Los lujos camperos

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La Academia, el saber acumulado y sistemático, es urbana. Tiene que serlo, las mentes, como los buenos aceros, se afilan entre si y para ello es necesaria la concentración. Poco puede avanzarse en soledad. Con todos los reparos que se le pueden hacer a esta afirmación dado que “la soledad” es algo muy diferente ahora con el avance portentoso de los medios de comunicación.

¿Cuán sólo estaría Robinson Crusoe si del naufragio hubiese salvado, además de un hacha, una poderosa laptop?

Sin embargo, la Academia es “urbana” y aumenta rodeada por el peligro de caer en la tentación de encerrarse en la Torre de Marfil.

De volverse refinada, snob y selectísima.

No es el caso de la nuestra; hace dos o tres días leí un ponderado estudio sobre los efectos que ha producido la forestación en nuestra fauna autóctona, ¡un placer! Se ve poco, pero nuestra academia trabaja seria y calladamente sobre nuestros problemas. ¡Otra cosa es si la escuchamos!

Con acento desparejo, es cierto.

En mi caso, luego de haber enseñado años que la Historia reconstruye el Pasado en base a los testimonios que nos llegan del mismo, me doy cuenta que, estaba despreciando algunos.

Porque, saber del Pasado tiene una finalidad principal: ayudarnos a comprender el Presente.

Don Alonso y Trelles, el Viejo Pancho me alertó con su valiosísimo Estilo: “Insomnio”. Lo cantó Gardel que al decir de Lauro Ayestarán fue quien mejor canto el estilo criollo.

Y lo hemos despreciado como, en general, despreciamos por arcaizante y muchas veces chabacana, la poesía nativista. Sin tener en cuenta que arcaizante fue Homero y que nada nos testimonia mejor sobre un pasado que creemos abandonado, pero sigue aún vivo en esa trova tan llena de temas tópicos, pero, a su vez, tan valiosa como “testimonio”

¿Saben hacer tortas fritas? ¿o salame? Encontraremos las recetas en payadas de ocasión que perpetúan usos y costumbres.

“Bretes que mataron los lujos camperos” se duele el Viejo Pancho pensando en que ya no era necesario pialar un animal a la carrera y apretarlo entre varios para ponerle la marca con un hierro al rojo vivo y de ser necesario, despojarlo de sus atributos para volverlo novillo.

¡Sí, señor, los mataron! Hoy no creo que haya diez pialadores en todo el país y los lazos de 8 tientos trenzados son más un lujo que una herramienta necesaria. Un animal vale demasiado para correr el riesgo de que se quiebre al caer. El brete ahorra tiempo y dinero y el ganado no está para lucirse sino para venderse.

“Patrones que en auto van a los rodeos”. Don Pancho, ya no hay rodeos y las viejas Ford T, livianitas y guapísimas en el barro hoy son 4 X 4 gasoleras. Y mucho me temo que buena parte del ganado no tenga lo que antes llamábamos “patrón”

¡Hay que ver lo que ha ocurrido en el campo en los últimos treinta años!

Uno, cuando no sabe y se da cuenta que sus conocimientos son viejos, pregunta.

Siguiendo el consejo de Lord Keynes no hay que preguntar a los economistas ¿cómo me hago rico? Ellos saben lo que le pasa a la Economía, los que saben cómo hacer fortuna, o acrecentarla, son los ricos mismo… y no dan mucha información.

Pero, teniendo amigos …

Motivado por este asunto de las caravanas y la costumbre de no marcar empecé a recordar y preguntar. Antes, la marca era grande, abierta y en un cuarto. Pregonaba la propiedad lo mismo que ahora la ropa cara muestra la etiqueta.

Daba gusto mostrar quien era el dueño; sin contabilizar cuánto cuero quedaba estropeado.

Pero, ahora todo vale y hay veces en que los centésimos son los que hacen la ganancia por lo que, la marca pasó a ser pequeña. Cerrada para que no se agrande al crecer el animal y lo más bajo posible en un delantero. Cosa que el cuero no pierda valor.

Y siguiendo en esa evolución, ahora muchos no marcan. Ahorran trabajo, costos y en realidad, no marcan porque el animal, muchas veces no tiene “dueño”.

Resulta que una parte muy importante del rodeo vacuno no tiene “dueño” personalizado, sino que es propiedad de sociedades de inversión de variados tipos.

Recuerdo haber gestionado, en mi vida de Gestor, tres o cuatro veces marcas en la Oficina de “Marcas y Señales” y recuerdo el orgullo de quienes las requerían. Querían marcar el ganado suyo con su marca.

