Hay en el primer Gabriel García Márquez una imagen que se repite con insistencia: la del muerto del que crece un árbol cuya savia parte del cadáver y alcanza las frutas que serán el alimento de los vivos. Una imagen tan pueril y tierna como la que hermana muerte con vida, horror con amor, olvido y memoria. Contrastes melancólicos que vinculó un universo en apariencia mágico (Macondo) con los de un contexto violento (Colombia). La visión mítica de Macondo es tan real y contundente porque, como el propio autor señaló, “a medida que trataba de escudriñar la memoria de los otros, me iba encontrando con los misterios de mi propia vida”.
Esas raíces en los muertos parecen haber sido obviadas, a fuerza de reivindicar el exotismo de la dimensión onírica que ha terminado convertida en la fórmula de la cocacola y no en la receta que revela la violenta realidad colombiana de los últimos siglos. El secreto de la literatura de Gabo fue alejarse del reflejo de su contexto fabricando uno nuevo, no para escapar de la ferocidad de su pueblo y sus poderosos, sino para denunciarlos. Eso es lo que hizo de Gabriel García Márquez, junto a Juan Rulfo, la gran aportación de la literatura latinoamericana del siglo XX.
Gabriel García Marquez en el IV Congreso de la Lengua española Cartagena 2007
Gabriel García Márquez: carta de despidiéndose de la vida pública
“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera. Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero le dejaría que el solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón.
Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no lo está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentaras el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento” “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.
Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan”.
La ONDA digital 667
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