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LOS IDUS DE MARZO

¡Cuídate de los idus de marzo!, decía Shakespeare en la obra Julio César, porque este es el momento en que todos los traidores cometerán sus traiciones, a cara descubierta. Ya los planes están arriba de la mesa, sólo se espera el voto que el alma pronuncia para que estos proyectos se guarden, hasta una próxima arremetida herrerista —ayudados de quienes más los une el odio y el espanto, que el amor—, o bien queden entre nosotros, descomponiendo aún más nuestra deshilachada sociedad.

No habrá grandes cambios, unos le echarán la responsabilidad a los otros, y la mayoría de la población tendrá que seguir soportando aumentos, dificultades, carestía… Por eso los nuevos gobernantes creen que al llegar al gobierno pueden hacer lo que quieran y que el otro tiene que bancárselo calladito la boca, agachar la cabeza y someterse.

¡No! ¡No me someteré ante ninguna injusticia, por más pequeña que sea! Acá, en el barrio o donde sea. Quien no es capaz de rebelarse ante la injusticia, es apenas un número y no una persona. Quien piensa únicamente en su suerte personal y no ve lo que pasa a su alrededor, es egoísta y no es patriota. Quien mira por los que tienen todo —los malla oro— creyendo que algún día el derrame será y caerá a las manos donde tiene que caer, es un iluso o, peor, un mentiroso. Eso no ha pasado nunca, ¿por qué, justo ahora, tendría que pasar?

Por supuesto, deberás cuidarte del canto de las sirenas o de las excusas fáciles. En estos días te bajan algunos precios para que tengas proteínas y puedas mejorar tu alimentación, y no te extrañes que proclamen proyectos fantasma de los que ellos harán pomposos anuncios. También tenemos una ilusión futbolera que cae “de perlas” para unos y otros, aunque más para unos que para otros. Y los colores, identificados desde siempre por nuestra historia, unos más nacionales que otros.

Pero todo esto es morralla, escaramuza, verborragia. Los hechos son tercos:

Los educadores, todos, que son quienes más conocen sobre la educación, no sólo la parte teórica, sino sobre todo la práctica, quedan fuera de los ámbitos de discusión sobre los temas de la educación. Y la obligatoriedad en duda, más allá de festejar las fechas de Varela.

Las niñas y los niños a adoptar dejan sus propios derechos en aras del derecho de quien desea adoptar, sin pasar por las unidades de evaluación correspondiente: INAU, en provecho de una mayor agilidad, pero que deja por el camino a niñas y niños con discapacidad, y a quienes tienen mayor edad, sin que nadie quiera elegirlos.

Puedes alquilar con garantía o sin garantía, pero muchos, los del quintil más bajo y el siguiente, no pueden acceder a garantías porque no tienen trabajo, seguramente, o este sea irregular o de salario mínimo. Antes había una fórmula para que esas familias pudieran acceder a un alquiler sin garantía que les aseguraba que en caso de no poder pagar tuvieran un tiempo para poder encontrar otra solución. Ahora no, si no puede acceder a la garantía, en pocos días quedará en la calle, y la mora por el atraso en el pago de alquiler llega al 60% del mismo, algo totalmente abusivo, que no toma en cuenta la realidad del país, de falta de trabajo y de una mayor carestía y una rebaja salarial que complica tener lo necesario para pagar tributos, alimentación y alquileres.

Se llenan las cárceles con delincuentes, pero muchos de ellos por delitos menores y en especial el narcomenudeo o la asistencia con droga a detenidos en cárceles —que en su mayoría son sus mujeres y que no tienen más remedio que aceptar su situación, ya sea por la ignorancia, la miseria o la violencia de género a que están expuestas, es decir por miedo—, que muchas veces tienen condenas más excesivas que la de los homicidios.

La apariencia delictiva va hacia la cultura de los pobres, que venden drogas o delinquen para obtenerla, pero no a quienes, con saco y corbata, se dicen empresarios y son narcos, y cometen lavado de dinero y, encima, fuga de capitales.

Y por último, ¡cuídate de los idus de marzo!, porque el pueblo, ese gran coro griego que está siempre presente, está siempre alerta y sabe de qué lado están sus gobernantes y a quiénes defienden las leyes que ellos hacen aprobar.

Por Sergio Schvarz
Periodista y escritor

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