Según Wikipedia, el Cristo Redentor sobre el cerro Corcovado en Rio de Janeiro fue construído, en parte, por la empresa sueca hoy conocida como Skanska AB, por entonces llamada Skånska Cement. Esto demuestra que la empresa Skanska tiene casi un siglo de experiencia de negocios en Brasil, donde además del Cristo Redentor también ha contribuído a la construcción de otras grandes obras.
Cristo Redentor. Detrás de la silueta quizás más conocida de Rio de Janeiro hay toneladas de cemento sueco, transportadas a fines de los años veinte desde la terminal portuaria de Skånska Cement, en las afueras de Malmö.
Una de las más recientes fue un gasoducto en la Amazonia, de 660 kilómetros de longitud desde un extremo en Urucú hasta el otro en Manaos, contratado por Petrobrás y que aparentemente sería uno de los muchos contratos conseguidos a través de un complicado esquema de coimas, corrupción, lavado de dinero y ocultamiento de información por el cual Petrobrás está siendo investigada desde hace meses.
Un jefe con una visión algo parcializada
A fines de noviembre pasado Johan Henriksson, el jefe de Skanska para América Latina, declaró al principal informativo radial sueco que no sabía si Skanska había pagado coimas a Petrobrás e informó que la empresa estaba pensando en retirarse de la región, debido a que es ”muy difícil trabajar en América del Sur, porque allí hay un ambiente de mucha corrupción” (1). Parece que Henriksson no lee la prensa sueca, porque así como en Brasi la prensa llegaba a saturar a sus lectores con los pormenores del ”Lava Jato”, en Suecia por esos tiempos el periódico conservador Svenska Dagbladet venía maravillando al país con una serie de artículos en los cuales sus periodistas destapaban todo tipo de chanchullos en algunas de las mayores empresas suecas y una de las consecuencias más directas de esta investigación periodística fue la sustitución, en la dirección de Skanska, de varios de los jefes superiores de Henriksson.
Peor aún, parecería que Henriksson es uno de esos jefes que si bien cobran sueldos de maravilla, no se molesta en informarse sobre los antecedentes de las actividades que debe dirigir. Si Henriksson hubiese escuchado la radio, leído la prensa, o mirado la televisión, habría sabido que trabajaba para una empresa con una larga historia de escándalos por coimas, evasión de impuestos, sobreprecios, retrasos, declaraciones falsas, ocultamiento, contaminación ecológica, incumplimiento de leyes y construcciones tan mal hechas que debieron ser reparadas o reconstruídas al poco tiempo de su inauguración, no solo en América del Sur, sino a lo largo y ancho del planeta.
Ni Henriksson ni su entrevistador lo nombraron en esa breve entrevista radial, pero hace pocos años Skanska estuvo envuelta en un escándalo mayúsculo por la construcción de otro gasoducto, esa vez en el norte argentino. Llamada ”Caso Skanska” por la prensa argentina, esta trama incluía coimas, evasión de impuestos y falsificación de documentos. Una de sus consecuencias policiales fue la detención de varios gerentes de Skanska y del mismísimo jefe de Skanska América Latina, es decir, un antecesor de Henriksson. En Argentina, la investigación de la tramoya de Skanska llevó a la renuncia o despido de altísimos funcionarios del gobierno y de la propia Skanska y ya en diciembre de 2007 la editorial Planeta publicaba un libro (El club K de la Obra Pública. Skanska, un caso) en el cual el periodista Pablo Abiad resumía y evaluaba los datos en detalle.
En su libro sobre el escándalo sobre los delitos de Skanska en Argentina, el periodista Abiad transcribe, entre otros documentos, las conversaciones telefónicas entre gerentes de la empresa, que sirvieron para documentar algunos aspectos de la trama corrupta que llevó a la policía a allanar la sede de la empresa en Buenos Aires y detener a varios directivos.
