Dos acontecimientos hay que destacar políticamente en España en esta pasada semana. Primero, la moción de confianza los días 13 y 14, interpuesta en el Parlamento por el partido opositor y emergente, PODEMOS, contra el gobierno del Partido Popular (PP), presidido por el señor Rajoy. Y segundo, el Congreso Extraordinario del “renovado” PSOE, celebrado este fin de semana para proclamar como Secretario General de los socialistas españoles al ex secretario Pedro Sánchez. Tanto los resultados de uno como de otro, estaban previstos, pero han marcado un antes y un después en la política española desde que gobierna el PP en minoría en esta su segunda legislatura; un gobierno que tardó en hacerse efectivo dos elecciones, y tras sufrir varias negativas de la cámara para formarlo.
Tras esa formación en minoría de un gobierno que ha seguido aferrado a sus políticas de recortes, y no ha cumplido con sus intenciones anunciadas de dialogar para tomar decisiones con el resto de fuerzas políticas, los dos partidos de la oposición, Podemos y PSOE, se han venido tirando los trastos acusándose mutuamente de que por culpa de uno o de otro, el señor Rajoy siga al frente del ejecutivo, con el solitario apoyo de su propio partido, presidiendo un gobierno con las mismas medidas y lacras que arrastraba desde hace cinco años: la corrupción, que afecta a sus principales dirigentes, de los que muchos están entrando en la cárcel en estos días por la comprobación de sus delitos, o declarando ante los jueces, y por otras medidas tomadas en la anterior legislatura, como la ley de amnistía fiscal, que ha sido declarada inconstitucional, es decir fuera de la ley, ilegal, por el Tribunal Constitucional, y por la que permitieron que grandes fortunas de España, que tenían el dinero en otros países, lo trajeran sin pagar los impuestos debidos, llegando incluso a cotizar solamente el 3% frente al 21 % del resto de ciudadanos que pagan religiosamente sus impuestos. Dicho de manera más clara, el gobierno favoreció ese blanqueo de dinero pensando que iba a recaudar 2400 millones en un año, y ni siquiera llegó a la mitad. No cabe duda de que en tales circunstancias, nadie se fía de nadie, y aunque principalmente los beneficiados eran sus amigos y empresas afines, la desconfianza entre “pillos” está a la orden del día, porque como muy bien reza el refrán español: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. Esto debió influir en que muchas de esas fortunas afectadas por ese “blanqueo”, pensaran que mejor blanquear poquito y guardar el resto por si las moscas… Con gobiernos corruptos nunca se sabe… Y mejor lo saben los otros corruptos. También debían saber que dicha medida les favorecía, pero no estaba ajustada a ley, como luego se ha demostrado.
Pero dejando aparte esta ilegal amnistía fiscal, por la que se recaudó mucho menos de la mitad de lo que se pensaba, y a sabiendas de que mucho de ese dinero sigue durmiendo plácidamente en paraísos fiscales sin que el gobierno se aplique en su investigación, y fijándose la oposición en las causas de corrupción abiertas en los tribunales, que le afectan directamente, por las que se cree se está financiando irregularmente dicho partido gubernamental, la moción de censura, a juzgar por las fuerzas de la Oposición Parlamentaria, se veía venir. Se la veía planear sobre los escaños gubernamentales, y tarde o temprano aterrizaría. Lástima que, según algunos comentaristas, haya sido antes de tiempo. Quizá unas semanas más tarde, hubiera dado sus frutos positivos. La razón no es otra que casi ningún otro partido dio su apoyo a dicha moción de censura contra Rajoy, interpuesta por Podemos, al que han dejado solo y no ha llegado a conseguir los votos necesarios para echar al presidente de la Moncloa, residencia de los jefes de gobierno españoles, a las afueras de Madrid, la capital. (Según cálculos de expertos en finanzas, se estima que la cantidad de dinero español evadida a paraísos fiscales es de un monte de casi 150.00 millones de Euros, cuya contribución en impuestos generaría en las arcas públicas más de 7.400 millones de euros por año).
La moción venía justificada por el acoso de jueces ante los múltiples casos de corrupción que salpican al PP, y por esa situación provocada por un gobierno que sigue en sus trece, incapaz de promover una adecuada, proporcional, progresiva y justa presión fiscal favoreciendo el fraude. España es el país de la UE que tiene los impuestos más altos sobre la renta de las personas físicas, y sin embargo es de los que menos recauda en Europa, debido a su sistema obsoleto y desproporcionado, y al fraude de las grandes fortunas y empresas, ante el que no se enfrenta, y cuando lo hace, lo hace equivocada e ilegalmente. Ante tal panorama, es lógico el planteamiento de la retirada de confianza del Parlamento a un gobierno que no sabe gobernar y es incapaza de llegar a acuerdos para ello con los demás partidos. Si a este injusto sistema fiscal y desidia ante el fraude, añadimos la misma política de recortes sin que disminuya el paro, o mejoren los servicios públicos, es natural que sufra una moción de censura.
