Cómo vivimos, las mutación acelerada en el último siglo

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El notable científico estadounidense Carls Sagan (autor de la Serie Televisiva Cosmos) argumentaba en su libro “Los dragones del Edén” cómo el hombre de Cromagnon había prevalecido sobre el de Neanderthal. La condición que definió nuestra ascendencia hace milenios fue la colaboración entre sus integrantes. Forjó en la creación colectiva la sociedad que heredamos.

El contexto actual
Nuestra sociedad, integrada a la globalización, ha realizado una mutación acelerada en el último siglo. Los procesos de urbanización, disgregación dela familia nuclear, la migración interna y al exterior, la movilidad en el territorio, la precarización y segmentación del trabajo y el empleo, el individualismo y la vida en competencia al influjo del consumo, el cambio de rol del Estado-Nación, impactan sobre las profesiones y a tenor del listado, especialmente sobre la nuestra. La posmodernidad, puesta en valor de 3-Arq-Luis-Fabre-200x230lo diverso _desde teorías hasta religiones_ aún con todas virtudes, produce un efecto no-deseado de incertidumbre.

En medio de todo, saturados por la información, abrumados por los medios, es difícil saber dónde estamos parados. Con todo el mundo más cerca, lejos estamos de encontrarnos cómodos y mucho menos seguros. La aceleración de los cambios, la instantaneidad de las situaciones y necesidad de respuestas, la menor validez temporal de las mismas, ponen en tela de juicio el producto de nuestros saberes y prácticas. Nuestra profesión, la arquitectura, guarda en las realizaciones actuales, analogía con el “arte efímero” contrariando la trascendencia de otrora. El acceso irrestricto de los legos a información en la red les induce a alinearse con los profesionales, sustituyendo técnicas aprendidas en la Universidad, cuestionando nuestras adquiridas destrezas.

En la acción colectiva
Hoy las instituciones se enfrentan a la dualidad en el uso de la razón instrumental, basada en causa –efecto, distorsionada por un contexto cambiante a velocidad de vértigo. Y relegando lo valorativo, la atención a los fines que trasciendan la propia generación y la época. Un simultáneo abordaje de ambos en las funciones institucionales conlleva una dosis de grandeza de sus integrantes puesto que mucho de lo que hagan se verificará pasado el tiempo. La composición directriz debería incluir a quienes cumplan este último requisito. El culto a la individualidad implica otro riesgo; la apropiación de los colectivos a través de la acción singular, casi autoritaria de la gestión. Casi sin darnos cuenta se desmerece e hipoteca el rol democrático de las instituciones. Los asociados perciben la dificultad en participar, pierden interés y se retraen hasta en la crítica constructiva. Así se rompe el círculo virtuoso de la continuidad por la sustitución de personas y generaciones.

He integrado colectivos donde ha sido notorio el cambio en los resultados sociales debido al desarrollo de estos procesos los últimos años. Puede medirse con datos objetivos, los descensos en actividades, servicios, afiliaciones. Y mucho más significativa, aunque no mensurable, es la pérdida de incidencia en la comunidad de asociados. Peor aún, en la sociedad toda. ¿Creen que exagero? Analicen en su alrededor.

Por dónde empezar a cambiar
En primer lugar conocer el contexto en que vivimos, detectando estos procesos. Darle el debido valor a la individualidad y los triunfos personales, vistos como enteramente propios a través de los medios afines al actual paradigma. Omiten la acumulación que antecede a los triunfos, incluso los físicos. Los actuales Juegos Olímpicos son un vivo ejemplo. Sólo de un tenista, y en pequeño recuadro, la prensa destacó que había aprendido todo (hasta contaba las brazadas) del ídolo al que ahora desplazó, nada menos que Phelps. De la mayoría se hacen referencias a la familia, en verdad apoyo de afectos, pero no el aprendizaje de tantos predecesores, maestros, que llevan al éxito. El triunfo, la superación personal es también una construcción social, toda lo humanidad participa en el mismo!

Entonces, ¿cómo hacer?
Como en la mayoría de los temas, no tengo las respuestas para cada situación específica. Puedo esbozar un abordaje: adaptarse a la época utilizando herramientas nuevas para realizar propósitos englobados en la definición de una sociedad mejor. Conseguirlos en un mundo de redes, interconectado sistémicamente, aportando vocaciones y destrezas, profesiones y oficios, para una renovada vida social en un marco ético de arcaicos valores que sostienen la humanidad. Agregar los que también sostenga al planeta. Aceptar que la realización personal no se completa en la separación con el prójimo, sino en la interrelación con el mismo. Mantener esa actitud en el éxito y el fracaso por dramático que este último sea, relativizándolos. Después de todo, en el infinito ámbito del universo, son sólo una peripecia humana.


Por el
 
Arq. Luis Fabre
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