LA GUERRA Y LA PA

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La paz
La validez de los gestos humanos nació en el saludo, con los primeros congéneres levantando la mano de las armas para compartir la paz. Se mantiene en el deporte integrado al “fair play” que, como la costumbre es fuente de Derecho, es una respetada norma en su práctica. Es una actividad lúdica, no una guerra. Después de los romanos, en el espectáculo deportivo no se mata a los protagonistas. El objetivo es ganar, no acabar con el contrincante. Y es voluntario, un contrato de adhesión a sus condiciones. Se deben aceptar o no se juega. Lo satisfactorio, gratificante y reiterativo es jugar, ganando o perdiendo. Y la victoria solamente es genuina si el ganador cumple las reglas. El honor no se pone en juego en un deporte pero se pierde rompiendo las reglas. Y la honestidad, que viene de honor, también se evidencia en el mismo. En la cancha de tenis, el que recibe marca, lejos de la vista del contrincante, si la pelota pegó dentro o fuera de la misma. Y en el básquet el acusado de infracción se señala a sí mismo aceptando la falta.

La guerra

La guerra es la opción que rompe las reglas. Desde antes de nacer Cristo ya lo expresaba Sun Tzu: toda guerra se funda en el engaño. En el deporte engañar es parte del juego pero con otro propósito; no es lo mismo ganar un juego que dañar al otro. Y la valentía no se demuestra sólo en la acción, también en afrontar agravios sin contestar con otros.

Las trampas en las normas
Un caso de actualidad me produjo asombro. Un basquetbolista profesional amenaza en pleno partido a un contrincante. Posteriormente, la Institución que marca las normas le impuso una pena de suspensión…redimible con dinero! Que habilitó al mismo jugador a integrar su equipo, ganador al siguiente encuentro. Con estas exoneraciones no se gana en “buena ley”. No hubo una disculpa presencial del involucrado sino un mensaje escrito en la red desde el semi anonimato que no garantiza sea el autor. Tampoco percibí en los programas al respecto cuestionar la barbaridad de mercantilizar infracciones atentando contra la razón de ser de las mismas. Y, como si fuera poco, por extensión del mensaje, desvalorizar las competencias.

Volver a las fuentes
La anécdota tuvo un plus: el amenazador, redimido con dinero, se victimizó mudando de agresor a considerarse agredido. Así es como todavía justifican la guerra los responsables de la paz en sus naciones, haciéndonos partícipes de sus inhumanos efectos. En el deporte el saludo previo y posterior a la lid se difundió en los eventos masivos desde hace algunas décadas. Y saludarse entre vencedores y vencidos, más que un ritual de cortesía, es un gesto mutuo de grandeza de la que hoy carecen los líderes responsables de la paz, irresponsables por ocasionar riesgo de guerra en todo el planeta.

Por Luis Fabre

 

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