En cambio, la investigación del caso brasilero recién empieza y todavía no tenemos suficiente información como para darle la razón ni a los denunciantes ni a Johan Henriksson. A la espera del resultado final de las investigaciones de la justicia brasileña, esta nota solo pretende demostrar que ya tenemos suficientes antecedentes como para establecer una buena hipótesis.
Lejos de América del Sur
En América del Norte la empresa Skanska ha sido investigada varias veces por fraudes y coimas para obtener contratos de construcción. Una de las tramoyas usadas por Skanska en Estados Unidos es el cobro de coimas a los subcontratistas. Una vez conseguido el contrato para construir una obra, Skanska subdivide el trabajo en pequeñas partes que luego adjudica a distintos subcontratistas, mediante pago de coima. Este método fue usado, por ejemplo, durante la construcción de la nueva biblioteca de la Universidad de Princeton. Varios contratistas reconocieron haberle pagado coima a Skanska para obtener sus contratos y la investigación confirmó los delitos con tal lujo de detalles que la Universidad pudo rescindir el contrato con Skanska y remplazarla por otra empresa constructora, sin que Skanska tuviese la posibilidad de iniciar juicio por incumplimiento de contrato (2). Por esos mismos tiempos, Skanska accedió a pagar una multa de 19.6 millones de dólares para terminar una investigación federal por fraudes contra programas del gobierno durante obras en Nueva York (3) y poco después era investigada por otros posibles delitos en Texas, Tennessee y otros estados.
En Europa es igual o peor
Pero es en Europa donde Skanska acumula más antecedentes penales y denuncias por obras mal construídas, incumplimiento de presupuesto, listas negras (ilegales) de empleados y activistas sindicales, evasión de impuestos, contaminación ambiental, corrupción y malas prácticas empresariales. Y dentro de Europa, el prontuario más abultado de Skanska se debe directamente a las actividades ilegales de Skanska en Suecia.
Al comienzo de esta nota se cita una declaración con la cual Henriksson aparentemente pretende achacarle la implicación de Skanska en un escándalo de coimas en Brasil a un ”ambiente de mucha corrupción”. Apenas dos días antes de esa declaración, el principal programa de televisión de periodismo investigativo había denunciado a Skanska por haber montado una ”calesita” de transferencias de fondos en Luxemburgo con el fin de evadir impuestos a sus ganancias en Suecia. La empresa reconoció la existencia de el complicado esquema de transferencias de fondos entre empresas filiales pero negó que el objetivo final fuese la evasión de impuestos. Pocas semanas más tarde, el periódico sueco conservador Svenska Dagbladet comenzaba a publicar una serie de artículos donde revelaba que directivos de Skanska y otras grandes empresas estaban derrochando fondos de las empresas en suntuosos y extrafalarios gastos privados. Uno de ellos, por ejemplo, había usado un avión de la empresa, a un costo de unos 30 mil euros por viaje, para ir a Brasil a ver algunos partidos del Mundial. Otros usaban los aviones de sus empresas para ir de compras a Milan o Londres con sus esposas y otros construían una cabaña de caza por millones de euros. Una de las consecuencias de esta investigación periodística fue la caída de varios directivos, sustituídos para cubrir las apariencias y disminuir el daño mediático. Uno de estos señores era el jefe de Henriksson, al mismo tiempo que Henriksson le echaba la culpa de la involucración de Skanska en el Lava Jato al ”ambiente de mucha corrpción en América del Sur”.
Un par de años atrás, Skandia había sido una de las grandes empresas constructoras denunciadas por la Asociación de Propietarios de Vivienda de Suecia por haber construído viviendas que tenían fallas graves (grietas en las fachadas, daños de humedad) antes de su inauguración. En algunos casos, Skanska se había visto obligada a reparar cientos de viviendas mal construídas. En un caso muy representativo, Skanska se vió obligada a refaccionar, con pérdidas millonarias, unas 60 viviendas de lujo en una zona residencial construída para familias de altísimos ingresos en la isla de Lidingö, para las cuales las fallas en las fachadas, visibles a simple vista, impedían encontrar compradores.
