Con Sudáfrica en pleno apartheid, el 11 de octubre de 1978, el embajador de Israel en Pretoria I. Unna rehusó la invitación del gobierno para ir a ver la obra Golda al teatro; obra sobre quien fuera primera ministra de Israel hasta 1974, Golda Meir. En su respuesta al gobierno, difundida entre el cuerpo diplomático y que consta en el archivo de la Cancillería uruguaya, el embajador dijo que rehusaba ir «porque no hay entrada para todas las razas».
Se llamó apartheid (en lenguaje boer o sudafrikáner, separación) al sistema de segregación y discriminación racial aplicado en Sudáfrica entre 1948 y 1994 por el gobierno de la minoría blanca. Este sistema separaba legalmente a los sudafricanos no blancos (en su mayoría negros, indios y mestizos) de los blancos, restringiendo sus derechos y oportunidades en áreas como la vivienda, la educación, el empleo y la participación política. Hoy se acusa a Israel de aplicar una política de apartheid a los gazatíes.
La tesitura del embajador causó conmoción política, registró la Cancillería uruguaya. Durante el apartheid, esa Sudáfrica aislada por el embargo aprobado en consecuencia por ONU, el gobierno de Pretoria tenía una relación intensa pero discreta con Israel, Por ejemplo, no podía importar armas, pero las recibía de EEUU tras ser compradas por Israel.
Ampliando su respuesta, el embajador israelí afirmó «no podemos sino ser críticos de una política que, pese a razones históricas y sociológicas, tiende a causar la humillación de seres a causa de raza o color. Seríamos desleales con nuestra tradición y cultura hebrea si no fuéramos críticos con tal política. Que no le quepa duda a nadie que aborrecemos cualquier forma de discriminación racial».
Caramba. Tal vez algún lector pueda tener la gentileza de acercarle el recordatorio de este hecho al gobierno israelí.
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