Armas nucleares para Bielorrusia

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Rusia está instalando, al menos desde hace dos años, armas nucleares de corto alcance en Bielorrusia, lo que representa un cambio fundamental en la política nuclear rusa y el panorama de seguridad europeo.

Pero como es habitual con los cambios en la política de defensa rusa, la historia se desarrolló lentamente y ha estado llena de una intriga innecesaria con información importante revelada en pequeñas porciones, proporcionando así más oportunidades para nombrar la amenaza nuclear.

El ballet de anuncios bomba / Mencionar la posibilidad de un ataque nuclear es un arma de amedrentamiento que Vladimir Putin usa en reiteración real. En el contexto de la disputa con Ucrania, desde el lado ruso se mencionó el tema al menos once veces,según el detalle a continuación; es un buen ejemplo de la batalla por la opinión pública,

En junio de 2021, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció el despliegue de armas nucleares en Bielorrusia, lo que implicó un cambio político importante de Moscú en la materia. El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko lo aceptó formalmente a fines de ese año, varios meses antes de la invasión de Ucrania, sin reacción de visible de Moscú. Recién en junio de 2022, durante una cumbre ruso-bielorrusa en Moscú, Putin anunció que ayudaría a Bielorrusia a convertir su avión Su-25 para transportar armas nucleares, capacitar a sus tripulaciones y transferir a Bielorrusia el lanzador de misiles Iskander, de capacidad dual de 500 kilómetros de alcance.

El despacioso juego de anuncios tuvo una nueva instancia en diciembre 2022, con el anuncio de la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, de que “ por el momento, no hay intención de transferir armas nucleares a Bielorrusia o desplegarlas en vehículos de entrega”. Esto no niega que se desarrollara al mismo tiempo la implementación práctica de este acuerdo, lo sería revelador de un aspecto importante de lo convenido: en una etapa temprana del proceso, Rusia tenía la intención de limitarse a sentar las bases para la posible transferencia de armas nucleares al territorio de Bielorrusia, mientras que la transferencia en sí misma requeriría un proceso separado; decisión que no se había tomado ni estaba especificado que se fuera a tomar, según el científico Nikonai N. Sokov, investigador principal del Centro de Viena para el Desarme y la No Proliferación, trabajó anteriormente en los Ministerios de Relaciones Exteriores soviético y ruso y participó en las negociaciones START I y START II.

Este punto se volvió a enfatizar en el Consejo de Seguridad de la ONU a fines de marzo de 2023, cuando el Representante Permanente de Belarús ante la ONU, Valentin Rybakov, se refirió al “posible —enfatizo, posible— despliegue” de armas nucleares rusas en su país.
Casi al mismo tiempo, Vladimir Putin recalcó en una entrevista televisiva que Rusia controlaría completamente las armas nucleares desplegadas en Bielorrusia, mientras que las fuerzas armadas bielorrusas controlarían los vehículos de entrega.

En la declaración conjunta de Putin y el presidente chino Xi Jinping a Moscú a fin de marzo 2023, ambos países afirmaron que los países con armas nucleares “no deberían desplegar armas nucleares fuera de los territorios nacionales y deberían retirar todas las armas nucleares desplegadas en el exterior”.

A solos días de la cumbre ruso-china, Putin anunció la creación de infraestructura para armas nucleares en Bielorrusia; eso se entiende no es contradictorio con lo anterior, en tanto la infraestructura no es en sí el arma nuclear, y las repetidas declaraciones de Rusia de que la transferencia de armas nucleares no era inminente fueron en este aspecto disuasorias de que ya estaban en agenda.

Sin desmedro de esto, en diciembre de 2022 Vladimir Putin anunció que los Iskanders en Bielorrusia ya estaban “en servicio de combate”, y en marzo de 2023 que el entrenamiento de las tripulaciones bielorrusas comenzaría a principios de abril. Esto último probablemente implica entrenamiento para el manejo de ojivas nucleares ya que el entrenamiento básico se había completado antes: el 1 de febrero de 2023. Y el Ministerio de Defensa de Bielorrusia informó que su personal se había hecho cargo por completo de la operación de Iskanders y a principios de marzo realizaron lanzamientos de entrenamiento, un procedimiento que por lo general completa la formación del personal.

La ubicación de los sitios de almacenamiento para las ojivas nucleares es quizás la mayor de todas las incertidumbres que rodean el intercambio nuclear entre Rusia y Bielorrusia. A fines de marzo, Putin anunció que el almacenamiento se completaría e1 de julio de 2023. No está claro si habrá un sitio de almacenamiento o varios.

Las armas en cuestión no tendrían como objetivo Ucrania, sino, por su alcance de 500 kilómetros, principalmente Polonia. Pero el fracaso del plan original de ganar la guerra en Ucrania en días, el posterior estancamiento en el frente y la creciente asistencia estadounidense y europea a Ucrania provocaron que Moscú cambiará su posición con respecto al intercambio nuclear, se afirma en el Boletín de Científicos Atómicos. A diferencia del intercambio nuclear de la OTAN, que se basa en casi 100 bombas de gravedad B-61, la capacidad de Rusia-Bielorrusia implicará una combinación de bombas de gravedad y misiles lanzados desde tierra.

