Las ciudades desiertas XXXIII: Plebiscito en Chile: la dura lucha por poner fin a la dictadura

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Cuarenta millones de casos en todo el mundo, más de 1,1 millones de muertos, con la pandemia recrudeciendo en Estados Unidos, en la India, en Brasil, tres países que suman unos 22 millones de casos y medio millón de muertos por la Covid 19.

También en Europa una nueva ola de contagios desata inquietudes. Madrid sigue en estado de alarma. En Barcelona  la epidemia se dispara. Y en toda Catalunya bares y restaurantes sólo podrán servir para llevar. Otro sector económico afectado por la pandemia, que ya había paralizado el turismo.

Las noticias recuerdan cada vez más las drásticas medidas de la primera ola del coronavirus, en marzo y abril. Macron decretó toque de queda desde las 21h00 hasta las 6h00 en las ciudades francesas más afectadas, incluyendo París. En Italia y Alemania los contagios superan los de marzo. En Holanda cierran los restaurants. Portugal adopta nuevas restricciones (prohíbe reuniones de más de diez personas y pone nuevos límites a los horarios comerciales, para evitar que luego de las vacaciones del verano europeo se vuelvan a disparar los contagios. Pero ya en octubre se está batiendo records de casos diarios.

La muestra de que la pandemia avanza a velocidad inusitada en Europa es el aumento de la “tasa de positividad”, el porcentaje de casos positivos por cada test realizado. Si la primera alarma sonó en España, el fin de semana pasado eran la República Checa y Holanda los países en los que esa tasa crecía más rápidamente. Seguían Bélgica, Rumania y Francia.

La buena noticia es que la tasa de mortalidad a causa de la enfermedad ha venido bajando. Algunos respiran también aliviados al conocer nuevas estimaciones sobre el desempeño de la economía de la Eurozona, que caería este año “solo” un 8%, menos que el 13% previsto en abril. Pero aun así muy superior al peor registro hasta ahora, una caída del 2,9% en 2009. Son, en todo caso, estimaciones que dependen todavía de muchas variables.

Una sociedad frustrada

En medio de la pandemia, Chile ha tenido que posponer su plebiscito, que finalmente se llevará a cabo el domingo 18 de octubre. Una consulta sobre la convocatoria de una constituyente que ponga fin a las reglas establecidas por la dictadura cívico militar que encabezó el general augusto Pinochet y que gobernó el país entre septiembre de 1973 y marzo de 1990.

La primera pregunta que deberán responder es si aprueban o rechazan la convocatoria de una constituyente para sustituir la de 1980, que dejó Pinochet. La segunda se refiere a la forma de integrar esa constituyente: si con 155 representantes elegidos para ese fin; o con 172, con una mitad elegida directamente y la otra mitad integrada por actuales parlamentarios, elegidos entre ellos.

Nadie duda de la victoria del “Apruebo”. Inclusive sectores de la derecha pinochetista se han sumado a ese carro, para jugar después sus cartas en la elección de los constituyentes. Entre las normas aceptadas está la de que cada artículo debe ser aprobado por dos tercios de los votos. Lo que ha dado pie a críticas de quienes estiman que será difícil lograr acuerdos, sobre todo en temas más sensibles. No hay que perder de vista, sin embargo, que los temas no aprobados deberán ser regulados después por alguna otra forma, pero no quedará vigente nada de la vieja constitución sobre la que la dictadura fundó su régimen en concepciones extremadamente liberales.

“Chile tiene el más alto nivel de inequidad entre los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)”, recordó Margarita Seminario, directora adjunta del Programa Américas, del Center for Strategic and International Studies (CSIS), con sede en Washington.

La economía chilena –agregó– es abierta y basada en el mercado, con una intervención estatal muy limitada. Lo que los partidarios de la reforma constitucional buscan es ampliar el papel del Estado en la economía que permita avanzar en la creación de un Estado de bienestar.

Una expansión de la red de seguridad social tendría “un profundo impacto en la vida diario de los chilenos”. Sobre todos los de clase media y baja que “han sufrido los efectos de la desigualdad económica y la falta de seguridad financiera”.

Seminario recuerda que las pensiones son bajas, lo servicios de salud y educación caros y, en general, el costo de la vida insostenible para la mayoría.

El plebiscito se llevará a cabo en medio de la celebración del primera aniversario del inicio de las protestas que, desde el año pasado, han arrinconado el gobierno y desatado una ola de represión que ha dejado ciegos a decenas de chilenos atacados y torturados por la policía de Carabineros y también muertos.

La promesa de desarrollo económico de la dictadura y de los regímenes que la sucedieron no se cumplieron. “No todos los chilenos se beneficiaron de la expansión económica de esos años y las protestas revelaron una frustración amplia y profunda con la desigualdad”, afirmaron Maria Borselli y Adrienne Arsht, del Attlantic Council.

