El pasado 18 de diciembre se realizó en el Teatro Solís el «Acto de Colación de Grado de los Maestros Egresados Generación 2013». En esta oportunidad 97 nuevos maestros egresados de Magisterio, recibieron sus títulos y los anillos con la imagen de una abeja obrera símbolo de la profesión.
El evento contó con la presencia de autoridades, padres y familiares de los nuevos maestros. En este marco hablo en primer lugar Cristina Hernández, directora de los Institutos Normales de Montevideo.
En una institución con más de 130 años de historia, “siendo el primer instituto en formar maestros” nuestro país se convierte en uno de los exponente y abanderado, “educación pública a través del pensamiento de José Pedro Varela, Enrique Compte y Riqué, Agustín Ferreiro, Julio Castro o Reina Reyes, cuna de quienes reconocen en el magisterio parte de la identidad nacional”. Hernández dijo que le hubiera gustado que el Presidente de la República estuviera presente, como lo hicieron durante décadas otros mandatarios, así como que la prensa se ocupara de eventos como este, como se ocupaba antes.
Luego lo hizo la Maestra Edith Moraes, directora general del Consejo de Formación en Educación, a continuación habló la maestra recién egresada; María Mañana en su condición de mejor estudiante de su generación.
Maestra María Mañana Garcé: “Hablar en representación de todas las nuevas maestras y maestros, nuevos profesionales de la educación, es intentar comprender alrededor de una centena de trayectos estudiantiles y de modos de pensar y sentir diferentes en estas líneas.
¿Cómo hablar por decenas? En este caso resultó no ser tan complejo, ya que como docentes nos une un elemento primario y fundante de nuestra profesión: y es que Ninguno de nosotros puede escapar de la naturaleza esencialmente política de nuestro quehacer.
“Todo acto educativo es político”. La educación es política porque ella refiere a una manera de intervenir en el mundo; y como tal, siempre está sostenida por una opción ética. No es posible ser docente asépticamente. Nuestra profesión nos obliga a tomar una posición frente a la realidad actual.
“La educación auténtica es aquella concebida como acción liberadora”, dice Paulo Freire. Nos une esta responsabilidad de alcanzar una educación auténtica. Nos une este compromiso y esta carga que a diario elegimos hacer nuestra. Por ella nos encontramos hoy aquí reunidos.
Nuestro actual Programa de Educación plantea con firmeza que: “La educación puede adoptar dos posturas: – Asumir la sumisión frente al modelo hegemónico, contribuyendo a mantener esta estructura y funcionamiento individualista y competitivo de la sociedad y la cultura o posicionarse para construir un modelo contrahegemónico fundamentado en los principios de solidaridad y cooperación.”
Yo creo que educamos para superarnos, para recuperar la confianza en el ser humano como sujeto de posibilidad y de transformación. Y así poder transformar la injusticia en empatía, la competencia en solidaridad, la heteronomía en autonomía y la dependencia en creatividad. Porque como dice el gran pedagogo brasilero: “si la educación no lo puede todo, alguna cosa fundamental puede”. Y es justamente esa “cosa fundamental” por la que debemos luchar los maestros permanentemente. Digo LUCHA porque educar es una luchar a puertas cerradas que apuesta a la vida y no a la resignación, lucha de amor y de convicción de que el mundo puede ser diferente.
La Escuela representa un espacio privilegiado en la construcción de subjetividades. Tenemos la posibilidad de ser parte de la formación de hombres y mujeres empoderados y comprometidos con el cambio social o de ser cómplices en la perpetuación de un sistema perverso que se sostiene y se nutre de la desigualdad. Por esto, nuestro accionar docente nunca puede ser ingenuo.
La educación emancipadora será la educación creadora, aquella que se fortalezca de la diversidad y que busque verdaderamente desarrollar lo mejor de cada individuo al tiempo que apuesta al trabajo en colectivo. El eco de nuestras decisiones repercute más allá de los pasillos de las escuelas y aunque no los escuchemos, sabemos que es así.
Concluyo estas palabras citando a José Rebellato, quien plantea que: “El gran desafío de hoy en día es la construcción de la esperanza, no como ideal abstracto, sino como alternativa (…). Vivimos tiempos de crisis, de desafíos, de esperanzas. Vivimos tiempos de encrucijadas históricas.” Somos “educadores de la esperanza, de una esperanza que cree en las posibilidades humana de cambiar la historia. Puesto que la historia no ha terminado y la historia no tiene fin”. (Rebellato, José Luis, “Ética de la Liberación”) Arriba compañeros”.
Maestra María Mañana Garcé
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