Por primera vez desde el final de la Guerra Fría, las armas nucleares tácticas de corto alcance han adquirido una misión militar distinta. El concepto de uso nuclear limitado se introdujo en la Doctrina Militar de Rusia de 2000. Al igual que la disuasión flexible de la OTAN de la década de 1960, se suponía que disuadiría la capacidad convencional superior de la OTAN. Durante más de dos décadas, sin embargo, la misión se asignó a sistemas de armas de largo alcance, ya sea aquellos que se clasifican como estratégicos o aquellos con alcance intermedio. Hasta ahora, las armas de corto alcance simplemente no tenían cabida en esa estrategia.

En la aplicación de la teoría de la disuasión nuclear, las armas nucleares se utilizan para señalar la posibilidad, la intención; no para su uso real. Esto, aunque la presencia de la capacidad y la voluntad demostrada de usarlas constituyen un componente importante de la señalización. Tales señales se invocan para afectar la toma de decisiones en el otro lado, aumentando radicalmente los costos de los cursos de acción, que el lado que señala quiere disuadir. En su guerra contra Ucrania, Rusia ha «utilizado» sus armas nucleares en el modo de disuasión ofensiva, es decir, como una tapadera para su agresión no provocada en lugar de con fines de disuasión defensiva (prevención de la agresión por parte de otros) contra lo que está proscrito en todos los documentos oficiales, desde los conceptos de seguridad nacional hasta las doctrinas militares.

El intercambio nuclear con Bielorrusia no es, por decir lo menos, la primera instancia en la que Moscú invoca las armas nucleares: en el contexto que desembocaría en la invasión a Ucrania, Putin las mencionó en junio 2021, nueve meses antes del ataque. Pero es, con mucho, el más grave de estos casos.

La guerra comenzó, de hecho, con referencias implícitas a las armas nucleares. Ya el 24 de febrero de 2022 —el primer día de la invasión— Vladimir Putin amenazó a “los que se interpongan en nuestro camino” con consecuencias “como nunca han visto en su vida”. Unos días después ordenó el estado de alerta mejorado para las fuerzas estratégicas rusas. Esto resultó aplicarse solo a los sistemas de comando y comunicación, pero inicialmente causó una gran preocupación, incluso pánico, en Occidente. La siguiente referencia a las armas nucleares se produjo en septiembre de 2022 cuando, tras una exitosa contraofensiva ucraniana y el anuncio de una movilización “parcial” en Rusia, Putin volvió a amenazar con “hacer uso de todos los sistemas de armas disponibles para nosotros. Esto no es un farol”.

En comparación con estas vagas declaraciones, el intercambio nuclear entre Rusia y Bielorrusia, que implica la preparación para el despliegue de armas nucleares y eventualmente puede implicar la transferencia real de armas nucleares rusas a Bielorrusia, es, con mucho, el movimiento más audaz de Rusia porque viene respaldado con una nueva capacidad, el del uso de armas nucleares de corto alcance. Además, si los sistemas vectores y las ojivas en virtud de estos arreglos se despliegan cerca de la frontera occidental de Bielorrusia, donde son muy vulnerables, el único modo concebible para ellos es atacar primero. La cantidad de armas nucleares involucradas puede ser relativamente pequeña, tal vez solo alrededor de un tercio del inventario total de bombas B-61 (de OTAN), estimado en casi 100, pero listas para usar.

Esta situación es clave de la nueva política de intercambio nuclear de Rusia, especialmente en lo que respecta a sus consecuencias para la estabilidad estratégica. Los desarrollos adicionales pueden depender de la evolución aún incierta de la guerra rusa en curso contra Ucrania, así como de cualquier cambio futuro en el alcance y la escala de la asistencia occidental a Ucrania. También Rusia está dispuesta a evaluar, junto con Occidente, el desarrollo de la tan anunciada contraofensiva ucraniana: al parecer, es clave para el replanteo de la guerra. En cuanto al tema nuclear, lo cierto es que van 23 meses desde la mención inicial a la posibilidad nuclear, y más de nueve meses después del anuncio formal. Y el intercambio nuclear entre Rusia y Bielorrusia aún está muy incompleto, según el científico Nikonai N. Sokov, investigador principal del Centro de Viena para el Desarme y la No Proliferación, y que trabajó anteriormente en los Ministerios de Relaciones Exteriores soviético y ruso y participó en las negociaciones START I y START II.

La foto que ilustra este texto fue distribuída por el Ministerio de Defensa ruso, muestra el lanzamiento de un sistema de misiles balísticos móviles de corto alcance con capacidad nuclear ruso Iskander-M, y afirma que es de 2018. Dejando de lado las contradicciones que sugiere esta cronología, el Ministerio de Defensa de Bielorrusia afirmó que el 1° de febrero de 2023, su personal se hizo cargo por completo de la operación de Iskanders y a principios de marzo realizaron lanzamientos de entrenamiento, un procedimiento que por lo general completa la formación del personal. Podría haber sido la foto de ese acontecimiento la que reafirmaría la historia.

Foto: https://thebulletin.org/wp-content/uploads/2023/04/Iskander-launch.jpeg.webp

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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