Los EE.UU. promueven la desestabilización de las democracias en América Latina

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El cientista político e historiador Luiz Alberto de Vianna Moniz Bandeira, afirma que los Estados Unidos insisten en el intento de desestabilizar a los gobiernos de izquierda en América Latina y que esto se reflejó en las recientes manifestaciones, las que reclaman el impeachment de la presidenta Dilma Rousseff están lejos de ser espontáneas. Sostiene que los organismos norteamericanos como la CIA, NSA (Agencia Nacional de Seguridad) y las ONG´s vinculadas a ellos, están actuando activamente en el intento de desestabilizar a los gobiernos progresistas de América Latina.

– El líder del PT en la Cámara, Sibá Machado (AC), comentó en las redes sociales que la CIA ha actuado en intentos de desestabilización de gobiernos democráticos en América Latina. ¿Cómo evalúa usted esto, frente a diversos episodios históricos que muestran a los EE.UU. por detrás de la desestabilización de gobiernos de izquierda y progresistas?
– Washington hace mucho tiempo que crea ONGs con el objetivo de promover demostraciones emprendidas, con recursos canalizados a través de la USAID, National Endowment for Democracy (NED) y CIA; Open Society Foundation (OSF), del multimillonario George Soros, Freedom House, International Republican Institute (IRI), bajo la dirección del senador John McCain, etc. Trabajan directamente con el sector privado, municipios y ciudadanos, como estudiantes, reclutados para hacer cursos en los EE.UU. Así lo hicieron en los países de Eurasia, donde desde 1989 al año 2000 se crearon más de 500.000, la mayoría de las cuales se encuentran en Ucrania. Otras fueron organizadas en el Medio Oriente para hacer la Primavera Árabe.

La estrategia consiste en aprovechar las contradicciones internas del país, los problemas internos, con el fin de agravarlos, generar turbulencia y caos hasta derrocar al gobierno sin recurrir a golpes militares. En Ucrania, dentro del proyecto TechCamp, instructores, al servicio de la embajada de los EE.UU., entonces dirigida por el embajador Geoffrey R. Pyatt, preparaban, desde por lo menos 2012, a especialistas, profesionales en la guerra de la información y descrédito de las instituciones del Estado, a usar el potencial revolucionario de los medios de comunicación modernos – subvencionando a la prensa escrita y oral, a los canales de televisión y sitios en Internet – para la manipulación de la opinión pública, y organización de protestas, con el objetivo de subvertir el orden establecido en el país y derrocar al presidente Viktor Yanukovych.

moniz paginaEsta estrategia se basa en las doctrinas del profesor Gene Sharp y de Political Defiance, es decir, el Desafío Político, término usado por el coronel Robert Helvey, especialista de la Joint Military Attache School (JMAS), operada por la Defense Intelligence Agency (DIA), para describir cómo derrocar a un gobierno y conquistar el control de las instituciones, mediante la planificación de operaciones y movilización popular en el ataque a las fuentes de poder en los países hostiles a los intereses y valores de Occidente (Estados Unidos).

Esta estrategia determinó, en gran medida, la política de regime change, la subversión en otros países, sin golpe militar, incrementada por el presidente George W. Bush, desde las llamadas “revoluciones de colores” en Europa y Eurasia, así como en África del Norte y en el Medio Oriente. Explico, detalladamente y con pruebas fehacientes, como se lleva a cabo esta estrategia en mi libro La Segunda Guerra Fría, y, actualmente estoy investigando y escribiendo otra obra – El Desorden Mundial – donde profundizo el estudio sobre lo que ocurrió y ocurre en varios países, sobre todo en Ucrania.

– Además de la CIA, ¿cómo actúan los EE.UU. contra los gobiernos de izquierda de América Latina?
– No se trata de un tema ideológico, sino de gobiernos que no se someten a las directivas de Washington. Una potencia mundial, como los EE.UU., es más peligrosa cuando comienza a perder la hegemonía que cuando expandía su Imperio. Y el monopolio que adquirió luego de la II Guerra Mundial, produciendo la moneda internacional de reserva – el dólar – está siendo desafiado por China, Rusia y también por Brasil, que está asociado a estos países en la creación del Banco Internacional de Desarrollo, como alternativa al FMI, Banco Mundial, etc.

