A 10 años del entierro del ALCA

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Se cumplieron en los primeros días de este mes los 10 años de un acontecimiento de significativa importancia para América Latina: el hundimiento, en la IV Cumbre de las Américas efectuada en Mar del Plata, República Argentina, del proyecto denominado Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Se ha escrito con razón que los días 4 y 5 de noviembre de 2005 “fenece el proyecto estratégico más elaborado de Estados Unidos para asegurar su control hegemónico en el continente bajo la denominación de Área de Libre Comercio de las Américas”.

Como antecedente fundamental de esta iniciativa del gobierno estadounidense, el proyecto se oficializó en la I Cumbre de las Américas que tuvo lugar en Miami, Estados Unidos, en diciembre de 1994 como secuencia de la “Iniciativa de las Américas” impulsada por el presidente George W. Bush padre. La misma se proponía renovar el “panamericanismo” de la doctrina Monroe, cuyo objetivo notorio era asegurar el dominio del hemisferio por parte de la potencia imperial.

195 x Niko_Schvarz46.odEsto lo reconoció sin tapujos el entonces secretario de Estado estadounidense, general Colin Powell, en una comparecencia ante el Congreso de su país en el año 2001, en los siguientes términos: “Nuestro objetivo con el ALCA es garantizar a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del Polo Ártico hasta la Antártida, libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad, para nuestros productos, servicios, tecnología y capitales a un mercado único de más de 800 millones de personas, con una renta total superior a los 11 billones de dólares”. Está muy claro: se trata de favorecer las inversiones yanquis y los cánones neoliberales prescritos en el llamado “Consenso de Washington”.

El ALCA iba incluso más allá del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, suscrito por Estados Unidos, Canadá y México, el cual entró en vigencia el 1º de enero de 1994. Como se dice en un artículo especializado de Osvaldo León sobre este tema, el proyecto del ALCA “introducía todas las disciplinas del acuerdo de servicios propuesto por la Organización Mundial del Comercio (OMC), así como nuevas disposiciones en políticas de competencia, compras del sector público, acceso a mercados y solución de controversias que, junto con la inclusión de servicios e inversiones, podría socavar la habilidad de todos los gobiernos de las Américas para crear y mantener leyes, normas y reglamentos destinados a proteger la salud, seguridad y bienestar de los ciudadanos y del medio ambiente que comparten. Este tratado de libre comercio no contendrá en el texto principal ninguna garantía que proteja a los trabajadores, los derechos humanos, la seguridad social o normas sanitarias y ambientales”. Adviértase el conjunto de aspectos fundamentales que están en juego.

Al respecto se registró una larga lista de negociaciones. En las primeras participaron 34 de los 35 países del continente, con la exclusión de Cuba y con el apoyo de un comité tripartito integrado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), La Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL). Luego se efectuó la II Cumbre de las Américas, que tuvo lugar en Santiago de Chile en abril de 1998, donde se estableció un Comité de Negociaciones Comerciales integrado por los viceministros de Comercio de cada país. Para reimpulsar la iniciativa se lleva a cabo en abril de 2001 la III Cumbre de las Américas en la ciudad de Québec, en Canadá, la cual dispone que el ALCA entre en vigencia el 1º de enero de 2005. En esta instancia se elevó una única voz opositora: la del presidente venezolano Hugo Chávez. Los demás gobiernos aceptaban los dictados de Washington.

Pero el proyecto se estanca, y no se registran mayores avances en las sucesivas instancias: reunión ministerial en Quito, capital de Ecuador, en octubre de 2002, y posterior ronda ministerial en Miami, Estados Unidos, en noviembre de 2003. Aquí los analistas hacen notar que ya se vislumbraba una nueva correlación de fuerzas a nivel continental.