Estocolmo, cuya construcción fue contratada a Skanska por una empresa privada de transporte, para una de sus líneas de tranvía. Poco después de su inauguración el puente ya presentaba grietas y deficiencias estructurales de tal gravedad que ponían en riesgo la seguridad del tráfico. Cuando la empresa de transporte decidió interrumpir el uso del puente, hasta que el problema fuese solucionado, Skanska reconoció que esa decisión era conveniente (Jan Lindgren, jefe de información de Skanska, afirmó públicamente ”…compartimos la opinión de que el puente debe ser cerrado…”). La empresa de transporte demandó a Skanska por la mala construcción y esta respondió que la culpa era de la empresa de transporte, porque no le había dado a Skanska las especificaciones exactas, lo cual además de repetir el viejo truco de echarle la culpa a otro, sugiere que los directores de Skanska quizás creían que sus ingenieros no podían construir un puente en Estocolmo si el cliente no había especificado los detalles técnicos sobre calidad del hormigón y las dimensiones de las columnas y vigas. Luego de varios años de investigaciones, juicios, acusaciones y contra-acusaciones, las autoridades finalmente llegaron a la conclusión de que Skanska debía pagar el costo de las reparaciones.
En 2007, Skanska fue sentenciada en Suecia a pagar una multa millonaria por un tipo de delito por el cual fue denunciadas muchas veces y multada a veces, en otros países europeos. Junto a otras grandes empresas de construcción, había formado un cartel para manipular los precios de obras públicas (en este caso, la trama de corrupción estuvo relacionada a la colocación de carpeta asfáltica en calles y caminos durante muchos años). Dos años más tarde, Skanska pagaba otra multa millonaria por un delito similar en Finlandia y pocos años después se repetía lo mismo en Eslovaquia. Siguiendo su método de ocultamiento y manipulación de la información, en cada uno de estos tres casos en los cuales las autoridades llegaron a la conclusión de que Skanska había cometido un delito, uno o dos directivos declararon a la prensa que ”desconocían” la veracidad de la acusación y siguieron manifestando ignorancia hasta el día mismo en que un juez o un tribunal los sentenció por la formación del cartel. En otras palabras, una actitud que recuerda a la respuesta que da Henriksson en la entrevista radial citada al inicio de esta nota, cuando el periodista le pregunta directamente si Skanska ha pagado coimas en Brasil.
El mayor escándalo de Skanska en Suecia
Pero el mayor escándalo sufrido por Skanska en Suecia ocupó la primera plana durante muchos años y es conocido como ”el escándalo del túnel en Hallandsasen”. Este asunto comenzó cuando la empresa ferroviaria estatal decidió construir un túnel ferroviario de 8.7 kilómetros para efectivizar el transporte en la zona de Halland, al sur de Suecia. La obra se alargó desmesuradamente en el tiempo y su historia combina fallos técnicos, mala planificación, uso imprudente de sustancias químicas peligrosas para la salud y el ambiente, ocultamiento de información, retrasos en el cronograma de trabajo e incremento extraordinario del presupuesto y, por supuesto, corrupción. La empresa constructora que comenzó el proyecto se fundió a los pocos años y fue luego sustituída por Skanska, quien sigue a cargo de la obra, junto a la empresa estatal ferroviaria. El presupuesto actual ya ha superado en diez veces al convenido inicialmente, sin contar los millones (de fondos públicos) gastados en los larguísimos y complicados juicios e investigaciones policiales, los procesamientos, las renuncias, las licencias por enfermedad y las compensaciones a las víctimas.
