España
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