En medio de la niebla de colores del gran espectáculo que en el mega-escenario del territorio nacional ofrece el gobierno, actúan los precios.
Frutas y verduras
Los aumentos al consumidor desde fin del año pasado hasta el presente escapan a cualquier calculo racional entre su producción, intermediación y distintos expendios.
En los supermercados y autoservicios vinculados, cuya condición de mayoristas les asegura las compras más baratas, cabría esperar, como otrora, los más razonables. Por el contrario su condición cuasi monopólica se refleja en productos de primera necesidad. Y la excusa de la importación para algunos esconde el acaparamiento en refrigeración para ponerlos en góndola fuera o incluso en su estación…a mayores precios.
El comercio minorista trata, dificultosamente de cubrir la demanda barrial, arriesgando con la duración perecedera por la irregularidad de la demanda. Además debe incluir el costo de comprar en el mercado a otros también mayoristas…cuando no acopiadores.
Y las ferias vecinales, abastecidas en los sitios de producción, el mercado central o intermediarios, reparte la clientela entre cientos, miles de vecinos que buscan calidad y precio. Los feriantes compiten entre ellos recorriendo con sus puestos ambulantes toda la urbe, agregando a los precios el descarte de lo perecedero y el continuo traslado. Para ellos es que maximizar la ganancia tiene al menos mayor fundamento.
Los medicamentos
El otro ejemplo paradigmático son los medicamentos. Las Farmacias han devenido en una especie de mercado persa de productos del ultra consumo en esta sociedad del espectáculo. Ahora en las mismas, en sus enormes vidrieras, hay de todo menos productos baratos. Y los Laboratorios son los proveedores de todo lo que el cuerpo humano debe absorber, aplicarse o poner por dentro y por fuera para vivir…en esta sociedad. Los mismos, socios innominados de las ahora también grandes cadenas de farmacias, fijan los precios con ellas. Y la población, inducida por el paradigma de que la salud “no tiene precio”, los paga sin protestar. Para completar el abuso le agregan la coercitiva, obligada compra de “ofertas” y, también inducida, de la chatarra…probadamente contraria a la salud de niños y adultos!
Conclusión increíble .
Estas reseñas, verificables por cualquier ciudadano, llevan a una conclusión extraordinaria en un país cuyo Estado debe velar por la vida y salud de sus habitantes, a lo que contribuyen de forma excluyente alimentación y medicamentos. Sin embargo, estos dos fundamentales insumos de la vida humana bailan con la música que embriaga del consumo en el libre mercado, al son del lucro sin freno y la especulación empresarial. Y el gobierno actúa como ciego y sordo, voluntariamente prescindente, sin ejercer un control efectivo de los precios!!
Por Luis Fabre
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