«…Quiero referirme a la importancia política que tiene el registrar esa historia. Obviamente, todos podemos señalar el impacto enorme que significan los huecos de olvidos en la memoria política. Hay una negación ideológica del pasado que busca una política sin historia. No es un hecho natural, ingenuo, espontáneo. No. Busca, programática e ideológicamente, una política sin historia.
Intervención del historiador Gerardo Caetano, en la Feria Internacional del Libro de Montevideo, 11 de octubre 2014.
¿Por qué? Porque una política que comienza sin pasado, es una política sin raíces. Es una política donde la memoria y las comparaciones se disuelven, donde los compromisos son fugaces. Es una política de surfear la ola, tan asimilada a estos tiempos de la cultura del instante”….
No es sencillo acomodar nuestras historias. El paso del tiempo, nuestras reflexiones o las diferencias que vamos encontrando en los mismos hechos a la luz de nuevos sucesos. Tal vez simplemente a la mirada de nosotros mismos que vamos cambiando. EL gordo Platero que además de historiador fue gran protagonista de todo nuestra ¿historia? reciente me decía que la dificultad de “contar” una historia en el caso de los comunistas es que justamente no fue una sino muchas.
Para mí, como simple opinador de sucesos, el siglo XX en el Uruguay tuvo dos grandes partidos. El Partido Colorado y en particular el batllismo en la primera parte de ese siglo y en la segunda parte, diría de los sesenta en adelante, tuvo en el Partido Comunista a una gran fuerza de izquierda que marcó con su accionar buena parte de los acontecimientos del Uruguay.
Esto lo escribo sin ánimo totalizador ni excluyente, no hay todo sin partes, todos los sucesos, movimientos y partidos en el Uruguay tuvieron y tienen su rol y por tanto actos que reivindicar, críticas que hacerse y hojas de ruta para mirar y mirarse.
Me parece indispensable y serio no dejar pasar por alto la explosión en las redes sociales de dos convocatorias “recuperar la memoria de los comunistas” y la reciente “yo fui de la UJC del Uruguay”.
Dejaré para los especialistas las reflexiones y debates más complejos tales como la caída del socialismo real, el muro y demás. No sé si por habilidad de alguien o incapacidad colectiva, por obra de la casualidad o vaya uno a saber por qué pero esos hechos fueron estigmatizantes para los comunistas. SI faltara poco a la hora de iniciar debates las fragmentadas miradas y discusiones cuando de los “bolches” se trató, por una u otra razón derivó a los famosos comunicados 4 y 7 del 73. Como si el largo periplo dictatorial no hubiera sido rico en acontecimientos y definiciones.
Justamente creo que la fortaleza mayor que caracterizó a los comunistas uruguayos fue su inserción nacional, su preocupación por la sociedad uruguaya por la inequidad de las relaciones sociales existentes y por buscar con pretendido rigor científico (el término pretendido lo uso para darle condicionalidad y no demérito) como encaminar al país a una sociedad más justa.
Con otros, seguro, pero siempre en el camino de la construcción de herramientas para el cambio, los comunistas estuvieron en la forja de la unidad de la clase obrera, en la búsqueda a veces ingenua y en otras de enorme seriedad y justeza de unidad política que rompiera el bipartidismo tradicional que perpetuaba relaciones económicas de dominación retardatarias.
Este largo prólogo pretende indicar que como cualquiera tengo opinión personal de los sucesos generales. Creo sin embargo que la o las síntesis aún no están ni debidamente recogidas ni menos hechas pero me sentí francamente incluido por esa avalancha de recuerdos que puso a miles, a miles, no es error es énfasis en el concepto a escribir, a contar, a verse en fotos, a sentirse parte de un tiempo trágico y tremendo pero me parece que indispensable para entender por ejemplo, nuestra adhesión democrática. Nada como la libertad que falta para sentirla anhelo indispensable.
No sé cuántos recordarán o sabrán pero en 1975 los comunistas trataban de ser clandestinos e invisibles. Lo lograban tanto como la discreción que se conseguiría colocando un elefante en un bazar; recibían como informe un documento que encabezaba diciendo que “se abre un camino, largo, duro y difícil”. No era un análisis alegre ni esperanzador en el corto plazo, pero si era una mirada que convocaba a quienes quisieran y estuvieran dispuestos a recorrer un camino que hoy sabemos que valía la pena….luchar contra la dictadura.