Como casi siempre en estos casos, el escándalo sobre el problema ecológico comenzó con las denuncias hechas por habitantes de la zona afectada y la divulgación de esas denuncias a cargo de algunos periodistas y militantes ecologistas. La investigación de una mortandad de peces y de varias denuncias anónimas pusieron sobre la mesa la posibilidad de que Skanska podría ser responsable de un delito de contaminación ambiental grave, aunque se desconocía la causa. Poco después se supo que Skanska venía usando en la construcción del túnel un producto químico de alto riesgo para la salud humana y animal, que contaminaba el ambiente a través de su filtración con las aguas, desde el sitio de construcción del túnel hacia el entorno y que no había informado de antemano que usaría este producto ni había tomado las precauciones necesarias. Primero se enfermaron los propios constructores del túnel, luego comenzó a morir el ganado en las granjas aledañas. Mientras los habitantes de la localidad y la propia municipalidad hacían denuncias policiales contra Skanska y otras empresas, los portavoces de estas empresas negaban las acusaciones, o bien se echaban la culpa entre sí. Una de las acusaciones más graves era la de ocultamiento.
Mortandad de truchas causada por contaminación ambiental – Durante la construcción del túnel en Hallandsasen la empresa constructora contaminó los riachuelos locales con cemento y barro. Al poco tiempo, miles de truchas aparecieron muertas. Las autoridades y la población local acusaron a la empresa por la muerte de los peces pero la empresa, si bien reconoció la contaminación, respondió que no era seguro que esta fuese la causa de la mortandad masiva de peces.
Gracias a esa investigación se supo que Skanska venía usando en la obra un producto químico altamente contaminante sin avisarle a las autoridades de salud pública, ni a la municipalidad, ni a los habitantes de Hallandsasen, ni a sus propios empleados (que luego serían perjudicados más directamente), arriesgando así la salud de la gente y entorpeciendo la solución de los futuros problemas. Cuando las pruebas ambientales, los estudios científicos, las investigaciones periodísticas y las declaraciones tomadas por la policía dejaron en claro que se estaba viviendo una contaminación ambiental de gravedad, el gobierno decidió parar las obras por tiempo indeterminado.
Skanska probablemente no era la única empresa responsable de este crímen, pero las investigaciones dejaron en claro que cometió varios delitos y errores profesionales y éticos, por los cuales debió pagar multas, sustituir jefes, cambiar el método de construcción y gastar enormes sumas en el lavado de su imágen.
En sus publicaciones sobre este proyecto, la empresa subraya la complejidad técnica de la obra, una proeza de la tecnología más sofisticada, pero oculta su responsabilidad en los múltiples delitos y errores profesionales cometidos a lo largo de la obra. La página web de Skanska no es el sitio donde uno pueda encontrar información imparcial y detallada, o información, a secas, acerca de estos asuntos, lo cual es en sí mismo un buen ejemplo de que el ocultamiento de datos importantes y de interés público es parte integral del modus operandi de esta empresa.
La corrupción más grande del mundo
La investigación sobre la posible culpabilidad de Skanska en el escándalo ”Lava Jato”, la trama de corrupción más grande que haya sido investigada en el Brasil (y como dicen algunos, en el mundo), por su tamaño, su complejidad y sus consecuencias penales, políticas y económicas, podría alargarse en el tiempo y tener resultados inesperados. Pero el comportamiento de Skanska frente a este tipo de denuncias es tan estereotípico que permite pronosticar las etapas que se sucederán a medida que avance la investigación.
En casi todos los casos mencionados brevemente en esta nota, frente a las primeras denuncias sobre construcciones mal hechas, pago de coimas, evasión de impuestos, crímenes ambientales o formación de cartel, lo más frecuente es que uno o más jefes de la empresa hiciesen unas brevísimas declaraciones negando la veracidad de las denuncias o afirmando que desconocían los hechos pero que estaban dispuestos a investigarlos internamente. Hasta acá, Henriksson hizo en la entrevista radial lo que se podía predecir de un directivo de esta empresa.
