El pescador quiere sentir algo,
por lo menos frío…
Carga el peso de la ciudad
en su espalda, tira bien lejos…
la suerte al vacío…
Violines afilados como cuchillos
a su alrededor…
La tormenta avizora su llegada
en la roca más alta y húmeda,
sus pies como garras, ¡resisten!…
¡Quiere avanzar,
no volver a la ciudad!…
¡Quiere avanzar,
no volver a la ciudad!
Quiere alcanzar….,
Quiere alcanzar…, ¡la calma!…
¡la calma!,
¡la calma!,
¡la calma!,
No sabe si pica o le tiembla el pulso,
dentro de su gabán no logra despejar
el domingo eterno con su Faisán.
Por Andrés Legnani
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