Las perspectivas de que lo puedan lograr mediante una nueva constitución son analizadas en la entrevista que acompaña esta nota, hecha al dirigente comunal de La Reina, Pedro Davis.

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Dirigente comunal de La Reina, Pedro Davis: “No hay mucho que celebrar”

“No hay mucho que celebrar”, dijo Pedro Davis al otro lado de la pantalla. Más de 50 años de historia cobijan ese comentario, desde los años en que, con la Unidad Popular, participaba en los esfuerzos que entonces se realizaban en Chile para abrir caminos originales y renovar la política. Ya entonces, en Chile los procesos políticos se adelantaban a los de sus vecinos; se manifestaban allí en su forma más acabada: el 70 (del siglo pasado), con la elección de Salvador Allende. El 73, con el golpe cívico-militar, que llevó adelante una reforma liberal, la más radical y más conservadora de todas las ensayadas en aquella época, en Argentina, Uruguay o Brasil. Todas bajo regímenes militares particularmente cobardes y crueles.

Han pasado 50 años y su voz suena a más de cinco mil kilómetros de distancia –en Santiago, mientras yo estoy en San José– en vísperas de un plebiscito que aspira a derogar la constitución de Pinochet: –No hay mucho que celebrar, afirma.

Economista (70), dirigente comunal, fue concejal y candidato a alcalde de La Reina, enclavada a los pies de la cordillera, comuna acomodada, pero donde no faltan sectores empobrecidos entremezclados. Lo que sigue es el resultado ya editado de nuestra conversación.

La campaña del “Apruebo”

De la conversación surge el comentario sobre el plebiscito del próximo domingo, 18 de octubre.

La campaña del “Apruebo” afirma– “ha sido básicamente de organizaciones sociales, con poca presencia de los partidos y ha ido de menos a más, en un ambiente algo raro, sin algunas formas habituales en campañas políticas anteriores. Es también muy distinta a la del plebiscito de 1988, cuando la campaña del “No” derrotó las aspiraciones de Pinochet de permanecer otra década en el poder y desató un gran entusiasmo en el país”.

Valora las cosas positivas, “como las movilizaciones autoconvocadas, que han sido, muchas veces, mayores de las que esperábamos. Eso estimula el trabajo de la gente. Pero la campaña ha tenido también sus bajones, provocados en ocasiones por divisiones de la oposición, como la ocurrida la semana pasada en el Congreso, donde fue derrotada una acusación constitucional contra el exministro de Salud, Jaime Mañalich.

Mañalich fue acusado de poner en riesgo la vida y la salud de la población por sus decisiones en los primeros meses de la pandemia de la Covid 19, que lo obligaron a renunciar al cargo. El resultado de la acusación fue de 71 votos a favor y 73 en contra, con siete abstenciones. Pero varios diputados de oposición de abstuvieron y eso causa desazón en la gente que trabaja en la campaña en las calles”.

Parece que no está todo el mundo remando para el mismo lado, segura. En la comuna de La Reina se formaron cuatro comandos por el “Apruebo”: uno de la Concertación, otro Frente Amplio (FA) y otro de Chile Digno. El cuarto es el de la Unidad Social La Reina, coordinación de decenas de organizaciones sociales tradicionales y autoconvocadas, constituida a partir del 19 de octubre del año pasado, cuando estallaron las protestas populares en todo el país y cuyo primer aniversario se conmemoró esta semana.

El 18 se celebra el año del inicio de las movilizaciones del año pasado, recordó Davis. “Estamos tratando de que sea lo más grande posible. El gobierno la va a reprimir. Vamos a seguir trabajando en Articulación Ciudadana, creemos que ese el camino para el verdadero empoderamiento de la gente de a pie”.

“La Unidad Social La Reina es un grupo que está mucho más activo que los demás, desarrollando movilizaciones por las opciones “Apruebo” y Convención Constitucional todos los días”.

Cree que, en La Reina, van a lograr un buen resultado. “De las comunas de más recursos va a ser probablemente la mejor, incluso mejor que en Ñuñoa (comuna vecina, escenario de concentraciones políticas y culturales recientes). Hemos estado en la calle, hemos entregado propaganda casa por casa, con pocos recursos, con mucho trabajo voluntario”.

La gente enojada

Davis destaca las diferencias entre las dos campañas. Desde su punto de vista, la del “Rechazo” “es muy violenta. La otra es más amigable, más cariñosa. La opción del “Rechazo” está más presente en el centro de Santiago, en las comunas más ricas, con Carabineros protegiendo sus marchas, algunas de ellas con gente portando armas de fuego. Al contrario, en las marchas del “Apruebo” la presencia policial es intimidante. Pese a que no ha habido violencia hay una actitud provocativa de Carabineros, con muchos efectivos y  pidiendo identidades a la gente”.

