Es muy probable que lo que se ha presentado como camino y en algunos casos motivaciones para la histórica reanudación de relaciones entre Cuba y EEUU, sean solo un pequeño testimonio de la realidad. Una breve llamada de teléfono entre el presidente de Cuba, Raúl Castro y el presidente de EEUU Barack Obama, o la introducción en el ruedo del Papa Francisco y el gobierno de Canadá, solo pueden ser una expresión casi gestual para la interna norteamericana que no deje solo a Obama como responsable de la iniciativa.
El quiebre de relaciones diplomáticas y embargo comercial impuesto por los EEUU a Cuba ha sido a la vez que remanente, expresión de uno de los conflictos político ideológico más largos y traumáticos para ambas sociedades y Estados iniciado en el siglo XX. Sin duda la que se llevó la peor parte ha sido Cuba.
La aceptación del uno por el otro comporta, si damos por válido estos primeros pasos, un largo y complejo camino no exento de riesgos para el más débil. El mayor problema es que EEUU se ha convertido por estos tiempos en un Estado con tolerancia cero, frente a todas las ideologías en cualquier parte del mundo que no coincidan y practiquen la ideología de su sistema.
Además de una exaltación permanente de ambas partes de las virtudes culturales, políticas e ideológicas, diametralmente divergentes durante décadas, el embargo económico norteamericano fue instrumentado por decenas de decretos presidenciales, tanto de la Casa Blanca como del Congreso con leyes como la llamada Helms-Burton.
El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Iowa Steffen Schmidt manifestó a la prensa que “Obama va a movilizar a la opinión pública, luego formará una coalición de demócratas y republicanos y sobre todo de empresas americanas con interés en hacer negocios en Cuba, especialmente el sector agrícola, para lograr apoyos con sus medidas. Va a ser una lucha muy dura con los políticos más conservadores anticomunistas, sobre todo los cubano-americanos” Aunque recordó que “hay muchos miembros del Congreso que están de acuerdo con la normalización”. En opinión del experto, la política pasada “estaba ya en bancarrota y no funcionaba, en algún momento tenía que comenzar el cambio y esto es lo que Obama está facilitando”.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos tiene trascendentales implicancias para ambos países y para el conjunto de las relaciones interamericanas.
Ante todo, este hecho marca una rectificación histórica, largamente aguardada, y el reconocimiento de la legitimidad de la Revolución Cubana por parte de la potencia más poderosa jamás existente, después de tantos años de agresiones y vilipendios.
También para Cuba serán tiempos de encontrar el perfeccionamiento de su proceso y opciones políticas. El desafío -extremando la imaginación- es si Cuba puede garantizar una vida política plural sin injerencia de EE UU. ¿Sabrá dar estos pasos a tiempo?
Discurso completo del presidente cubano Raúl Castro
Discurso completo del presidente Norteamericano Barack Obama
Por Antonia Yáñez
Socióloga
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