Allí encuentro y me encuentro en ese caudal de miles que se ven en fotos, recuerdos e historias.
Por mi parte no tengo capacidad convocante pero si quiero poner mis recuerdos en circulación reivindicando algunas anónimas mayúsculas, las madres de…
La mamá de Beatriz y Álvaro
Por la calle Hocquart, en la Comercial, una casa marcada, Álvaro ya andaba “ a monte” como le decíamos cuando no podíamos volver a nuestras casas, Beatriz, militante del círculo del Miranda, y la mamá de ambos, vieja militante con historia de Partido, luego fue detenida. Esa casa no era la más apropiada para andarse escondiendo, pero como una madre coraje no quedaba al margen, una vez a la semana al flaco Nelson y a mí, con los cuidados del caso nos hacía milanesas con papas fritas, allí nos esperaba, para saber que estábamos bien y para darnos el respaldo que podía a veces hasta dinero.
La mamá de Nelson
En realidad doña Olga era la mamá de Olguita, Martha, Nelson, Oscar y Jorge (la vida tremenda a veces, se lo llevó temprano) y del primo Roberto, mía y de tantos que pasaban por ahí. De tradición socialista esa casa era sobre todo de luchadores. Hogar humilde, donde los sueldos alcanzaban para poco y todo el que podía aportaba, pero en la mesa había platos para todos.
Nelson recibió temprano el impacto de la represión, era un chiquilìn y sin embargo lo llevó la tenebrosa DNII a Maldonado y Paraguay. Torturado, liberado por menor, tuvo que iniciar el camino del exilio. Sin embargo, mamá Olga no dejó ni por un momento de cobijarnos, de pelear con nosotros, con su asma crónico y su monedero bajo el brazo salía a buscar precio para comprar más barato y a vigilar si la casa era controlada o no. Allí éramos libres, discutíamos de política, de fútbol y basquetbol, éramos de Aguada, de Goes, de Nacional, de Peñarol, socialistas y comunistas pero Olga, la mamá de Nelson nos cuidaba a todos sin miedos propios tenía solo “miedo colectivo” el que nos pasara algo. Pero no aflojaba, ni siquiera frente al dolor del hijo preso primero y exiliado después. Otra madre coraje, anónima, valiente, entrañable.
La mamá de Ala
En realidad Mary era la mamá de Alicia y Alba Marina, en la calle Pozzolo, allá por las Acacias, cerquita nomás del Resistencia. Un boliche singular, tenía un horno de pizza pero había días en que no lo prendían, los entendidos sabían que cuando eso sucedía, había un compañero escondido adentro en tránsito. Supongo que en una hogar con personajes como Ala y el gordo Elbio habitándolo mucha tranquilidad y equilibrio no podía haber. Esa era la función de Mary, ponerle normalidad, funcionamiento y racionalidad a esa casa de “locos”….militantes. Creo que Alba hacía de “fachada” con poco éxito, de una familia que pretendía ser normal.
Cuanta gente pasó por esa casa….vaya uno a saber, pero fue otra madre coraje también protagonista. La noche que cayó presa Alicia, en noviembre del 75, la detuvieron en una “ratonera” no en su casa. En el galpón de la suya dormía yo, sus padres me escondían. No retrocedieron frente al dolor o al miedo, me sacaron de allí y me llevaron a un rancho de Los Titanes. Un año fue el tiempo que estuvo presa Alicia, en ese tiempo Mary, fue nuestro cartero, no dejó de llevarle papelitos escondidos que le mandé como “el primo Cacho” ni de traerme los mensajitos de Ala. Experta en requisas y allanamientos Mary supo recibir más de una visita de las FFCC, en una de ellas, en camisón y de madrugada, pensando enojada en rezongar a Alicia por el descuido, soportó estoicamente uno de los allanamientos con un marco de planograf escondido debajo del camisón de dormir y con los brazos cruzados encima sosteniéndolo.
Así era como las y los uruguayos transitaban por aquellos tiempos que eran largos, duros y difíciles, no creo que solo valgan como recuerdos, estoy seguro que forman parte indisoluble de la férrea adhesión democrática que los uruguayos tenemos. Esas mamás más que anónimas tienen que ver con el registro de la historia que mencionaba Caetano.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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