¿Qué es el techo de cristal?

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 El techo de cristal es un término que se refiere a la limitación que tienen las mujeres y minorías para acceder a puestos laborales de mayor responsabilidad y crecer profesionalmente en los sectores público y privado y en la política. En lugar de leyes o códigos, se trata de obstáculos no escritos que impiden la promoción sobre todo de las mujeres, como los estereotipos o las construcciones socioculturales y religiosas que depositan mayor confianza en el liderazgo masculino.

El término “techo de cristal” surgió durante la segunda ola del feminismo. Fue acuñado por la escritora y consultora estadounidense Marilyn Loden en un discurso en 1978 en el que hablaba de las barreras invisibles que enfrentan mujeres y minorías para ascender en el ámbito laboral. Pero el concepto no se popularizó hasta 1986, a raíz de un artículo de la investigadora y escritora Carol Hymowitz y del escritor Timothy D. Schellhardt publicado en el Wall Street Journal que definía las barreras del techo de cristal.

El término “techo de cristal” se popularizó en los años ochenta del siglo XX, durante la segunda ola del feminismo, y sigue siendo una realidad. Se trata de las barreras invisibles basadas en sesgos que dificultan o impiden a las mujeres acceder a cargos de liderazgo

El sesgo de género como causa – Las causas que impiden a una mujer crecer profesionalmente están fundamentadas en el sesgo de género. El sesgo de género es el trato diferenciado a las personas en base a su sexo y está construído sobre prejuicios y esterotipos. Puede dividirse en cinco grupos, que se traducen en diferentes obstáculos para las mujeres en el trabajo. 

El primero es el sesgo de rendimiento. Consiste en tener criterios diferentes para juzgar el trabajo de ambos sexos, infravalorando el realizado por las mujeres y sobrevalorando el de los hombres. El segundo sesgo es el de atribución, que critica de forma negativa el trabajo que realiza una mujer y la considera menos competente que los hombres. Por tanto, se descarta a las mujeres para ascender en el trabajo. Un tercer sesgo es el de afinidad. Este sesgo afecta a hombres y mujeres de forma negativa y se basa en la confianza social en los roles tradicionales con base en prejuicios y estereotipos. Por ejemplo, que los hombres tienen aptitudes innatas para el poder y liderazgo y las mujeres para la educación y los cuidados

El cuarto sesgo es el de la maternidad. Este sesgo hace creer que las mujeres se comprometen menos con la empresa por factores biológicos como el embarazo o sociales como la carga familiar, lo cual dificulta contratarlas o promoverlas. El último sesgo es el de aprecio. Con este sesgo se considera positivo que los hombres sean confiados y asertivos, pero el mismo comportamiento en una mujer se considera desafiante y por tanto negativo. Esto se debe a que al hombre se asocian comportamientos dominantes, mientras que se espera simpatía y complacencia de las mujeres, una cualidad que no encaja con los estereotipos de un líder.

En esa línea, un estudio de la Universidad de Stanford publicado en 2020 concluyó que los gerentes de las empresas consideraban a las mujeres más aptas para trabajar en equipo y a los hombres mejores desarrollando sus actividades de forma independiente. Esto posiciona a ambos sexos en trayectorias profesionales diferentes, dando a los hombres mayores oportunidades para acceder a puestos de liderazgo.

Romper el techo de cristal- La igualdad de género es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Sin embargo, el techo de cristal sigue perjudicando a las mujeres y a la sociedad en su conjunto al impedir mejores liderazgos. Según datos recogidos por la ONU, en 2020 las mujeres representaban el 28% en los puestos de gerencia, el 18% en los puestos de directora ejecutiva y el 25% de los puestos parlamentarios en el mundo. 

Distintos países, sobre todo en Occidente, han impulsado políticas para poner fin a la desigualdad de género. En Estados Unidos, la Administración de Joe Biden creó el Consejo de Política de Género con el objetivo de promover la igualdad poniendo el foco en las barreras que enfrentan mujeres y niñas. La Unión Europea también aprobó una ley en 2022 para acabar con el techo de cristal. Por su parte, el índice sobre el techo de cristal de The Economist recoge el esfuerzo de veintinueve países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Los que más han hecho por acabar con el techo de cristal son Islandia, Suecia, Noruega y Finlandia, y los que menos Corea del Sur, Turquía, Japón y Suiza.

Por Asma El Kanfoudi
Madrid, 2000. Estudiante de Relaciones Internacionales en inglés por la URJC. Apasionada de las relaciones entre la Unión Europea, Asia, el Magreb y Oriente Próximo, las migraciones, la seguridad energética y la geopolítica.

Fuente de este trabajo: elordenmundial.com

 

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