Además, la presidenta Dilma Rousseff denunció en la ONU el espionaje de la NSA, no compró los aviones caza de los EE.UU., sino de Suecia, no entregó el pre-sal a las petroleras americanas y no se alineó con los Estados Unidos en otros temas de política internacional, como en el caso de los países de América Latina.

– El gobierno de Venezuela viene denunciando la participación de Washington en intentos de golpe. ¿Esto mismo podría estar sucediendo con relación a Brasil?
– Evidentemente existen actores, profesionales muy bien pagos, que actúan tanto en Venezuela, Argentina y Brasil, integrantes o no de ONGs, al servicio de la USAID, Now Endowment for Democracy (NED) y otras entidades americanas. No en vano, el presidente Vladimir Putin determinó que todas las ONGs fuesen registradas e indicasen el origen de sus recursos y como son utilizados. Brasil debería hacer algo similar. Las demostraciones de 2013 y las últimas, contra la elección de la presidente Dilma Rousseff, no fueron evidentemente espontáneas. Los actores, con el apoyo externo, fomentan y alientan la dura lucha de clases en Brasil, potenciada desde que un líder sindical, Lula, fue electo presidente de la República. Los diarios aquí, en Alemania, destacaron que la mayor parte de los que participaron de las manifestaciones del domingo 15, eran gente de clase media alta para arriba, de los adinerados.

– ¿Qué intereses de Washington se verían contrariados por el gobierno del PT, para justificar la participación de la CIA y de grupos empresariales de derecha, como los hermanos Koch (industria petrolera), en el financiamiento de las movilizaciones contra Dilma? ¿El pre-sal, por ejemplo?
-Los intereses son diversos, como expliqué anteriormente. Es muy raro como comenzó la Operación Lava-Jato, a partir de una denuncia “premiada”, con amplia participación de la prensa, sin que apareciesen documentos que lo comprobaran. El gran presidente Getúlio Vargas ya había denunciado, en su carta-testamento, que “la campaña subterránea de los grupos internacionales se alió a la de los grupos nacionales que estaban en contra del régimen de garantía del trabajo. (…) Contra la justicia de la revisión del salario mínimo se desencadenaron los odios. Quise crear la libertad nacional mediante la potenciación de nuestras riquezas a través de la Petrobrás y, en cuanto esta comienza a funcionar, la ola de agitación se agranda. La Eletrobrás fue obstaculizada hasta la desesperación. No quieren que el trabajador sea libre. No quieren que el pueblo sea independiente”.

– ¿Cómo interpreta usted el surgimiento de grupos de derecha en Brasil, con un programa completamente alineado a los intereses de los EE.UU.?
Los grupos de derecha están en Brasil como en otros países. Y despertaron con la crisis económica que estalló en 2007-2008 y que sigue hasta el día de hoy, en diversos países, como Brasil, donde irrumpió con más atraso que en Europa. Y la derecha siempre estuvo fomentada por los intereses de Wall Street y del complejo industrial en los EE.UU., que está dirigido por la corrupción, y donde la puerta giratoria – ejecutivos de empresas/secretarios del gobierno – nunca deja de funcionar, en todas las administraciones.

– Hay entre los organizadores de las manifestaciones de protesta, gente francamente a favor de la privatización de la Petrobras y de las riquezas nacionales, con un evidente complejo de inferioridad ante los intereses extranjeros. ¿Cómo analizar este movimiento a la luz de la historia brasileña? ¿Nuevamente estamos ante la disyuntiva nacionalismo versus entreguismo?
Está claro que, por detrás de la Operación Lava-Jato, el objetivo es desacreditar a la Petrobras y a las empresas estatales, como una forma de crear las condiciones para privatizarlas. Sin embargo, estoy seguro que las Fuerzas Armadas no lo van a permitir, no intervendrán en el proceso político ni existen fundamentos para un golpe de Estado, mediante el impeachment de la presidenta Dilma Rousseff, contra la cual no existe ninguna prueba de corrupción, fraude electoral, etc., elemento siempre usado en la liturgia subversiva de las entidades y líderes políticos que la USAID, NED y otras entidades de los EE.UU. patrocinan.

Por Luiz Alberto Moniz Bandeira
Escritor cientista político, historiador Brasileño

Traducido para LA ONDA digital por Cristina Iriarte

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