Hoy en día muchos ahorran o invierten en ganado, pero no comprando una pieza sino comprando acciones de una Sociedad. Como quien compra acciones de la General Motors o de la Philips. Calculo que, por eso, no importa tanto la marca. Pasará por varias manos, por más que las tradicionales de criador e invernador y en muchos casos sus “dueños” únicamente tendrán un papel que acredite que invirtieron tanto y cuánto.

Todo serio, no estoy pensando en estafas. El ganado es buen negocio y vale la pena invertir en él.

Ganado comprado o vendido “por pantalla” pero real. Eso sí, sin campo, junto a este nuevo desarrollo me temo que ha prosperado una categoría difícil de clasificar.

Un propietario de campos que arrienda para que en el mismo pasten animales ajenos, con poca o ninguna obligación respecto del cuidado, ¿qué es?

Arrienda el piso, por decirlo de algún modo, como el propietario de un hotel-alojamiento te arrienda una pieza por horas, de lo demás no se hace cargo.

¿Qué es? Terrateniente, sin duda, pero no “productor”, en todo caso “Rentista”.

Yo pregunto: ¿Qué porcentaje del rodeo nacional está en esta situación? ¿Cuánto campo está arrendado como “piso”? Y, sobre todo: ¿Qué sabe el Ministerio de esto? ¿Cuánto le cobramos de impuestos a ese productor que pasó a rentista? Y, lo que es más importante, qué pensamos hacer acerca de esta actividad, que es lícita pero que escapa a los criterios anteriores.

Ya no se trata de “lujos camperos” sino de la evolución de una actividad típicamente productiva que se nos ha ido convirtiendo en actividad financiera.

Ah… también y para dejar el tema una última cuestión. ¡Que se deje de amolar un solo Uruguay con la desaparición de quince mil propietarios en los últimos quince años! Desde que tengo uso de rezón, y nací en zona de minifundio, desparecen alrededor de mil productores por año.

No desparecen por chacareros o tamberos, desaparecen por chicos. Y lo seguirán haciendo porque el tiburón se come a la sardina.

Más bien, sería bueno que se sinceran y contasen cuantas sardinas llevan comidas. De esas sardinitas a las que dicen defender pero que, cuando se funden y venden, son ellos quienes le compran.

Que el Capital se concentra no es un diabólico invento de Marx, ya los economistas clásicos lo habían descubierto.

Bueno, pasando a otros temas, no sé si hacer votos por la salud de Bolsonaro, que parece que hizo fiebre. Recuerdo que, a la salida de la Dictadura brasileña el electo presidente fue Tancredo Neves, pero murió luego de una operación.

De cualquier manera, teniendo en cuenta al vice, no sé si no sería como quien salta de la sartén al fuego.

Y, aunque resulte paradójico, espero que el mismo empeño de Trump y sus corifeos por llevarle “Ayuda Humanitaria” a Venezuela los lleve a intervenir para que la misma “Ayuda Humanitaria” pueda llegar a Gaza.

No sé si recuerdan, pero Israel no deja que nada le llegue por mar y Egipto juega a abrir y cerrar el pasaje cuestión. Diríamos que a sostenerlos como la soga sostiene al ahorcado. No te deja caer, pero te ciñe el cuello.

Guaidó ya anunció que “está considerando” pedir ayuda militar para que entre la prometida “Ayuda”. Lo que, siendo mentira, porque él no decide nada, nos muestra cuán cerca estamos de una invasión

¡Hay que ser cipayo, mismo!

Y, por último, bajo compromiso de ahondar más en el tema. Hace trece semanas que los “Chalecos Amarillos” manifiestan contra Macrón en las principales ciudades de Francia.

Enormes manifestaciones que ya pasaron a pedirle directamente que se vaya y que en este último viernes le costó una mano a un manifestante alcanzado en ella por una granada de gas.

No me explico cómo Almagro y el Grupo de Lima no están pidiendo “Elecciones Libres en Francia” tal como piden en Venezuela.

No pienso gastar mucho “pienso” en Almagro, ¡no hay nada más peligroso que un traidor!¡Y más despreciable!

Eso sí, me parece que necesitamos reflexionar un poco acerca de la eficacia de las manifestaciones de descontento. Daría la impresión de que no conmueven lo suficiente como para lograr cambios y que, la clase política” prefiere cerrar filas dando la espalda a los reclamos.

Furia no es revolución y a la larga se agota en sí misma.

No hay cambio verdadero sin un partido decidido a provocarlo y para decirlo suavemente, la vieja y querida izquierda está un tanto desacomodada.

¡En cambio, la derecha crece y crece!

 

 

Por Eduardo Platero

10 de febrero de 2019

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