En caso de aceptar la existencia del problema (como las grietas del puente de Gröndal, o las fallas en las fachadas de las mansiones de lujo en Lidingö, quizás porque todo el mundo podía verlas a simple vista) a proponen que la culpa es de otras empresas, o quizás de un empleado que actuó incorrectamente, sin el visto bueno de la dirección o quizás aduzcan razones geográficas o culturales. En el caso del túnel de Hallandsasen, Skanska acusó durante años a la empresa privada que le vendió el producto carcinogénico; en el caso del gasoducto argentino, Skanska decidió referirse a sus propios gerentes como si fuesen ”representantes argentinos”; en los casos de tramoyas para estafar al estado (como en el cartel del asfalto), algunos empleados de mando medio fueron despedidos; en el caso del gasoducto brasilero, la empresa eligió achacarle el problema a la mucha corrupción existente en América del Sur.
Más adelante, cuando las primeras respuestas de Skanska se vuelven absurdas o increíbles frente a la proliferación de indicios y pruebas o cuando un juez decide investigar profundamente el asunto, la empresa adopta otros argumentos, más difusos, menos tajantes, pero todavía sin admitir culpabilidad. En estas etapas intermedias, la empresa acostumbra apelar a juicios e investigaciones que pueden demorar la aclaración del problema durante varios años (esto fue lo que hizo en los escándalos de Gröndal y de Hallandsåsen), poniendo su interés privado por delante del interés público y el bienestar general. Por último, cuando esas etapas se agotan y la abundancia de documentos, denuncias e investigaciones inducen actuación policial, procesamientos y renuncias de gerentes, por fin la empresa reconoce su responsabilidad y promete que no reincidirá. El proceso puede extenderse a lo largo de varios años y durante todo ese tiempo al empresa asegura en su página web que promueve la transparencia y la responsabilidad (aunque jamás informa sobre los delitos por los cuales está siendo investigada).
Entonces, si bien la investigación por corrupción en la contratación del gasoducto de Petrobrás recién ha comenzado, ya sabemos que Skanska tiene antecedentes deplorables en Estados Unidos, Argentina, Inglaterra, Finlandia, Eslovaquia y Suecia y sabemos que el ocultamiento de información y la falta de transparencia es parte de su política oficial. La mejor hipótesis es siempre la más simple. Parece entonces muy probable que Skanska consiguió el contrato para la construcción del gasoducto de Petrobrás a través de una maniobra ilegal que incluyó la asociación con otras empresas con antecedentes de corrupción, el pago de coimas, una tramoya para la evasión de impuestos, un aparato para el ocultamiento y falsificación de información y un mecanismo destinado a dificultar la investigación de todos esos delitos.
Mientras las investigaciones en Brasil confirman o falsifican esta hipótesis, no necesitamos esperar al último capítulo de la telenovela Lava Jato, sea cual sea su final, para saber que la corrupción, ineficacia y falta de transparencia de Skanska no se debe exclusivamente al ”ambiente de mucha corrupción de América del Sur”.
Petrobrás comunicó que aplicaría una medida cautelar contra Skanska y las otras 22 empresas de la tramoya de coimas, bloqueando su participación en nuevas licitaciones. Parecería que la historia de gigantescos negocios iniciados en Brasil por la empresa sueca casi un siglo atrás, al construir el Cristo del Corcovado, habría llegado a su fin de un modo poco honorable.
Por Rafael Cantera
La ONDA digital Nº 711 (Síganos en Twitter y facebook)
(1)”Skanska embroiled in a major corruption scandal”; entrevista de Radio Suecia, en inglés. http://sverigesradio.se/sida/artikel.aspx?programid=83&artikel=6030932.
(2)”Five Lewis Library contractors plead guilty in bribary investigation”; nota en el periódico The Daily Princetonian. Fuente: http://dailyprincetonian.com/news/2008/07/five-lewis-library-contractors-plead-guilty-in-bribery-investigation/
(3)http://newyork.construction.com/new_york_construction_news/2011/0404_skanskaagreespayment.asp
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.