El sábado 26, tras unas horas de una frágil tregua, se anunció que más de mil palestinos murieron y otros 6 mil resultaron heridos desde el inicio de los bombardeos israelíes en Gaza el 8 de julio y seguidos por la invasión del territorio diez días después. Los desplazados por el conflicto suman más de 160 mil según la ONU, a lo que hay que sumar los hospitales y escuelas bombardeados, el arrasamiento de miles de viviendas. Este trágico balance de un genocidio sin tregua ha conmovido a las conciencias honradas de todo el mundo, que están reclamando el cese de la masacre y la paz en la región.
Entre ellas queremos destacar el pronunciamiento de Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, quien ha difundido un lúcido texto titulado: “Israel y Palestina, y el derecho de los pueblos a su autodeterminación y soberanía”.
El presbítero recuerda la Operación “Plomo Fundido” lanzada por Israel contra la Franja de Gaza entre el 27 de diciembre 2008 y el 18 de enero de 2009, que segó 1.400 vidas palestinas y sembró la destrucción en su territorio y agrega que Israel “arrebata su territorio a los palestinos, oprimiéndolos y construyendo el muro de la infamia para separar, encerrar y perseguir a su pueblo”. Dice que a Israel le corresponde la definición de Estado terrorista, porque viola el derecho internacional y las advertencias de la ONU para cometer atrocidades contra otro pueblo, porque bombardea con armas químicas, mata y tortura niños palestinos, lo que se transforma no solamente en un problema político, sino humanitario. Recuerda la resolución adoptada por la Comisión de DDHH de la ONU para investigar los posibles crímenes contra la humanidad perpetrados por Israel, ante lo cual la respuesta de éste consistió en bombardear las escuelas de la ONU en Gaza, matando e hiriendo a muchos de los 1500 civiles que buscaban cobijo y salvar sus vidas. Condena la actitud del primer ministro israelí de continuar con los ataques, y el apoyo manifiesto que le presta el gobierno de Estados Unidos, lo que los “está convirtiendo cada vez más en una amenaza a la humanidad”.
Pérez Esquivel valora los esfuerzos desplegados por el Papa Francisco para alcanzar la paz en la región, estima que la comunidad internacional debe ponerle límites a Israel, y en ese sentido formula las siguientes propuestas: 1) enviar una misión para detener los bombardeos y la ofensiva militar terrestre de Israel; 2) bloquear el comercio militar con Israel, como resolvió la ONU en 1975, según resolución 3414/1975 de la Asamblea General; 3) aplicar sanciones económicas obligatorias por la ONU, como sucedió con el Apartheid en Sudáfrica; 4) brindar ayuda humanitaria al pueblo palestino, y reconocer a Palestina como un Estado soberano, Independiente y libre en el territorio que le corresponde.
El odio a los palestinos en los libros de texto israelíes
Ha provocado impacto un video de la profesora Nurit Peled-Elhanan, que en media hora resume (con imágenes y gráficas) el contenido de un libro suyo titulado: “Palestina en los libros escolares israelíes. Ideología y propaganda en la educación”. Su idea central es demostrar “cómo los libros de texto escolares israelíes enseñan a los alumnos a odiar a los palestinos”. La educadora se basa en un estudio original emprendido por ella de 17 libros de texto escolares sobre historia, geografía y educación cívica, que son de estudio obligatorio para los jóvenes previo a su ingreso al ejército como conscriptos y que son autorizados expresamente por el ministerio respectivo. Dice que estos libros son elaborados con el propósito de deshumanizar al pueblo palestino y desarrollar en los jóvenes alumnos la base de prejuicios que les permitirá actuar de modo cruel e insensible frente a los mismos durante el ejercicio de su servicio militar. Los alumnos reciben conferencias de los militares en el curso de sus estudios y participan durante semanas en campamentos militares.
En estos libros, los palestinos nunca son presentados como seres humanos comunes. Nunca aparecen en condiciones o situaciones que puedan ser consideradas normales o aceptables para un ser humano. Nunca se ve un médico o un profesor palestino, o un agricultor palestino. Nada que represente a los que viven allí. De acuerdo con la autora, no hay en ese material ni siquiera una fotografía de un palestino que muestre su rostro. Tan solo podemos verlos enmascarados o en otras situaciones que indiquen amenazas para los israelíes. “Nada en los libros de texto analizados aquí incluye, ni en palabras ni en imágenes, ningún aspecto cultural o social positivo de la vida de los palestinos: ni en la literatura, en la poesía, en la historia o la agricultura, en el arte o la arquitectura, en los hábitos o las tradiciones son jamás mencionados”, escribe. En este aspecto su conclusión es que los libros didácticos de Israel están elaborados en base a un discurso racista que busca deshumanizar a todos los no-judíos que habitan la región, y especialmente a los palestinos. A estos solo se les menciona como “problema palestino”. Dice la autora que “en los libros analizados se presenta la cultura judía-israelí como superior a la árabe-palestina, los conceptos judeo-israelíes de progreso como superiores al modo de vida árabe-palestino, y se muestra el comportamiento judeo-israelí como alineado con los valores universales.
Estas conclusiones generales se concretan en aspectos específicos. Por ejemplo: en los libros de geografía, los mapas no muestran las fronteras reales de Israel. Lo que muestran es la visión del “gran Israel”. El territorio correspondiente a Palestina es un espacio en blanco, sin color ni ninguna leyenda ni indicación geográfica. En el video esto se exhibe claramente.
Los libros de historia son calificados por la autora como manifiestos militares. Dice que en los libros de texto se educa en el culto a la muerte, y se emplea lo que denomina una lógica mitológica, del tipo: Edipo mató a su padre Layo, pero salvó a la ciudad. El mismo argumento que se utiliza en la invasión de Gaza ahora, en que las muertes se justifican porque evitan daños mayores. O el argumento de que: les avisamos que se fueran, pero se quedaron y sufrieron las consecuencias.
Asimismo, en esos libros de texto se justifican o se minimizan algunas de las tremendas masacres y episodios de limpieza étnica acometidos por los israelíes, tal el caso de la masacre de Deir Yassin. Ese pequeño poblado palestino fue arrasado en 1948 por las milicias terroristas de Irgún y Haganá, causando alrededor de 100 muertos. Es el único episodio de este tipo que se menciona, pero se lo califica como “un mito de la narrativa palestina”. De los cientos de masacres de niños, mujeres y hombres desarmados no se dice una palabra.
Al mismo tiempo, los libros en que se introducen algunos aspectos de la realidad que no coinciden con la versión oficial, han sido prohibidos, recogidos de los estantes y literalmente pulverizados. La autora menciona diversos casos en ese sentido, y también el de varios libros que fueron reescritos para hacerlos coincidir con la versión oficial, y en esas condiciones volvieron a circular.
La conclusión general es que el estado israelí se está aproximando al fascismo a una velocidad inimaginable. Cita 18 leyes aprobadas con ese contenido, de tipo esencialmente racista, dirigidas en particular contra los árabes.
Por Niko Schvarz
Periodista y escritor uruguayo
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