La reunión decisiva en Mar del Plata
En estas condiciones se llega a la IV Cumbre de las Américas, en el balneario argentino de Mar del Plata. Estamos en los primeros días de noviembre 2005 (4 y 5). Todos recordamos perfectamente lo que sucedió, porque lo fuimos siguiendo hora por hora. En primer lugar, se realizaron en la ciudad una sucesión continua de manifestaciones de enorme magnitud en rechazo categórico al ALCA, que tuvieron intensa repercusión en América y en todo el mundo. Al mismo tiempo cobraban notoriedad y se divulgaban ampliamente las posiciones de los presidentes que en el curso de la cumbre se manifestaban enérgicamente en contra de la iniciativa. Así, se difundieron las posiciones sustentadas por el presidente venezolano Hugo Chávez, por el mandatario brasileño Luiz Ignacio Lula da Silva, por el presidente argentino Néstor Kirchner y por el presidente uruguayo Tabaré Vázquez, que ese año había iniciado su mandato. Estas fueron las principales y las que dieron la tónica de la reunión. Estados Unidos debió batirse en retirada, el proyecto del ALCA naufragó y quedó hundido para siempre. Una victoria histórica de los pueblos de América Latina y una expresión palpable, como se ha dicho, de la nueva realidad que emerge en la América Latina y caribeña, con el acceso a los respectivos gobiernos por parte de las fuerzas progresistas y de izquierda.

Este proceso se reflejó también en el plano de las luchas sociales a escala del continente, y gravitaron de manera considerable en las decisiones adoptadas en el cónclave. En el análisis que hemos citado, se dice a este respecto: “Como contrapunto a la cumbre presidencial realizada en Chile en 1998, en paralelo se instala la I Cumbre de los Pueblos con la participación de una amplia gama de organizaciones sociales, que da sustento a la conformación de la Alianza Social Continental. Un espacio de convergencia para contribuir a la coordinación de acciones y la formulación de propuestas. Tan es así que para contrarrestar el discurso oficial imperante, elabora un documento programático clave: Alternativa para las Américas, en el año 2002. En este documento base se dice: ‘Los poderosos quieren un tratado comercial para favorecer los intereses de las grandes corporaciones. Los movimientos sociales queremos un tratado de integración para promover el desarrollo de todos nuestros pueblos. En este sentido, procuramos contribuir a la divulgación de ideas, argumentos y propuestas para reforzar la tarea de todos los que militan en la Campaña Continental contra el ALCA’”.

Esta campaña tiene un punto alto en el II Foro Social Mundial (FSM) que se realiza en Porto Alegre, Brasil, en febrero de 2002, el cual implica un proceso destinado a articular fuerzas y acciones contrarias al proyecto del ALCA, que en ese momento parecía inevitable, y para proponer nuevos caminos de integración continental basados en la democracia, la igualdad, la solidaridad, el respeto al medio ambiente y a los derechos humanos.

En el curso de este proceso, desde el año 2001 se abrió en La Habana, Cuba, un espacio de intercambio con los Encuentros Hemisféricos de lucha contra el ALCA, teniendo como punto de referencia el citado documento “Alternativas para las Américas”. En la misma onda nace en diciembre de 2004 el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), iniciativa sustentada inicialmente por Hugo Chávez y el líder cubano Fidel Castro.

En este mes, en que se celebran los 10 años de las jornadas de rechazo al ALCA, se está celebrando en La Habana, entre los días 20 y el 22, un nuevo Encuentro Hemisférico, convocado por el capítulo cubano de Articulación de Movimientos Sociales, para “evaluar el período de estos diez años y las principales zonas de contraofensiva del imperialismo, el capital y la derecha en la región”. A la vez, se proponen “replantear estrategias de actuación articulada que nos permitan fortalecer la integración de los pueblos, la movilización, luchas, resistencia y la incidencia en los procesos y organismos regionales de integración”.

Es una manera de dar nueva vida a los acontecimientos de diez años atrás en Mar del Plata, incorporados definitivamente a la mejor historia de nuestra América Latina.

Por Niko Schvarz
Periodista y escritor

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