“La causa de las fotocopias de los cuadernos”

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Como todas las otras causas que venimos desarrollando, tienen una debilidad total en sus imputaciones; construyeron la pieza más macabra del Lawfare contra Cristina Fernández de Kirchner: la de las fotocopias de los cuadernos. ¡Si leyó bien!: ¡fotocopias!

La acusación de su presunta asociación ilícita con Lázaro Báez, quedó en un segundo plano, y los operadores mediáticos, políticos y judiciales del Lawfare, convirtieron a Cristiana de la noche a la mañana el jefa de una “superbanda delictiva” de la que también formaban parte todos los contratistas de la obra pública en la Argentina.

Leyó bien: ¡todos! Todos son todos. Cristina en su defensa viene pidiendo desde 2016 uno auditoría de todos los contratistas. Por su puesto, que nunca la van a realizar, porque esta causa es una súper chantada y un súper enchastre contra Cristina.

Inventaron una asociación ilícita muy rara. Estaría conformada por decenas de personas que en su inmensa mayoría ni siquiera se conocen y que jamás se han visto.

Para montar semejante operación usaron a un ignoto chofer de remis, que con una narrativa como para ganar un premio literario, narra  de manera demasiado detallada, todos los viajes que según el chofer, iban siempre en busca de coimas.

Con las fotocopias de esos cuadernos, que nunca aparecieron los originales,  o sea sin pruebas elementales; durante 48 horas se sucedieron detenciones y allanamientos, difundidos in situ por los medios de comunicación que son parte de Lawfare. El proceso se encontraba en “secreto de sumario”, pero pasaban en vivo y en directo los allanamientos.

Las personas detenidas no pudieron recuperar la libertad y vía apriete los “convencieron” de que les convenía reconocer los delitos que se le imputaban. Esto que acabo de decir está comprobado con lujo de detalles, que ¡oh! casualidad en el Río de la Plata, los alcahuetes del poder omiten deliberadamente. Y eso que acaba de saltar en Brasil, el Lawfare  contra Lula. Pero contra Cristina parece que vale todo.

Entre los arrepentidos hay de todo. Hay empresarios que los metieron en un calabozo a oscuras y con un colchón quemado y lleno de mierda. Por supuesto que se arrepintieron en pocas horas. Otros “arrepentidos” ni siquiera estuvieron una hora presos. Por ejemplo, el primo del presidente, Ángelo Calcaterra, cuya situación procesal como está demostrado, se negoció directamente en la residencia presidencial, entre el fiscal –barra brava de Boca- mafioso Carlos Stornelli, Mauricio Macri y distintos operadores de la famosa Mesa Judicial, que está siendo hoy investigada.

Pero falta lo más importante. ¡No están los originales de los cuadernos! Y no van a estar porque se sabría que todo es un invento infame. Toda la investigación del delincuente, juez de Comodoro Py, Claudio Bonadío, se basó en unas fotocopias de unos supuestos cuadernos, que los hizo en realidad, un conocido periodista del diario La Nación, que ha sido un adherente entusiasta del gobierno de Macri.

Aunque parezca increíble, dicen que los cuadernos fueron “quemados en la parrilla de un patio”. Y que el presunto autor de los mismos sería un suboficial del Ejército de apellido Centeno, que fue dado de baja tras ser declarado inimputable por la Justicia Federal de San Martín, por un episodio en el cual, este “buen” hombre, le arrojó una granada a un camarada de armas. Como se puede ver; ¡todo muy serio!

A Centeno hasta ahora no se le ha realizado ninguna pericia psiquiátrica. Se sabe que entre un ex.-suboficial del Ejército declarado inimputable, el “periodista” del diario derechista y un fiscal que recibió la denuncia, manipularon en su casa los procedimientos para que la “investigación” quedar en manos del mismo juez, cuyo nombre fue escrito en una servilleta en un bar cuando el presidente era Menem. Claudio Bonadio con la causa “sorteada” en sus manos, ordenó detenciones a diestra y siniestra.

Llama la atención que  Lázaro Báez, acusado de socio de Cristina, por obra pública; no esté mencionado ni una sola vez en las “hojas de los cuadernos”, cuando los medios hegemónicos la presentaron como “la gran causa de la corrupción en la obra pública”. De socio de Cristina a no ser mencionado ni una sola vez por corrupción. ¿¡Qué raro!?

Pero las sorpresas no terminan ahí. Tampoco parece mencionado en los “cuadernos” Cristóbal López, que lo presentaban como el otro socio de Cristina.

Hay una explicación que usted estimado lector va a entender. Cuando inventaron y “escribieron” los “cuadernos” Lázaro Báez y Cristóbal López ya estaban presos y no era necesario incluirlos.

Para asegurase el éxito de semejante patraña, recurrieron a la figura del “arrepentido”.

Simplemente con la experiencia que tenían, extorsionaron y cambiaron “confesiones” por libertad. Les decían: ve esa puertita de ahí, si usted inculpa a Cristina usted se va ahora. Si no lo hace queda preso. ¡Bien democrático! El mundo del revés: se dejó detenido al “coimeado” que no se “arrepintió” y se dejó en libertad el “coimeador” “arrepentido”.

Fueron por Cristina. Nuevos allanamientos. La procesaron. Le pidieron de nuevo al Senado el desafuero para meterla presa. Y montaron otra vez el espectáculo mediático con todas las basuras, como Lanata y Majul, solo para mencionar a los más representativos del periodismo de guerra.

Día que pasa aparece una nueva contradicción entre los que está escrito en las  fotocopias de los “cuadernos” y las confesiones de los “arrepentidos”. No se sabe cuándo fueron escritos, porque no coinciden los días y las horas con los “testimonios” de los  testigos. ¡Todo trucho!

Al no haber original, no se puede hacer una pericia para establecer la antigüedad de la tinta plasmada en el papel. Eso se hace fácil. Pero como los quemaron, nunca se va a saber, porque estamos ante una organización de delincuentes organizada desde el vértice del poder: Mauricio Macri.

 

Por el Prof. Gonzalo Alsina

 

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