En realidad, agrega, “no hay mucho que celebrar. La gente está muy enojada, tiene conciencia que la nueva constitución va a ser muy minimalista”. El “Apruebo” va a ganar con más de dos tercios de los votos, asegura.

Además de la consulta a favor o en contra de la constituyente, hay una segunda consulta en este plebiscito ­–sobre la forma de redactar la nueva constitución– que es confusa y la campaña del “Rechazo” contribuye a aumentar esa confusión. Se trata de votar entre dos opciones: si la constituyente se integra solo con 155 representantes elegidos para ese fin de forma paritaria (hombres y mujeres) o si se conforma lo que se ha llamado una “convención mixta” de 172 miembros: la mitad elegida por votación popular y la otra mitad integrada por parlamentarios actuales.

En esta segunda consulta, estima que va a ganar por poco la primera opción. “Pero la constituyente terminará integrada por militantes de los partidos (en los que la gente confía muy poco), pues son los que tienen recursos y organización para hacer campaña. Va a ser muy difícil que los independientes puedan elegirse”.

Pese a todo, asegura que el cambio constitucional es importante, aunque una gran parte de la población no se siente contenta con los acuerdos de noviembre del año pasado, cuando los partidos políticos acordaron convocar este plebiscito.

Una constitución “minimalista”

Hay cuatro bloques apoyando el “Apruebo”: la Concertación (que llamamos Concertación 3.0, integrada por demócrata cristianos, socialistas, PPD, radicales y los derechistas, miembros de Ciudadanos) herederos de la Vieja Concertación (que duró hasta el gobierno de Michelle Bachelet); los del Frente Amplio (FA); la izquierda que no estuvo en el acuerdo de noviembre pasado (humanistas, comunistas, el grupo al alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, los ecologistas, la izquierda libertaria y otros movimientos); y los de derecha, que apoyan el “Apruebo” pero pretenden lograr muchos escaños en la constituyente para defender sus intereses.

Sobre la elección de la constituyente –si gana el “Apruebo”, como indican todas las encuestas– los partidos políticos progresistas, que están por una nueva constitución, van a llevar listas separadas en cada distrito y, en el sistema electoral chileno, esto se traduce en pérdidas significativas de representación.

“Eso le va a permitir a la derecha tener más fuerza relativa. Es cierto que nunca pensamos que podríamos tener fuerza suficiente para aprobar una constitución como queríamos. Vamos a obtener algo menos. Pero la derecha tampoco va a tener los dos tercios que se necesitan para aprobar los artículos. Se va a tener que negociar”, explica.

“Cada nuevo artículo necesitará dos tercios de la votación para ser aprobado. Eso quiere decir que el resultado va a ser muy minimalista; no habrá acuerdos en los temas conflictivos, como cambiar el rol subsidiario del estado, los Derechos Humanos, el reconocimientos de los pueblos originarios, o los derechos de agua, por ejemplo.

“No es una situación muy fácil. La Constitución va a ser un híbrido. Hay un nivel de desencanto sobre lo que se puede esperar de una constituyente integrada por representantes de los partidos, con las mismas mañas de siempre. Se supone que lo que no se apruebe en la constituyente va al parlamento, con su carácter “binominal”, que va a discutir los temas eternamente. Es muy complejo”.

Así que –en su opinión– seguirá esta efervescencia. “Es una situación bien espeluznante. Tengo la sensación de que a partir de abril va a haber un estado de asamblea permanente. La legalidad va a seguir siendo sobrepasada en la práctica, la gente ya no pide permiso para manifestarse, simplemente se manifiesta. Cuando las reglas no corresponden a lo que la gente está dispuesta a aceptar, lo hace y ya está. El Estado se ha armado nuevamente, Piñera ha traído una parafernalia, están preparados para la guerra, con carros, armas y gases”.

Articulación ciudadana

“Pensamos que la discusión de esta constituyente se va a alargar. No se ha tendido un puente entre los movimientos sociales y los partidos políticos. Los movimientos no tienen una conducción, ni un espacio de interlocución con lo político. Falta un puente. Ante esta realidad hemos planteado promover la mayor cantidad posible de asambleas en los diferentes territorios de la comuna para confluir en una asamblea constituyente comunal, un mecanismo para llamar a los representantes a rendir cuentas”.

“Armamos un colectivo Articulación Ciudadana La Reina compuesto por vecinos autoconvocados. Somos unas cien personas. No hay prácticamente militantes de partidos. Hay personas de todas las organizaciones de la comuna que trabajan con el propósito es tratar de incidir en la política. Vamos a seguir trabajando en articulación ciudadana.

 

Por Gilberto Lopes
Escritor y politólogo, desde Costa Rica para La ONDA digital (gclopes1948@gmail.com)

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