De la moción de desconfianza del gobierno, a la confianza de la nueva izquierda
Se sabía que era una moción que no iba a triunfar porque el principal partido opositor, el PSOE, todavía no había hecho oficial la designación de su nuevo secretario general reelecto, en este caso por la mayor parte de las bases, como se había propuesto en cuanto le obligaron los “barones” influyentes de su partido a abandonar la secretaría general con un golpe de estado. Hablo de Pedro Sánchez, que ya fuera el jefe de filas del PSOE, y que por negarse a apoyar a Rajoy con la abstención de su partido, en la toma de posesión, como le habían marcado, le obligaron a abandonar la presidencia del partido y su escaño, quedando el PSOE descabezado y roto.
Como de esto ya hablé en su momento en este mismo medio, me remito a las crónicas del año pasado, por si alguien quiere recordar esta urdimbre dentro del partido rival del PP. Añagaza que permitió que el PP siguiera gobernando, aunque en minoría. En aquellos días esos “barones” no permitieron que su secretario general hiciera ningún pacto con Podemos, con lo que se hubiera conseguido un gobierno no precisamente del PP. Pero así es la política, a menudo priman los intereses particulares, o de partido, sobre los de la mayoría social. Por esas reticencias a pactar con el partido emergente, Rajoy salió elegido en la última votación, tras dos elecciones. Argumentaron que para evitar una tercera elección, debían abstenerse los socialistas, y dar la jefatura del gobierno a su eterno rival, el PP, en lugar de llegar a una coalición que se presumía haría mejor la cosas con gobierno del “cambio”, como se anunciaba.
Pero no hay mal que cien años dure, como se dice por aquí, y tras el Congreso del PSOE celebrado este fin de semana, y según se ha venido anunciando en la misma sesión de confianza, con el nuevo portavoz socialista, entre Podemos y el PSOE, a partir de ahora, con el liderazgo de Pedro Sánchez consolidado tras salir reelegido, contra el viento y la marea de los poderosos e influyentes de su partido, que no solamente le retiraron su apoyo sino que han hecho todo lo posible para que las bases no le eligieran, ese acercamiento se ve venir. Por eso, entre otras acusaciones, se achaca a Podemos que se haya precipitado en poner antes del Congreso socialista su moción al gobierno, sabiendo que sería muy difícil que consiguieran el apoyo de éstos. Las cosas, después de ese Congreso, han cambiado; por lo pronto, el nuevo secretario general ha cambiado a toda la cúpula y se ha rodeado de gente de su absoluta confianza. Según sus declaraciones, es el nuevo partido socialista que va a recuperar la izquierda en España.
El nuevo secretario general, reelegido, Pedro Sánchez, que se ha ganado a pulso, a base de recorrer caminos haciendo propaganda del nuevo partido socialista, recuperando su ideología primigenia, progresista y de izquierdas, se ha adelantado a anunciar su acercamiento a Podemos. Por su parte, Podemos ha aceptado las buenas intenciones y se han mostrado dispuestos a ceder y negociar, aunque en las mismas condiciones, e igualdad entre ambos partidos. Es el nuevo horizonte que se abre tras estos años de bandazos del PSOE, y de un PP cuyo gobierno no sabe muy bien por dónde anda, sabiéndose en la cuerda floja y temiendo que antes de que acabe su legislatura, quizá tenga que afrontar otra nueva moción de confianza. Esta vez, con toda seguridad, si se alía la izquierda, la perderá y deberá abandonar el gobierno de España. Como se pregonó en las sesiones de confianza ante el Parlamento, España no puede aguantar más tiempo así: un gobierno acosado por los tribunales, financiado ilegalmente, con muchos de sus dirigentes en la cárcel, y otros en el banquillo como imputados… Y sobre todo, un gobierno cuya política no hace que avance este país rico y generoso, donde el desempleo sigue haciendo estragos en las familias, y la sanidad y educación cada vez se deterioran más. Un gobierno que si persiguiera el fraude, y evitara la evasión de capitales, conseguiría un país a la altura de los más ricos y estables de Europa, como son los nórdicos, donde apenas si existen estas lacras. Pero, claro, ningún país es perfecto. Si España tuviera ese gobierno ideal, lo sería. No le falta nada más que conseguirlo.
Por Ramón Hdez de Ávila
Crónica de nuestro corresponsal en España
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